jueves, mayo 22, 2025

It's my party and I'll write if I want to.

Creo que poco he hablado de esto, pero siempre he considerado que mi vida se divide en dos grandes partes: mi vida pre-internet y mi vida post-internet (yes, I'm that old, more of that in a minute).

Antes de internet, tuve la vida común, corriente y esperable de un adolescente Gen X y joven adulto: aventuras rupestres, anécdotas irresponsables, sangrías con sanguijuelas y situaciones salpicadas del salvajismo y funabilidad de una época que solo la ausencia de celulares y redes sociales permitía y que hoy sería imposible.

Pero entonces, a eso de los 23 años (se los dije, I’m fucking ancient), internet llegó a las masas y a mis manos. Y fue ahí donde todo cambió para mí. La Supercarretera de la Información (otro gag que los menores de 30 no entenderán porque estaban muy ocupados en el kinder en lugar de estar recorriendo la serie de tubos de la Supercarretera de la Información) me abrió un mundo nuevo en donde podía alimentar la encantadora personalidad y fino humor inglés que había germinado durante el oscurantismo de mi adolescencia. Fue una época de la que no me enorgullezco, pero que hasta la fecha me da risa. Risa y pena ajena, porque efectivamente, en los inicios de internet, como José José, fui de todo y sin medida.

Por supuesto que fui el troll que se metía a los foros de Univisión a pelearse con cristianos, con astrólogos, esoteristas, fans de Star Wars o con quien se dejara o cometiera el error de contestar cualquiera de mis pendejadas. (Fun fact para los OG: Óscar Akira me baneó cerca de 20 cuentas en los foros de Atomix; incluso cambiaron las reglas por mi culpa). Nomás quería llamar la atención y sentirme intelectualmente superior. Afortunadamente, fue solo una etapa que eventualmente se terminó. El año pasado. No me arrepiento de nada.

Luego conocí los blogs y tuve mis 15 minutos de fama. Y es aquí en donde internet realmente comenzó a impactar de una manera real mi vida, porque gracias a esos 15 minutos de fama, puedo asegurar que ahora llevo esta vida de miseria, decepción y horrores lovecraftianos. Nocierto. Bueno, sí es cierto que gracias al blog conocí a muchas de las personas que, hasta el día de hoy, en este momento, han hecho de mi vida un lugar del que estoy infinitamente agradecido.

Gracias al blog y las subsecuentes redes sociales que infecté (Twitter, Instagram, Sexy No), conocí a los grandes amores de mi vida y las amistades que (me) han soportado todos estos años. No exagero cuando digo que gracias a esas personas soy quien soy el día de hoy, para bien y para mal. Sobre todo mal. Me deslindo y los culpo directamente. Cómo se atreven.

Por eso divido mi vida en esas dos partes, porque he visto de primera mano (en mis conocidos contemporáneos) la posible vida que llevaría si hubiera dicho —como me dijeron, y cito textualmente—: “Internet? Esa mamada qué? Es para ñoños y jotos”. En este momento tal vez usaría pantalones caquis y camisas polo fajadas, iría los viernes al botanero con los de la oficina e iría al cine dos veces al año. O tal vez no. Las posibilidades son muchas, pero estoy seguro de que ninguna se le acercaría a lo que es mi realidad. Y me alegro.

¿Y todo esto a qué viene? Pues no mucho, realmente. Hoy cumplo 48 años y eso me hizo reflexionar que, aunque cronológicamente ya califico como viejo rancio, en realidad no me siento como tal.

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Yo, viendo el calendario gregoriano.

Tenía 27 años cuando escribí la primera entrada en este blog, y aunque obviamente —y gracias a Dios— ya no soy la misma persona, puedo ver claramente el camino recorrido y muchas de las razones —y personas— por las que no me siento tan acabado, por lo menos intelectual y emocionalmente. (¿Han visto a un Gen X derrotado por la vida? Es una imagen tristísima). Creo sinceramente que internet me ha mantenido en constante movimiento, en continuo crecimiento (con todos los errores que esto conlleva, que son, como diría Ibargüengoitia, un putamadral), y esto ha permitido que las aguas del manantial que es mi vida (They should have sent a poet) no estén tan estancadas y no apesten a aguas de albañal. Tan.

Siempre digo que sigo esperando la crisis de la mediana edad (de hecho, sigo esperando la crisis de los 20 y los 30). Sospecho que me van a llegar todas de golpe en forma de una supercrisis transformer-kaiju-ectoplásmica y seguramente me compraré un scooter, encontraré a Jesús y diré cosas como: “Lo que es para ti, te encuentra”.

Los veré en el infierno. Desde el cielo.

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Mira mamá, sin filtros.

Yo.

martes, marzo 11, 2025

Solo un grano de arena.

Jürgen descendió de la capsula en el centro de la plataforma, a un costado de la sala de navegación.

Lörgeer, el primer oficial a cargo de la navegación, lo miró con atención durante un momento, un tanto sorprendido por la burda casaca de piel que cubría el torso sucio de Jürgen.

—Esta vez te ha llevado casi un mes, Jürgen. Espero que haya valido la pena. Estás hecho un desastre.

—Tenía mucho que explorar, Lörgeer. Valorar correctamente un nuevo mundo no es algo que deba tomarse a la ligera —respondió Jürgen mientras bajaba de la plataforma y se desprendía del saco que llevaba en la espalda.

—No lo dudo. Lo único que cuestiono es ese método tan poco ortodoxo que tienes para explorar. Tenemos autopods, planeadores atmosféricos, hovercrafts graviticos. Iincluso tenemos las sondas holográficas, que pueden reproducir dentro de la nave cualquier zona del planeta que desees.

