Los preparativos.
Salimos!
Euforiaaaa!
El vuelo comercial de globos mas grande do mundo, según nuestro piloto.
Caras de asombro, nunca estuvimos tan despiertos a las 6 de la mañana.
Los preparativos.
Salimos!
Euforiaaaa!
El vuelo comercial de globos mas grande do mundo, según nuestro piloto.
Caras de asombro, nunca estuvimos tan despiertos a las 6 de la mañana.
Llegó mi hermanita! (de fondo la cúpula de la iglesia/mesquita de Santa sofía)
Y para festejar el arribo, picada con vino argentino.
Para empezar la recorrida, la gente:
Por ser justo Ramadam (festividad religiosa musulmana) se sentía una energía especial en las mesquitas.
Ahora nosotros, después de todo, también somos gente:
Permiiisso!
-Bla bla bla….
-Mhm..
Mujer afgana??
De fondo la mezquita azul.
Payasadas en Santa Sofía.
Espejito, espejito…
Azulejos.
Luego de 4 meses, 2 días y 7 horas de abstinencia aproximadamente, disfrutando de un Cachafáz Mouse. Ha si, de fondo se ve el techo del baño del sultán.
En el acueducto romano.
La Cúpula de Santa Sofía.
Desde la ventana de Santa Sofía, en frente, la mezquita azul.
La Universidad de Istanbul.
Una de las torres de Santa Sofía.
En el mercado Egipcio, que no es mas que un mercado de especias, pero muy pintoresco.
Lamparitas
En el palacio del Sultán.
Cisterna Romana, o sea un gigantesto sótano lleno de agua en el medio de la ciudad. impresionante.
Angkor y sus templos nos dejaron sin habla! Nunca esperamos encontrarnos con algo semejante. Un delirio hecho de piedra, relieves tallados, caras de media sonrisa y labios carnosos. Templos con techos, paredes, ventanas ahí esperando que uno lo explore jugando a Indiana Jones! Lleve linterna nos recomendó un librito. Increíble pero real, nos metíamos por pasillos oscuros para iluminar paredes y encontrarnos con más relieves que contaban historias omitidas por los manuales de la escuela secundaria. No entendíamos nada!
Y no eran dos templos, tampoco tres, ni cinco, ni 10. Más de 200 templos esperando nuestra visita en bicicleta o en tuk- tuk. Miles de relieves, millones de piedras traídas desde lejos por millares de personas hace 1000 años. Y las piedras estaban ahí, en el mismo lugar, erosionadas, sin pintura, misteriosas, pero aún sosteniendo ese templo, esa pared, ese techo, esa columna. En algunos casos, la naturaleza había ido en ayuda, seguramente a pedido de algún dios benevolente, y varios árboles sostenían entonces parte de estas construcciones.
Todas las ruinas eran templos dedicados a dioses locales e hinduistas, religión venida de la India hasta que en siglo XII, de pronto, el budismo cobró fuerza y comenzaron a aparecer representaciones budistas como esas cabezas hermosas representando a un buda en estado de meditación. Fascinante, el templo que más adoramos con Diego fue el Bayon, un templo de construcción intrincada, de varios pisos y coronado por más de 40 cúpulas con 4 caras mirando cada punto cardinal; 40 son las que quedaron, más de 70 había en pie. Entender la construcción de este templo es imposible. Asimilar lo que los ojos ven otra tarea sin éxito. Sólo queda emocionarse sentaditos en algún rincón mirando fascinados esos ojos que te miran, esas orejas que escuchan tus preguntas y esas bocas que como budistas devotas te responden en clave. Irse solo es posible cuando te echan: hora de cierre. Nooo!! Quiero quedarme horas enteras para absorber algo de toda esa magia!
Quiénes fueron los constructores? Cuál era el fin de estas ruinas? Cómo puede ser que nunca antes hubiéramos sabido más que el nombre del templo principal, Angkor Wat? Una civilización que cobró fuerza en el siglo VIII y IX, fundada por los Khmer, grandes artistas y comerciantes, hasta su decaída en el siglo XIII donde otra civilizaciones cobraron más poder y tomaron bajo su ala el comercio entre el Sudeste Asiático, China e India.
Exploradora.
Cara de 35 grados a la sombra.
Linga, símbolo de Vishnu y de la fertilidad.
Más relieves.
En Angkor Wat.
En Angkor Wat.
Desde Afuera.
Caripelas por 200. Aunque no parezca la estoy pasando bien.
Los árboles que crecieron entre las paredes del templo son la decoración perfecta.
Bayon, por lejos el que mas nos gustó de todos los templos.
Caritas, son 45 cúpulas (en pie) con 4 caras de buda.
Foto ganadora de la jornada (por María)
Tallados, en las paredes inferiores del templo
Desde abajo.
En primer lugar me gustaría aclarar que es imposible, o al menos muy dificil explicar con algunas fotos la magnitud y mística de este lugar…
Comencemos de lo particular a lo general.
