domingo, 30 de diciembre de 2018

Resumen del año.

El año empezó con la compra del coche, que es la peor experiencia en compras que he tenido en mis 45 años de vida (y mira que he comprado tres coches, un piso, electrodomésticos...) Nunca me he encontrado una empresa que no cumpliera con lo prometido y me ninguneara tanto como Kia habiendo pagado el total del vehículo el primer día, incluso antes de que ellos me lo entregaran. Lo que más rabia me ha dado es la prepotencia de saberse una empresa grande contra la que no puedes luchar porque no tienes el dineral para poder pagarte los buenos abogados que ellos tienen y llevarlos a juicio. Si se han negado a un arbitraje (para lo que no hace falta abogado ni nada) es porque saben que yo hubiera ganado y me habrían tenido que compensar. Si no tienes nada que ocultar, no te niegas a un arbitraje. Pero es que yo he propuesto varias soluciones que han rechazado y he propuesto que sugirieran soluciones y también se han negado, con lo cual, en ningún momento tuvieron intención de arreglar el conflicto. La actitud también me parece bastante sexista, porque si yo fuera un hombre, seguramente me habrían engañado igual, pero creo que el trato y el ninguneo, habría sido distinto. 

En compensación, el coche me ha permitido viajar con Elena y Alberto a Colliure y luego a Almagro, ir este verano a Oporto, a Morella y, en marzo, a Úbeda. El coche ha circulado ya por tres países y por primera vez he conducido en Portugal. 

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En abril me encontré a este gato que se ha convertido en un lince ibérico, casi, con lo pequeño que era. Me da mucha guerra y me rompe cosas, pero también me río mucho con sus ocurrencias. 

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El año próximo espero poder seguir viajando, ver a amigos y amigas que hace tiempo que no veo, disfrutar de mis sobrinos y mi familia. Que sea un buen año para todos. 

domingo, 16 de diciembre de 2018

Jamás te compres un Kia.

A los de Kia parece que les encante que los mande a la mierda. Desde que les puse la reclamación el 30 de abril, ni se han dignado a contestar. Ni el concesionario donde la puse, ni Kia España ni Kia Europa, que lo sabían porque les mandé e-mails. Y ahora me mandan propaganda diciendo:

"Desde Kia queremos agradecerte la confianza que depositaste en nosotros hace casi un año cuando decidiste comprarte un Kia Venga.

Esperamos que estés disfrutando al máximo de la experiencia de conducirlo. Para sacarle el máximo partido, tienes a tu completa disposición nuestra red de servicios técnicos oficiales, para cualquier intervención, desde instalar un accesorio para mejorar tu Kia a cualquier consulta que necesites. Te recordamos la importancia del correcto mantenimiento de tu vehículo para que siga en perfecto estado, porque queremos que sigas disfrutando de tu Kia como el primer día." 

Y mi respuesta ha sido: "Aún estoy esperando que me contesten a la reclamación que puse en Kia Elche el 30 de abril de este año. Mi experiencia con Kia, para no volver a repetirla: unos estafadores y unos impresentables que ni dan la cara. Mi peor experiencia en la compra de un coche (y de cualquier cosa que haya comprado en la vida). Pero bueno, ya he conseguido que dos amigos no compren un Kia. Ustedes se partirán de la risa, pero yo, que soy una ciudadana sin tantos recursos como una gran empresa, lo considero un logro."

jueves, 11 de octubre de 2018

7.55 am.

7.55 am. Suena esta música y hay que ir a clase. Arranca con ese inicio que implica el comienzo de algo, con esa melancolía y, sin embargo, con ritmo. Con un ritmo que te dan ganas de empezar el día con energía, de echar a andar. Caminar por el pasillo entre alumnos sentados en el suelo o de pie junto a la pared, con apuntes en la mano si hay examen, medio dormidos otros, saludarlos con las llaves en la mano, de camino al aula. Se acaba la música justo cuando llego a la escalera, creo que no llega a un minuto y subir sin música para llegar a la 318 es casi como si se hubiera acabado la película antes de empezar. Te quedas con ganas de oír el resto de la canción. Pero allí están, esperándome. "Good morning, good morning!" Y abro la puerta, y enciendo la luz antes de que entren. 

(Llevo tres años queriendo saber quién canta esta canción y hoy, por fin, con internet y unas palabras clave de la letra, lo he descubierto.) 


domingo, 30 de septiembre de 2018

Abrilito se ha convertido en Abrilazo.