—Lo sé, pero ni sobrevolar a Mach 5 ni moverse a través de un holograma podrá compararse nunca con recorrer una tierra como lo ha hecho el hombre desde el alba de los tiempos —replicó Jürgen mientras se dirigía hacia su camarote.

—Como tú digas. Al fin y al cabo, eres tú el que regresa tan bronceado como un zarek. Parece que hubieras estado flotando alrededor de una enana blanca —dijo Lörgeer, volviendo a sus controles—. Por cierto, Wödan ha estado llamando cada seis horas durante los últimos tres días. ¿Qué quieres que le diga?

—Solo dile que mi informe estará listo en un par de días. Mientras tanto, puede seguir molestando a otro explorador menos agotado —respondió Jürgen desde el pasillo que comunicaba con los compartimientos de la tripulación.

Bew Jürgen era el explorador en jefe de una de las muchas expediciones que el Núcleo enviaba por toda la galaxia. Su trabajo consistía, básicamente, en analizar, catalogar y emitir un informe sobre los exoplanetas encontrados en el sector que le fuera asignado.

Lo que hacía diferente a Jürgen de la mayoría de los exploradores en jefe —como su primer oficial hacía notar constantemente— era la forma en que llevaba a cabo su labor. Los protocolos establecían los métodos a seguir, casi todos automatizados, y estos eran cumplidos al pie de la letra. Pero una vez terminados y los resultados emitidos, Jürgen tenía completa autoridad para hacer lo que considerara necesario.

No era raro que pasara una o dos semanas en un planeta, solo, sin más equipamiento que unas cuantas herramientas reglamentarias que siempre llevaba en un bolso cuasi-indestructible, equipo oficial de cualquier explorador del Núcleo. A veces se metía en serios problemas, pero siempre podía regresar a la nave en cualquier momento gracias a una cápsula de emergencia que lo seguía en todo momento en una órbita baja. Muy pocas veces esto era necesario, ya que los planetas asignados a una expedición exploradora carecían invariablemente de vida inteligente. Esos mundos eran dejados para otro tipo de expediciones, llamadas "de Contacto", una división completamente diferente del Núcleo.

La cantidad y variedad de exoplanetas habitables era enorme, pero aun así, era raro encontrar planetas como Corillion. Tenía todas las ventajas de un planeta terraformado y casi ninguna de sus desventajas. Había muchos planetas similares en la galaxia, pero Jürgen nunca había encontrado uno tan hermoso. Fue por ello por lo que no le costó tomar su decisión.

Un explorador no era un simple miembro más del Núcleo. Hacía mucho tiempo, los exploradores salvaron a la raza humana de la aniquilación por sobrepoblación. Fueron los primeros en viajar al espacio y aventurarse en nuevos planetas. Los métodos de exploración en esa época eran burdos e ineficientes, y solo uno de cada cuatro exploradores sobrevivía. Aun así, lograron encontrar nuevos mundos, y la humanidad pudo expandirse por la galaxia.

Fue así como los exploradores alcanzaron un elevado rango dentro de la jerarquía espacial. Su trabajo, aunque ya no tan peligroso como en el pasado, seguía teniendo sus bemoles. Pero las recompensas y compensaciones eran igualmente elevadas. Sus veredictos, por ejemplo, eran inapelables. La palabra de un explorador en cuanto a las recomendaciones de los planetas que exploraban era ley. La civilización galáctica agrupada bajo el Núcleo lo sabía y lo respetaba.

Jürgen entró en su cubículo de espartana funcionalidad. En él, una unidad regenerativa hacía las veces de cama y medikit, una pequeña mesa con tres sillas y una terminal del ordenador principal. Una pared completa era una pantalla que en ese momento mostraba un hermoso globo brillante de color azul-morado flotando en un mar de estrellas. La escena hubiera sido incómoda para alguien no habituado a las imágenes holográficas. Era inquietante estar en una habitación con tres paredes sólidas y una cuarta que daba directamente al abismo negro del universo. Sus ropas, gastadas y sucias, contrastaban fuertemente con el brillante metal y la suavidad lechosa del plástico que conformaba su habitáculo. Se desnudó y se dio un baño químico, para luego someterse a una cascada de rayos ultravioleta, que acentuó aún más su bronceado. Finalmente, se enfundó en un sencillo mono azul marino, distintivo de los exploradores.

Cuando se disponía a ordenar la información que había recopilado para rendir su informe al Núcleo, llamaron a la puerta. Era Lörgeer. Sin esperar una respuesta, abrió y entró en la habitación. Se acercó a una silla y se sentó, con los brazos cruzados.

—Jürgen, creo que deberías pensarlo mejor —dijo, preocupado.

—¿Pensar mejor qué cosa? —respondió Jürgen, distraído, mientras se sentaba en otra silla.

—Tu informe. Estoy seguro de que piensas vetar a Corillion. No creo que sea justo.

Jürgen miró interesado a Lörgeer, levantó una ceja y preguntó:

—¿Justo para quién?

—Para el Núcleo, para la Expansión, para todos nosotros. Creo que es un poco egoísta de tu parte. O tal vez muy egoísta. Corillion es un mundo perfecto para el Núcleo; no necesita terraformación. Prácticamente, solo tenemos que llegar y establecernos. Oportunidades como estas se dan muy pocas veces. Sé muy bien de tus privilegios como explorador en jefe, pero te pido que lo reconsideres.

Jürgen entrecerró los ojos, como lo había hecho tantas veces al mirar los explosivos crepúsculos de Corillion. Luego se inclinó hacia adelante en su silla y miró directamente a Lörgeer.

—Te voy a contar una historia. No sé si hayas escuchado sobre Altair 9, o mejor dicho, sobre Trevanya.