No me pidan que recuerde todos los nombres de los templos, pero si recuerdo que éste se destaca por lo bien preservados que se encuentran los tallados en los marcos y en las puertas.
Estatuas Guardianes, estas estan restauradas a nuevo para que se vea la terminación que tenían originalmente.
El detalle y el grado de conservación de estas figuras es algo que nos sorprendió.
Músicos ciegos, interpretando melodías tipicas.
audiencia conmovida.
Algunos tallados mas…
Supongo que María ya les va a contar algo sobre mitología indu, si no me equivoco es Indra montado en sus 3 elefantes.
Puerta tallada.
María que no paraba de estudiar en cada descanso.
Nuestro conductor de tuc tuc, «Bro»
Entrada a templo con serpiente de 7 cabezas
Y nos fuimos de la playa para pasar por Bangkok un día e irnos para Ayuthaya, una ciudad muy antigua al norte de Bangkok. Allí nos quedamos en una hermosa habitación estilo thai de piso, paredes y techo de madera; llena de adornos antiguos, alfombras y con un colchón enorme en el suelo. Un placer! Conocimos muchos templos y algo de historia de Tailandia, Myanmar y Camboya. Al parecer el budismo no los detenía a la hora de luchar y matarse unos con otros pero bueno, creo que es la misma historia de siempre… aprenderemos alguna vez? Me podrán ver en las fotos, yo escuchando la audio guía y Diego fotografiando todo. Está hecho todo un profesional !!!
De allí partimos para Chiang Mai, una ciudad al norte de Tailandia donde el país empieza a ser montañoso. La ciudad nos pareció demasiado grande y demasiado turística. Llena de actividades tipo rock climbing, tirarse de una tirolesa, andar en elefante, ir a show de tigres y monos, tirarse de bungee jumping, andar en motocross y demás actividades afines. Nosotros, ratas como somos, no hicimos nada de eso. En cambio, fuimos a lugares de gran interés turístico pero en los que por alguna razón extraña la gente no tenía interés en ir. El Jardín Botánico, uno de ellos, fue hermoso. Inmenso, lleno de flores, árboles y plantas increíbles en medio de la selva. También visitamos la universidad y nos quedamos boquiabiertos. Era una especie de ciudad universitaria pero mucho más grande, lleno de verde, con un lago, y los distintos edificios de cada especialidad. Y la feria de comida y ropa enfrente de la universidad fue lo mejor de todo. Comimos riquísimo y super barato y yo me compré un vestidito estilo chino hermoso.
Y de aquí para Pai, una pequeña ciudad más adentro en las montañas. Y directo para Tacomepai, una granja orgánica dedicada a la permacultura. Esto sería dicho mal y pronto un tipo de cultivo en armonía con la flora y fauna del lugar. Es decir que se cultiva entre las plantas y árboles sin dañar el ecosistema. El primer día llegamos y recorrimos la granja entre senderos selváticos mientras una chica de Australia nos daba a probar yuyos extraños que ella nombraba como comestibles mientras nosotros recordábamos la película “Into the Wild” .Luego, nos llevaron a nuestro nuevo hogar: una cabaña en el medio de unos arrozales hecha toda de madera y cabañas de bambú. La construcción respetaba el estilo de una de las tribus del lugar así que literalmente vivíamos en una construcción que podría haber sido exactamente igual hace 1000 años; eso sí, teníamos papel higiénico. Todas las cabañas de esta granja estaban alejadas entre sí y tenían un estilo distinto. La nuestra era la más lejana de todas, de hecho era la única en medio de los arrozales que eran de un terreno vecino. El lugar era hermoso, para nosotros el más lindo de toda la granja. Por eso no entendíamos porque era la única cabaña que quedaba libre cuando llegamos. Hasta podíamos ir a nuestro hogar por la entrada principal o bien por otro camino lo cual era perfecto porque por ahí contrabandeábamos plástico algo totalmente prohibido de ingresar. No es que quisiéramos portarnos mal pero todo en este mundo viene envuelto en plástico y yo prefiero antes que desayunar arroz un budincito o unas galletitas de chocolate. Estos muchachos se tomaban todo tan en serio que los platos, vasos y cucharas eran de bambú. El problema es que al parecer hacer tenedores de bambú es muy complicado así que había que darse maña a la hora del almuerzo. En fin, no fuimos los alumnos perfectos pero algo hicimos. Yo planté arroz pero no en la granja sino en los campos vecinos, al viejo estilo. Otro día con Diego reconstruimos un techo hecho de bambú y hojas secas. O sea que uníamos una especie de tejas hechas de hojas secas a los bambúes usando pedazos de bambú. Suena difícil pero no lo era tanto. Estuvimos largo rato, en un momento lo miro a Diego y veo que está haciendo algo distinto a lo que yo hacía. Me preocupé, probablemente yo lo estaba haciendo mal y se nos iba a venir el techo encima. Pero cuando le pregunto me muestra que había cambiado la técnica por otra que era mucho más estética. Y tenía toda la razón, sus uniones eran más lindas que el resto. Un genio !!!