Encontré a mi gato Abril un domingo de dicho mes detrás del gallinero del chalet que tienen mis padres. El gallinero ya no se usa desde que murió mi abuelo hace años y las malas hierbas casi lo han tapado. Mi sobrino y yo estábamos amontonando al lado hojas de pino secas, porque habían sido días de mucho viento. Entonces lo oímos maullar y lo descubrimos agazapado tras el gallinero. Mi padre me contó que el día anterior había visto allí mismo cuatro gatos y a la madre ir y venir. Ahora estaba solo, así que, aunque mi sobrino insistió para que lo cogiéramos, le dije que esperáramos a ver si venía su madre a por él. 

En vistas de que se hicieron las seis de la tarde, no había ni rastro de la madre y nos teníamos que volver a casa, decidí recogerlo porque un gato tan pequeño no podía sobrevivir solo. No fue fácil, porque se escondía más adentro y mi brazo no alcanzaba a pillarlo, no hay mucho espacio entre la pared del gallinero y la verja del chalet, te cabe el brazo y ya. Mi sobrino maullaba y el gato salía, pero al vernos, se volvía a esconder corriendo. Cuando ya pensaba que nos tendríamos que ir e intentar volver a cogerlo al día siguiente, lo pude pillar por una pata de atrás y sacarlo. Lo metí en una caja de leche y me lo llevé a casa.

Al día siguiente fuimos a la veterinaria, quien me dijo que tendría entre tres semanas y un mes, porque estaban empezando a salirle los colmillos, y resultó que tenía tiña, una infección por hongos en la piel que me llegó a contagiar al poco tiempo. Como era tan pequeño, no se le podía dar medicación, porque los medicamentos para tratar la tiña son muy fuertes, sólo bañarlo con un champú especial dos veces por semana. Además, a la semana de estar en mi casa se puso muy enfermo un domingo, con diarrea y pérdida de temperatura, y me tocó llevarlo de urgencias a otro veterinario. Le pinchó un antibiótico y suero y me dijo que esos gatos tan pequeños muchas veces no sobrevivían. Me lo llevé a casa y lo puse al lado de una bolsa de agua caliente, aprendí a darle biberón (los días anteriores le había estado dando pienso remojado en agua), a darle con una toallita de bebés para que hiciera pipí y caca en el arenero, era un bebé total.

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Abrilito se ha convertido en Abrilazo. 

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Poco a poco, y después de consultar a varios veterinarios, fue curándose, ganando peso y haciéndose el gatazo que se ha hecho. Todo lo que tiene de guapo, lo tiene de sinvergüenza: se sube por todas las mesas y la encimera de la cocina, aunque se lo prohibas, me tiene llena de arañazos y mordiscos, rasca el sofá y las cortinas... Me saca de quicio un montón de veces, pero luego me ronronea y me derrite. Viene a esperarme a la puerta de casa cuando vuelvo y es un gato muy noble.

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No es que sea amor de dueña, pero está guapísimo. 

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miércoles, 29 de agosto de 2018

Verano 2018

En este verano que se está acabando he podido quedar con amigos que hace tiempo que no veía, ir al norte de Portugal y al sexenni de Morella de nuevo, ver un eclipse en la playa, descansar (que me hacía mucha falta), llevar varias veces al gato al veterinario para ponerle las vacunas que le faltaban y el chip. Tengo la sensación de que ha sido un verano un poco raro, pero, aparte de los viajes, me quedo con el día de julio en Banyeres con Maribel en casa de Mónica, la visita de Pilar y nuestra escapada a Novelda, la cena con José Joaquín y Ana en Ledesma, que fue fantástica y la visita sorpresa de Juan Ignacio y Javier para ver el Misteri, como en los viejos tiempos.

Queda otro curso académico por delante (habrá que trabajar para ganar dinero para poder irnos de viaje de nuevo) y una ilusión: un viaje en noviembre con Alberto y Elena, el reencuentro tras nuestro viaje a Francia. 

viernes, 6 de abril de 2018

De vuelta de Francia.

Hace algún tiempo (por lo menos, un año) Alberto  dijo en Facebook que le gustaría ir a ver la tumba de Machado y yo le comenté que ya había estado, pero no me importaría volver. La cosa se quedó ahí, como una broma que nos decíamos de vez en cuando: "Habrá que ir a Colliure", "Cuando vayamos a Colliure..." hasta que, al final, como me tuve que comprar un coche más amplio y cómodo porque se me rompió el mío, le propuse a Alberto que fuéramos esta Semana Santa y la cosa empezó a tomar forma. 

Su amiga Elena también se apuntó y yo intenté buscar a alguien "vidente" (pero no de adivinar el futuro) que me acompañara porque me parecía mucha responsabilidad ir yo sola con dos ciegos. Todo el mundo tenía planes ya para Semana Santa o tenía que estudiar oposiciones, o... Total, que no encontraba a nadie, hasta que, al final, Gema se animó. 