—En la academia vimos algo al respecto, pero mis intereses en esa época estaban en otro lado —respondió Lörgeer, un tanto avergonzado.

—Está bien, no importa. Es historia antigua, de los comienzos de la Expansión. Trevanya era un planeta muy similar a Corillion. Orbitaba alrededor de Altair 9, a unos cientos de pársecs del Sol. Los exploradores lo encontraron cuando en la Tierra aún reinaba la histeria de la sobrepoblación y la sobreexplotación de los recursos naturales. Para ese entonces ya había unos cuantos planetas habitados, los de la primera ola colonizadora. Pero eran planetas agrestes, inhóspitos. Terraformarlos era duro, peligroso y, sobre todo, requería mucho tiempo. Trevanya fue como un regalo de las estrellas.

Cuando los hombres llegaron a él, se maravillaron ante su belleza y sus hermosas diferencias con la ya sobrecargada y —francamente— poco atractiva Tierra. Y lo colonizaron. Al principio llegó una cantidad relativamente pequeña de colonos. Trataron de respetar el equilibrio natural del planeta. El problema comenzó cuando llegaron cada vez más personas a Trevanya, atraídas por la promesa de una tierra nueva y maravillosa. El planeta fue cediendo terreno poco a poco, hasta que llegó un momento en que hubo que tomar una decisión: o se frenaba la expansión, o Trevanya se convertiría en una nueva Tierra.

Como era de esperar, la opinión pública se dividió en facciones. Los más extremistas abogaban por la completa industrialización del planeta, proponiendo la maximización de los cultivos hidropónicos y la desecación de océanos para la extracción de minerales. Los conservadores —en su mayoría descendientes de los primeros colonizadores, que sentían un deber proteger el planeta— proponían una política de migración hacia los nuevos mundos que, para ese entonces, los exploradores del Núcleo habían encontrado. Como ninguno de estos planetas tenía las condiciones ideales de Trevanya, la discusión llegó a un punto muerto.

La historia, en este punto, se vuelve poco confiable. Se dice que algunos de los más reaccionarios de ambos bandos —incluso se habla de intereses ajenos a estos— decidieron llevar al extremo la filosofía de Salomón.

—¿Quién? —preguntó Lörgeer, confundido.

—No importa. Decía que los registros se vuelven confusos. Al parecer fueron reescritos una y otra vez, seguramente para convertir en héroes a villanos y viceversa. Lo importante es que, en un momento dado, alguien decidió que si Trevanya no era de ellos —quienesquiera que fueran— en sus términos, no lo sería de nadie.

—Pero eso es ridículo. Estamos hablando de un planeta entero, no de un asteroide o un satélite—replicó Lörgeer.

—Aquellos eran tiempos de locura. A nuestros ojos, que han visto mejores días, nos parece descabellado. Pero para ellos, eran tiempos que pedían medidas desesperadas, aunque estas estuvieran basadas en decisiones incorrectas. Lo que se pudo sacar en claro de los registros que se pudieron rescatar es que, de algún modo, volvieron al planeta inhabitable. Radiactivamente inhabitable.

—¿Cómo lograron algo así? ¿Ojivas termonucleares? ¿De litio?

—No. Al parecer usaron algún tipo de acelerador nuclear, o varios, alrededor de todo el planeta. Aceleraron e incrementaron la radiactividad de los elementos pesados de la corteza del planeta. El cambio fue gradual; no eran asesinos. Tuvieron suficiente tiempo para abandonar el planeta y dispersarse por los nuevos mundos. Y luego pasó algo curioso. Se creó una especie de tabú, ya que nadie habló de lo que ocurrió. Supongo que la vergüenza que les producía el haber sido expulsados nuevamente del paraíso —y esta vez por su propia mano— contribuyó a su silencio. Ahora Trevanya es un mundo muerto y reseco que brilla con un leve fulgor mortalmente radiactivo. Y así seguirá.

Jürgen miró pensativo hacia la pantalla, donde el globo luminoso seguía su curso inalterable a través del espacio, ajeno a los problemas de los humanos.

—Es una historia triste —replicó Lörgeer—. Pero sigo sin ver la relación de todo ello con Corillion y tu veto. Ya no estamos en esos días. Esa locura ha sido extirpada. Ahora los hombres comprenden y valoran los mundos y su ecología. Como tú, por ejemplo.

—Es sencillo —contestó Jürgen, saliendo de sus pensamientos—. La humanidad muestra un patrón, eso lo saben los estudiosos de las dinámicas sociales desde hace miles de años. Ni toda la adaptación que hemos tenido durante los siglos de la Expansión ni el explosivo desarrollo que hemos vivido bajo el Núcleo pueden contrarrestar el condicionamiento genético que hemos sobrellevado durante millones de años. El ser humano es gregario por naturaleza. Salvo casos aislados, se siente desvalido si no está rodeado por sus semejantes. En muchos casos, ha llevado esta necesidad de compañía hasta extremos psicóticos. Los mundos del sector Palladrian, por ejemplo, son auténticas colmenas humanas, aun teniendo terreno suficiente como para, si así lo quisieran, tener que viajar kilómetros para ver a un semejante.