Debemos confesar que además de esas tareas comunitarias y un par de cebollas cortadas, la mayoría del tiempo la pasamos arriba de la moto paseando por Pai y alrededores, un lugar súper verde y montañoso. Así es que encontramos un lugar cerca de una cascada muy bonito para mudarnos luego de nuestros tres días en la granja. Y aquí es donde nos enteramos que los campos de arroz están llenos de tarántulas y alguna que otra serpiente lo cuál explica por qué mis amiguitos thai plantaban arroz con botas de lluvia y por qué nadie quería ocupar la cabaña más linda de todas. Aquí estamos entonces, lejos de las tarántulas y disfrutando de la noche fresca escribiendo sobre nuestras pequeñas aventuras.
En Ayutaya:
Un Buda.
Audioguía.
En Pai:
-«Cuidado con el piso, que está resbaloso»
-«Qué?»
Esta es la tribu «cuello largo»?
Vista del arrozal desde nuestra cabaña de bambú.
Que como verán estaba en el medio del arrozal.
María colaborando en la granja
Y sí…nos colgamos mal. Los días pasaron y ni nos enteramos mientras disfrutábamos un shake de mango en posiciones varias: la mayor parte del tiempo tirados en una hamaca paraguaya, pero no faltaron reposeras, simplemente arena o la plancha en el agua.
Por fín aprendí a hacer la plancha!!! Era una carga que llevaba conmigo desde mi primeras vacaciones adolescentes en el mar. No entendía por qué, me hundía de sólo intentarlo. Quizás debido a que el Andamast Sea es particularmente salado, aquí apenas lo intenté allí estaba boca arriba mirando el cielo. Luego de extensas prácticas, me convertí en una experta en hacer la plancha; con piernas o brazos flexionados, estirados o cruzados, nada me impedía quedarme largo tiempo admirando la forma de las nubes.
No es que no hacíamos nada, no crean. Caminamos muchísimo, después de Nepal no hay sendero que se nos resista. Así que en Ko PhanGhan nos caminamos media isla, aún cuando los lugareños nos decían que no había más camino, que no se podía, que para qué? Y tenían razón !!! A quién se le ocurre ir a una isla paradisíaca a caminar por senderos que hace años nadie pisa. A nosotros !!! Así que de pronto a una playa donde la única aparente manera de llegar era en barco aparecían dos personajes con las piernas llenas de rasguños, con mil picaduras de insectos extraños, traspirados a morir y rogando por tan solo un vaso de agua para ya recuperados ir en busca del bungalow más barato de la zona. Ahora sí, que tenga hamaca paraguaya y buena vista!
También nos volvimos amantes del snorkel. Debo confesar que la primera vez fuimos hasta un coral y cuando empezamos a ver esta infinita cantidad de peces me asusté. Es que son un montón, y te miran, se acercan, se asustan.. Para una primeriza como yo fue demasiado y me volví rápidamente a la playa a recuperarme. Pero luego retomé coraje y fue hermoso.
No dejó de ser un recorrido cultural! Leí un libro de Dalai Lama sobre cómo se feliz pero resultó que es más complicado de lo que creía. Al parecer se necesitan varias esforzadas vidas dedicadas a la práctica budista para llegar a la iluminación así que después de meditar un rato sobre el tema encontré una joya literaria en una playa perdida llamada Bottle Beach: el libro se llama “I am Ozzy”, la autobiografía de Ozzy Osbourne. Reconozco que al tomar el libro le dije a Diego: este Ozzy me suena, debe ser alguien conocido… sabés quién es? Y Diego me miró con unas de sus caras … Ahora se todo de su vida!
Ya ni sé cuántas playas conocimos pero fueron un montón. Nuestros pies pisaron arenas oscuras, piedras, arenas blancas como la sal, y mucha tierra colorada. Nuestros ojos vieron mares más verdes, más celestes, selva, corales y muchos peces. Y por nuestras bocas qué decirles: más langostinos que todos los que comí en toda mi vida y curries cada vez más picantes. Sí, comimos como animales y por suerte recuperamos algo del peso perdido en Nepal.
Y acá estamos de vuelta en Bangkok, un par de días acá y nos vamos para el norte de Tailandia. No puedo creer que ya hayan pasado más de tres meses desde nuestra partida. Los extrañamos !!!
Caminando por la playa (Haad Yao, Koh Phangan).
Nadando en Bottle Beach.
Mas de bottle Beach.
Si, estoy metiendo panza, y qué?
Y en Koh Samui nos prestaron la cocina.
Chiquitolina?
Stresss!
Un poco de literatura de alto vuelo!
En Haad Yao nos dimos un lujito. de la cama a la pile en un pestañar.
Vista desde hamaca paraguaya 1.
Vista desde hamaca paraguaya 2.
Y por último mi imagen favorita.