Quedamos en Lérida como punto de partida, ya que cada uno vivimos en un sitio, y a mí me apetecía ver Lérida, donde nunca había estado, y allí empezamos la aventura el jueves de la semana pasada. La pena es que Gema se puso enferma y se tuvo que marchar a Barcelona con su marido. Así que, al final, me quedaba yo sola con Elena y Alberto. Me daba un poco de miedo, pero el hotel estaba pagado, estábamos de camino, teníamos una misión que cumplir y ya no había marcha atrás. Así que, nos subimos al coche y pusimos rumbo a la frontera. 

La ventaja que tenía es que hace dos años hice el mismo viaje en verano, con lo cual, conocía el alojamiento, el pueblo, los pueblos de alrededor, los restaurantes... La crema catalana del sur de Francia es espectacular, mejor que la de Cataluña. Sólo por eso, vale la pena ir a la Cataluña francesa. 

La tumba de Antonio Machado era una romería que ni que fuera un santo laico. Había más gente que cuando fui en verano en plena hora de la siesta. Nos costó poder dejarle en el buzón el escrito que llevaba Alberto preparado y hacernos fotos, me habría gustado un momento más íntimo, pero bueno. Luego fuimos a la pensión donde vivió sus últimos días y, como poca gente la conoce, allí no había nadie, ¡ja, ja! 

Hubo tropiezos con bancos, con bolardos, con bordillos de aceras... En fin, tendré que practicar más para que me den el carnet de conducir ciegos, que aún estoy un poco verde. Lo importante es que, a pesar de todo, nos lo pasamos bien, nos reímos, comimos muy bien, como dice Alberto, visitamos un montón de sitios y disfrutamos del viaje machadiano. Me quedo con la sensación de haber aprendido mucho y haber superado un reto, como cuando aprobé las oposiciones o subí al Mulhacén. 

miércoles, 28 de marzo de 2018

Este sol de la infancia.

Estos días en que, por fin, vuelve a hacer calor después del invierno tan frío que hemos tenido. Tras el cambio de hora, son más largos, hay gente en la calle, sillas preparadas para ver las procesiones, calles cortadas, costaleros y capuruchos que van y vienen, tambores, cornetas, huele a primavera. Estos días siempre me recuerdan mi adolescencia, cuando se podía llegar más tarde porque estaba todo el mundo en la calle y había romanos con estandartes que ponían: "SPQR", justo cuando yo estudiaba latín. 

Como habría dicho Machado:

"Tarde tranquila, casi
con placidez de alma,
para ser joven, para haberlo sido
cuando Dios quiso, para
tener algunas alegrías... lejos,
y poder dulcemente recordarlas."

Vuelvo a Colliure, si me dejan los catalanes de los disturbios, a cumplir un sueño de unos amigos. 


martes, 13 de marzo de 2018

lunes, 29 de enero de 2018

A Juan Carlos.

"Si muero sobrevíveme con tanta fuerza pura
que despiertes la furia del pálido y del frío,
de sur a sur levanta tus ojos indelebles,
de sol a sol que suene tu boca de guitarra.

No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos,
no quiero que se muera mi herencia de alegría,
no llames a mi pecho, estoy ausente.
Vive en mi ausencia como en una casa.

Es una casa tan grande la ausencia
que pasarás en ella a través de los muros
y colgarás los cuadros en el aire.

Es una casa tan transparente la ausencia
que yo sin vida te veré vivir
y si sufres, mi amor, me moriré otra vez."


Pablo Neruda. 

miércoles, 24 de enero de 2018

martes, 9 de enero de 2018

Trazabilidad.

Hay algo que se llama: "trazabilidad". Consiste en saber, por ejemplo, en qué granja y de qué gallina salió un huevo. ¿No hay trazabilidad para los coches? ¿Se puede trazar la ruta seguida por un huevo o un tomate y no por un coche? En este mundo que existe internet, los GPS, que sabes en todo momento dónde está un paquete cuando compras online, etc. , ¿no se sabe dónde está un coche? No me lo creo.

Hace dos semanas me compré y pagué por completo un Kia. Se supone que a estas alturas lo tendría que tener ya, pero, de momento, ni tengo el dinero ni el coche. En el concesionario no saben nada. Kia España dice que hay que esperar un mes para reclamar y que no saben dónde está mi coche. Aún no lo he visto y ya estoy arrepentida de haberlo comprado.

(He mandado un enlace de este post a KIA España, a ver si me contesta.)