Cuando el hombre, guiado por su instinto nómada, curiosidad o incluso necesidad, encuentra nuevas tierras más allá del horizonte, cae en los mismos errores que ha cometido durante toda su historia. Ese es el problema: el hombre, en lugar de adaptarse al medio —como lo hizo cuando comenzó a andar en dos piernas— hace que el medio se adapte a él. Y esto no es solo en términos ecológicos; el hombre incluso hace que el medio se adapte psicológicamente a él. ¿Cómo lo hace? Sencillo: en cuanto dispone de los medios, reproduce casi al pie de la letra todas las condiciones sociales del ambiente del que emigró. Esto lo podemos ver en la historia de la misma Tierra. ¿Qué hicieron los ingleses cuando cruzaron el Atlántico? Mataron indígenas, exportaron esclavos y comenzaron a vivir emulando las costumbres del lugar de donde venían. ¿Qué hicieron los españoles en América? Mataron indígenas, exportaron sus creencias y construyeron ciudades que eran copias al carbón de las de su país de origen. ¿Y qué hicieron en Trevanya? El hombre se llevó toda su mezquindad e inequidades y acabó destruyendo un mundo perfecto. Esta es la naturaleza del hombre, pero eso no significa que no debamos —si está en nuestras manos— hacer algo para romper con ese patrón.

—Lo que dices tiene sentido —dijo Lörgeer—. Pero creo que Corillion sigue siendo un caso extraordinario. Si en tu informe recomiendas que se establezcan protocolos de colonización en los que se tenga como prioridad la conservación del ecosistema en su estado natural, estoy seguro de que nunca se llegarán a extremos tan desagradables. Como ya dije, estos son otros tiempos. La colonización ya no es una prioridad para el Núcleo. Las exploraciones con el simple fin de investigación pura o de localización de depósitos de materiales escasos son cada día más comunes. Incluso las nuevas técnicas de terraformación, baratas y al alcance de cualquier economía, hacen que la búsqueda de planetas ecológicamente viables por naturaleza no sea tan importante. Corillion sería un parque de recreo, por decirlo de alguna manera —Lörgeer se recostó en la silla y cruzó los brazos tras su cabeza.

—Ese es el problema —replicó Jürgen—. Al principio será como dices, un parque de recreo, con unas cuantas poblaciones para adinerados o altos funcionarios del Núcleo. Pero poco a poco, más adinerados y más funcionarios querrán su tajada. Tú no lo puedes asegurar porque no has estado ahí. No has visto esos atardeceres con las dos lunas enmarcando el enorme sol. No has caminado por sus praderas tapizadas con terciopelo verde y naranja. No has admirado las auroras boreales desde la punta de sus montañas cortadas a pico. Corillion es un mundo hermoso. Lo sé, estuve ahí. Y por eso te puedo asegurar que, si no proclamo un veto, un día se convertirá en otra cosa, algo que nada tendrá que ver con su realidad presente. Los viejos habitantes, movidos por la codicia, la presunción o simplemente por esa necesidad de comunidad —aunque sea reducida— irán acotando el planeta cada vez más. Se preguntarán: "¿Para qué mantener todo un mundo virgen cuando podemos conservar solo la mitad de él en ese estado?" "¡Vengan y admiren cómo el hombre ha sojuzgado una vez más a la naturaleza!" Y después de un tiempo, cuando se sientan más presionados y su necesidad de presumir su posesión crezca de nuevo, dirán: "¿Y por qué conservar medio planeta virgen? Con unos millones de hectáreas es suficiente". Y así, poco a poco, hasta que Corillion no sea más que un parque de diversiones, un jardín, una parodia de lo que alguna vez fue. Sometida su ecología y su espíritu, quebradas sus raíces y sepultada su belleza bajo la férrea y homogeneizadora mano colonizadora del Núcleo. No, Lörgeer. No permitiré eso.

—Debo reconocer que tu razonamiento es válido —dijo Lörgeer con un suspiro—. Además, sabes bien que siendo explorador en jefe tu dictamen es inapelable. Lo que tú decidas, será. Y confío en ti. Así que no hablaré más del tema.

—Créeme, es lo mejor. Además, con los adelantos en cuanto a las técnicas de terraformación, como tú mismo dijiste, el costo de convertir un planeta yermo en algo que se ajuste a los estándares humanos es risible. No hay necesidad de manosear un planeta como Corillion —dijo Jürgen, levantándose y dirigiéndose hacia la consola—. Ahora bien, largo de aquí. Tengo que comenzar mi informe. Te veré en la sala de oficiales en un rato. Y dile a Beörl que me guarde algo de esa botella de Lakaria. Quién sabe cuándo regresemos a ese planeta de magníficos y simpáticos borrachos.

—Está bien. Y si Wödan llama de nuevo, por fin podré darle una respuesta que no lo haga enrojecer —dijo Lörgeer mientras salía y cerraba la puerta.

Jürgen se dirigió hacia la consola y activó un par de controles. Comenzó a dictar:

Cargo: Explorador en Jefe Bew Jürgen.
Nave: TS Wotan. Sección: 42-Türgell del Consejo de Exploración del Núcleo.
Destino: Brazo Espiral Proteus. Cuadrante 84-126IS.
Tarea: Evaluar, clasificar y emitir recomendación y/o veredicto sobre Cuarto Planeta, Estrella G3, en Zona ecológica viable. Sin Vida Inteligente indígena.

Comentarios:

El planeta es ecológicamente viable para sustentar vida humana sin requerir terraformación. Observaciones personales [clasificadas bajo el Código ER23 de la Comisión Exploradora del Núcleo] determinan el veto definitivo e inapelable del planeta. Ninguna actividad colonizadora y/o patrullas expedicionarias serán autorizadas. El veto no prescribe ni puede ser anulado. Se solicita la movilización de estaciones orbitales automatizadas de vigilancia para tal efecto.

Jürgen interrumpió la grabación y se recostó en la silla, pensativo. Si bien las razones que le había dado a Lörgeer eran válidas y sinceras, había una más.

Hace miles de años, cuando el ser humano aún no había salido del planeta madre, había hombres que atesoraban joyas, específicamente, diamantes. Algunos lo hacían por avaricia, poder y codicia, sin preocuparse por la belleza de estos. Solamente los miraban como artículos con un valor determinado por el mercado. Había hombres que eran dueños de muchísimos diamantes y jamás se detenían a mirarlos. En cambio, había otros, unos pocos, que apreciaban esas joyas por su valor intrínseco, por su belleza pura. Para ellos, tenían un valor que no podía ser comparado con nada material. Hombres que admiraban una joya solo por lo que era: un objeto único e irrepetible que simbolizaba la belleza.

Y para Jürgen, la analogía ni siquiera era correcta. Un diamante era tallado para obtener más de él. Su belleza, aunque impresionante, no dejaba de ser prefabricada según los cánones del hombre. En todo caso, era como si se compararan diamantes con granos de arena. Y para Jürgen, Corillion era un grano de arena, una pequeña partícula inalterada y pura.

Y nadie, jamás, podría ver con malos ojos que un hombre atesorara y protegiera un pequeño grano de arena perdido en la inmensidad de una solitaria playa.

Jürgen caminó de nuevo hacia la pantalla de observación. Una hermosa esfera azul-morada brillaba surcada por hilos de plata. A un costado, dos pequeños puntos cruzaban majestuosamente sus cielos. Su atmosfera era rodeada por un halo de crepúsculos que lo teñían todo de tonalidades violetas. Un pequeño grano de arena flotando en la silenciosa majestuosidad de un mar rebosante de luz.

Jürgen sonrió.

Fin.

jueves, noviembre 07, 2024

Factorización de trinomios: El binomio cuadrado perfecto.

Un polinomio que consta de dos términos se llama binomio. Elevar un binomio a la n-ésima potencia equivale a multiplicar un binomio n veces por sí mismo.

Un binomio cuadrado perfecto es una expresión con dos términos elevados al cuadrado, como (a+b)2. Para resolverlo, se cuadra el primer término, se multiplica el primer término por el segundo y se suma este producto dos veces, y finalmente se cuadra el segundo término de la siguiente manera: 

(a+b)²=a²+2ab+b². 

Por ejemplo, para desarrollar (x+1)² se puede usar el patrón anterior y obtener x²+2x+1.


Listo.

miércoles, noviembre 06, 2024

Cozy Science Fiction, la ciencia ficción que abraza pero no magulla.

Una de mis opiniones más basadas (como dice la chaviza eriza 🤙) es afirmar que la ciencia ficción es el género literario más completo que existe. Y en verdad lo creo, la SF es el único género que puede tratar cualquier tema imaginable desde cualquier ángulo inimaginable, las posibilidades son infinitas, ningún otro género tiene esa flexibilidad y adaptabilidad, ni la fantasía, ni el Libro Vaquero ni el realismo mágico (la única cualidad que tiene el realismo mágico es ponerme fúrico cada que recuerdo La región más transparente, uno de los libros que más he detestado en mi vida y causal de mi desprecio eterno hacia Carlos Fuentes).

Como muestra, un botón de algunos de los subgéneros de la ciencia ficción (esta es una lista vieja y faltan corrientes, estilo y subgéneros que han surgido en los últimos años):


Age Regression, Alien Invasion, Alternate Histories, Apocalyptic, Artificial Intelligence, Astrobiology. Bigger Than Worlds, Biopunk, Biorobotics, Clerical, Communalness, Catastrophe, Cybernetic Revolt, Cyberpunk, Cyberspace, Cyborg, Detective, Dying Astronaut, Dying Earth, Dystopian, Environmental, Erotica, Exotic Ecosystems, Extraterrestrial Life, First Encounters, Frontier, Generation Ship, Gothic, Hard SF, Horrific, Immortality, Lost Worlds, Military SF, Mind Transfer, Multiverse, Mundane, Mythological, New Wave, Near Future, Nanopunk, Post-apocalyptic, Posthumanism, Retro-futurism, Robots, Science Fantasy, Shapeshifting, Social SF, Soft SF, Space Opera, SpyFi, Steampunk, Sword and Planet, Terraforming, Time Travel, Transhumanism, Utopian, World-building, World Government, Xenofiction y tú mama también.


En lo personal, soy muy fan de la Millitary SF, Hard, First Encounter y Alt History, por poner algunos ejemplos (por otro lado, evito lo Distopian y el Cyberpunk, que son dos de los subgéneros más gastados y repetitivos, como tu cara). Pero últimamente me he tomado un respiro de los pew pew pews de repercusiones cósmicas y cataclismos cuánticos y Hell-class Weapons and dogs and cats living together (mass hysteria) para sumergirme en un subgénero llamado Cozy SF, que como su nombre lo dice, pues es…cozy:


“Cozy SF is a subgenre of science fiction that emphasizes heartwarming narratives, light-hearted adventures, and endearing character dynamics over intense (space) battles or catastrophic futures.

The genre leans into personal journeys, intimate discoveries, and the joy of space travel, providing a sanctuary where stakes are charmingly low, and exploration is as much about inner worlds as interstellar ones.

Cozy SF ultimately fosters an atmosphere of comfort, optimism, and whimsy, all while retaining a sense of wonder characteristic of more traditional science fiction.”


Para los que no usan Duolingo, pues eso, es ciencia ficción bonita. No significa que no exista drama o problemas o incluso muerte y destrucción, pero la escala y el enfoque es mucho más íntimo, personal o incluso introspectivo y esto facilita muchísimo su lectura, sobre todo para personas que no están iniciadas en la ciencia ficción, ya que aunque sí, el contexto puede ser futurista o con varios grados de connotaciones científicas, al final lo importante son los personajes y el desarrollo de sus interacciones personales, he ahí donde radica la belleza del subgénero, que no exige conocimientos previos o familiaridad con conceptos científicos poco intuitivos, únicamente pide empatía.

Justo por eso me parece que es una puerta de entrada perfecta para los que alguna vez han sentido curiosidad por leer ciencia ficción, pero no tienen idea por donde empezar o se sienten intimidados por la -muchas veces, sí- pretensión, snobismo o complejidad del algunos libros o autores.

Aquí tengo que abrir un paréntesis: (

Por favor, eviten esas listas donde recomiendan libros para empezar a leer ciencia ficción, SIEMPRE recomiendan las mismas obras de los mismos autores que si bien, ok, son parte fundamental del género, NO son ideales para adentrarse en la SF y de hecho creo que varios de esos libros serían contraproducentes, a continuación, enumero algunos de esos mamotretos:

Dune de Frank Herbert

Solaris de Stanisław Lem

Neuromancer de William Gibson

Ender’s Game de Orson Scott Card

The Martian Chronicles de Ray Bradbury (lo siento, es un libro muy bonito pero es más poesía que ciencia ficción y es una bestia aparte, igual que Fahrenheit 451)

Cualquier cosa de Philip K. Dick. De hecho no lean nunca a Philip K. Dick, fuck Philip K. Dick.

Aquí tengo que cerrar el paréntesis que abrí allá arriba porque antes que nada soy un hombre respetuoso de la gramática y la redacción: )

Y ha sido un camino largo y lleno de retos (como abrir y cerrar paréntesis) pero por fin hemos llegado al punto de este mamotreto: recomendarles a una escritora y todos sus libros que he leído, dos de los cuales entraron inmediatamente en mi top...algo de favoritos del universo y lo mejor que he leido este año. Es Becky Chambers, autora de la tetralogía Wayfarers:


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No tengo que decir mucho sobre los libros, únicamente que Chambers escribe personajes reales, profundos y vivos (cualidades de las que carecen muchos personajes del género, desgraciadamente) y que la forma de construir su universo es algo realmente admirable, sobre todo por la engañosa sencillez con la que desarrolla las interacciones entre los diferentes humanos (y aliens e inteligencias artificiales) que habla de un profundo conocimiento de la humanidad, de su propia humanidad.

La trama de los cuatro libros se desarrolla en un futuro indeterminado en donde la diáspora de la humanidad ha encontrado a otras civilizaciones alienígenas y con algunos trabajos hemos afianzado nuestro lugar en dicho entorno. Cada libro se enfoca en un grupo de personajes relacionados en cierto grado, pero por si solos cuentan una historia propia y autoconcluyente. Y gracias a esto es que puedo hacer algo poco ortodoxo porque antes que nada soy un hombre heterodoxo y recomendar la lectura de los libros no en orden cronológico o de publicación, sino en el orden que considero ideal para apreciar y absorber todo el contexto de la obra (a mí me hubiera gustado leerlos de esa forma, pero el hubiera, como la friendzone, no existen), que es el siguiente:

Record of a Spaceborn Few (libro 3)

The Galaxy, and the Ground Within (libro 4)

The Long Way to a Small, Angry Planet (libro1)

A Closed and Common Orbit (libro 2)

Además, los libros son muy baratos, $109 pesos, lo mismo que un kilo de tortillas (no tengo idea de cuanto cuestan las tortillas), háganse un favor y léanlos: https://a.co/d/9UcDjCm

También les recomiendo que lean este trinomio: 

2x3 – 7x2 + 4x

 

De nada.

martes, noviembre 05, 2024

Veinte años despues: una disertación sobre trinomios.

Hace un par de meses (el 18 de agosto) este blog cumplió veinte años. Si hace veinte años alguien me hubiera dicho todo lo que pasaría en este tiempo gracias y a consecuencia de este muladar, lo hubiera denunciado ante la Santa Inquisición porque la premonición es brujería, además, no le hubiera creído porque ante todo soy un hombre de ciencia y no me gusta hablar con extraños porque es pecado y ante todo soy un hombre respetuoso de las leyes de Dios y del hombre.


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Eran como las 4 de la tarde.

Veinte años, de acuerdo con la física relativista, son relativamente un chingo de años. Son tres presidentes y dos años de decir “un día de estos me meto al gimnasio” o un universitario decidiendo a media carrera que no le gusta la mecatrónica y prefiere estudiar letras y usar sudaderas de jerga. Son veinte años de una vida de la que realmente no me puedo quejar demasiado; veinte años de decisiones (buenas, malas y pésimas) que me han llevado a las más profundas simas del éxito y que ante todo, me han hecho el hombre que soy hoy, un hombre del renacimiento (porque nací en el siglo XVI).

 Pero si yo fuera otra clase de hombre -que lo soy- y me atreviera -me atrevo- a hacer un recuento de los (d)años, podría decir que el resultado final es mayor que la suma de sus partes. Ahora bien, como antes que nada soy un hombre matemáticamente analfabeto, creo que lo que acabo de decir no tiene sentido, pero el mensaje se entiende, y si usted no lo entiende, quiere decir que tampoco sabe nada de matemáticas y debería avergonzarse de haber llegado tan lejos en la vida sin saber utilizar el binomio cuadrado perfecto.

Por razones que no vienen al caso y contra algunas apuestas, hoy desperté. Luego, por alguna otra razón, recordé este blog y su reciente aniversario, después, en un acto de serendipia real, llegué a este párrafo en el libro que estoy leyendo (A Prayer for the Crown-Shy: A Monk and Robot Book de Becky Chambers, recomiendo)


"It was always a strange thing, coming home. Coming home meant that you had, at one point, left it and, in doing so, irreversibly changed. How odd, then, to be able to return to a place that would always be anchored in your notion of the past. How could this place still be there, if the you that once lived there no longer existed?"


Y como antes que nada, soy un hombre que escucha las señales del universo, decidí venir a este congal y probar si aún sabía escribir. Spoiler: aún no sé.

Pero es muy cierto, ¿Cómo regresa uno a un lugar en donde uno ya no existe? Porque si algo queda claro después de todos estos años, es que la persona que escribió más de mil, MIL posts en este blog (el 95% funables), ya no existe. 


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Yo, circa 2004-2024

Y no existe porque es lo correcto, es lo natural y sobre todo, era necesario. No porque uno tenga que cambiar, se trata en todo caso de evolucionar. Porque en el fondo somos pokemones; Pikachu evoluciona a Pichu y luego a Pikachote, pero no cambia a Bulbasaur o Charmander. Y en algún momento de esas evoluciones, llega un chamaco perdedor que básicamente nos secuestra y esclaviza para su beneficio y creo que la analogía ya se perdió porque nunca vi Pokemon pero estoy muy seguro que en el fondo se trata sobre peleas clandestinas y drogas duras. Misterios del universo.

Siempre he pensado que si uno voltea hacia atrás -ya sean seis meses o seis años- y no se avergüenza de las pendejadas que pensaba, decía o hacía, quiere decir que no ha tenido ningún tipo de crecimiento ni avance como persona. Ahora bien, el avance nunca es en línea recta, pero al final, el recorrido debería ser mayor a la suma de sus parOHQUELA.

Pero bueno, lo que mal empieza, mal acaba, ¿no?

 

つづく...

martes, marzo 29, 2022

La urgencia masculina de hablar cuando deberíamos escuchar.

 Después de hablar con varios lectores (viejos y -sorprendentemente- algunos nuevos) llegué a la decisión de no archivar el contenido del blog, incluyendo los posts problemáticos y anacrónicos. Me hicieron ver que todo es parte de lo que fui y tienen razón, un blog editado y edulcorado con únicamente los posts "buenos" sería hipócrita y no reflejaría la realidad de un crecimiento que ha tomado años y años. Por otro lado, alguien que me juzgue por la persona que fuí hace quince años y no por la persona que soy ahora (para bien y para mal) no es alguien que necesite en mi vida.

El proceso de "republicación" será tardado, porque si bien para archivar las entradas solo requirió un botonazo, me di cuenta que el blog tiene aproximadament 1,300 posts, pero sólamente estaban publicados 1,100.  Esos 200 posts que nunca fueron pensados para ver la luz son en su mayoría borradores, notas o simples garabateos sin contexto. Esto significa que voy a tener que ir revisando por partes y será bastante tardado, pero eventualmente iré avanzando. Espero.

Agradezco mucho que me hayan ayudado a entender un par de cosas sobre este blog, sobre todo, como durante años lo he menospreciado y satanizado como un muladar sin redención ni valor real más allá de la nostalgia narcisista. Me hicieron ver que para algunas personas, este blog fue un lugar importante para su formación y crecimiento, un lugar en donde podían refugiarse del mundo exterior, de la soledad o de la depresión. Lo que para mí eran publicaciones idiotas y desechables, para algunos fueron punto de partida o apoyo para situaciones personales. Varias personas me dijeron que aquí conocieron la ciencia ficción, nueva música, nuevas películas. Que rieron en momentos que les hacía falta y que lloraron conmigo en momentos difíciles. Nunca lo había visto así, pero gracias a ello estoy empezando a valorar más este lugar que, por más que lo minimice, me dio muchísimas cosas, sobre todo, me permitió conocer personas increibles que muchos años después, aún son parte de mi vida. Nada mal para este culo de blog.

***

Aún sigo oxidado y me cuesta hilar todo un post sin estos intermedios mentales, pero los prefiero a detenerme y perder el ritmo hasta la siguiente idea. Siempre he escrito de un jalón; es muy raro que piense en la estructura o progesión antes de empezar a teclear. Y aún es más dificil que regrese a editar o rehacer lo escrito más allá de correcciones ortográficas. And it shows.

***

Curiosamente, van tres personas que me peguntan mi opinión sobre lo de Will Smith en los Oscar. Hace años, en el auge de este blog, ya hubiera escrito una entrada haciéndome el gracioso con fotos editadas (los proto memes de la prehistoria). Hoy, mi primera reacción es: ¿Qué importa mi opinión? De hecho, ¿Qué importa la opinión de cualquier hombre en esta situación que apesta a masculinidad tóxica por todos lados? 

He leido tantos takes tan diferentes y dispares que la verdad ya no tengo nada que decir. Primero, porque no tengo la capacidad ni las herramientas para manejar estos temas. Segundo, aunque las tuviera, no me corresponde, y tercera, cuarta, quinta y enésima, no importa, no tengo energía y ya hay mucha gente que sí sabe de lo que habla pronunciándose al respecto. ¿Para qué meto mi cuchara toda pendeja en algo que más que opinar, debo trabajar, como todos los hombres?

De todo lo que he leido al respecto, me quedo con esto que encontré en una página sobre nuevas masculinidades que me recomendó una amiga que es muchísimo más inteligente que yo (lo cuál, sinceramente, no es tan dificil), con lo que coincido totalmente: Will Smith y la nueva masculinidad de siempre


“La gran tarea pendiente para los hombres es la auto regulación, la gestión emocional y la coherencia entre el discurso y la performance”. Es la frase con la que el consultor en igualdad y masculinidades David Kaplún une lo sucedido en la gala de los Oscar con lo que observa en el activismo y en la sociedad: hombres con un discurso aprendido, en el que creen en gran medida, pero incapaces de auto regularse cuando llegan los momentos clave.


Y al final, como la incoherencia andante que soy, heme aquí hablando justamente en lugar de callarme el hocicote y escuchar. 

Ya me callé.

¿Ven?


Yo.


viernes, marzo 25, 2022

post scríptum

 Pasó lo impensable: una nueva entrada en este blog.

Realmente esto ya no es un blog. Por fin, después de 18 años, archivé (casi) todas las entradas anteriores, ya no tienen razón de ser y cumplieron su (si es que alguna vez lo tuvieron) propósito. No soy una persona que pondere demasiado el pasado. Sí, existe, es la base de lo que somos como personas, pero mirar hacia atrás no es algo que me atraiga mucho, siempre he preferido ver hacia el frente.

***

Hacía tanto que no escribia aquí que ya no conozco la interfaz ni las herramientas disponibles, pero no importa, al final de cuentas se siente como encontrar unos tenis viejos en el fondo del closet: aún me quedan, pero no caminaría de nuevo con ellos más de una cuadra o un post. Tal vez.

***

Es curioso, varias de las últimas entradas fueron publicadas cerca de la fecha de mi cumpleaños, y es curioso porque no es una fecha que represente algo realmente importante para mí. Podría pensar en algo pretencioso sobre ciclos u ouroboros, pero ya no soy esa persona, afortunadamente.

***

Justo, revisando algunas viejas entradas veo momentos, personas, relaciones y aunque recuerdo casi todo, ya no me veo ahí, no me reconozco en esa persona que fuí hace cuatro, seis o diez años. Quiero pensar que es una señal de crecimiento o de evolución, pero si algo he aprendido en estos años es que lo único que realmente cambia es la manera en que cometemos los mismos errores una y otra vez, una refinación, digamos. Eso por si mismo no es malo, seguir comentiendo errores significa que seguimos intentando cosas, probando, estirando la mano tratando de alcanzar algo.

***

Cinco minutos escribiendo y estoy cayendo en viejas taras y muletillas (el uso excesivo de comas, lo que contrasta con lo rapido y atropellado que hablo en persona). De nuevo, cometiendo viejos errores.

***

Ficción rápida:

Madrugada. La reunión agoniza. Se levanta y camina hacia el baño. Ocupado. Mientras espera estudiando los diseños de la pared, piensa en voz alta.

¿Papel tapiz? ¿Qué es esto, 1975?

Espero que no, porque eso significaría que los dos somos viajeros en el tiempo y sólo yo estoy autorizado para hacerlo. dice una voz sobre su hombro.

En la escala del 1 al 10 para romper el hielo, te voy a dar un 7.

¿7? Mi mamá estaría orgullosa. Ahora que lo pienso, si esto es 1975, mi mamá está en sus veintes y podría estar en esta misma fiesta.

Mi papá igual y también podría estar en esta fiesta. Si los presentamos y cambiamos el futuro, ¿tú y yo qué seriamos?

Un desperdicio.

Rien. Se olvidan del baño ocupado.

***

Revisando las tripas del blog, veo que lleva casi dos millones de visitas. Ya no sé si a estas alturas eso sea mucho o poco, pero fue trabajo honesto. Okay, tal vez no tan honesto y tampoco trabajo, pero se hizo lo que se pudo con lo que se tenía.

De hecho estoy recordando que de unas semanas para acá, he visto a un par de personas regresar (o abrir) a espacios de escritura. Tal vez eso fermentó esta entrada sin que me diera cuenta. No sé que tanto tenga que ver como han evolucionado las redes y las formas de comunicarnos con ellas. Por ejemplo, twitter -para mí- está en las últimas (lo cual no deja de ser irónico siendo que por twitter básicamente abandoné este blog. De nuevo, Ouroboros), Instagram me ha funcionado más para interactuar, pero no dejan de ser quince segundos y la retroalimentación es limitada. Al final nada como una hoja en blanco para llenarla de obviedades y lugares comunes. *shrugs*

¿Qué pensaría el idiota que escribió la primera entrada en este lugar del idiota que escribe esta última? Me gustaría pensar que no se sorprendería mucho, al final de cuentas el potencial (para bien o para mal) ahí estaba, sólo era cuestión de conocer a las personas correctas y salir relativamente ileso de un montón de situaciones en otro montón de años. Es más de lo que uno puede desear, realmente, como aventar un rompecabezas al aire y esperar que todas las piezas caigan en orden y formando la imagen correcta.

A veces trato de imaginar quien(es) sería(mos) sin las personas que nos formaron. Obviamente es un ejercicio esteril pero interesante. En mi caso he tenido muchísima suerte y la fortuna de conocer a personas en el lugar y momento correcto que me cambiaron (a veces construyendo, a veces destruyendo) para -voy a lanzar aquí una enorme piedra con la que me voy a tropezar más adelante- bien. O por lo menos no me dejaron peor que como estaba. De nuevo, si no esperas nada, todo lo que llega es bueno. Sé que parece una filosofía de vida nihilista o pesimista, pero en realidad es bastante honesta y justa, ya que no se le adjudican responsabilidades ni expectativas a nadie, a veces ni a uno mismo. Estos son mis principios y si no les gustan, tengo otros.

***

Hey, no estuvo tan mal, eh. Tan. Podría hacerlo de nuevo, tal vez. 

Misterios del universo.

***

Epílogo.


5 am. Tacos callejeros. 

—Es increible como te puedes equivocar tanto en tantas cosas en tan poco tiempo.

—Tú le llamas equivocaciones, yo le llamo "oportunidades" ¿Ves esta salsa? no tengo idea de cuanto pica ni cuanto tiempo ha estado al aire libre, pero eso no me va a detener para ponerle dos cucharadas a este taco.

—Dios mío.

—¿Ves? —Oportunidades. —dice levantando el dedo índice.

BIP

—Oh no.

—¿Oh no? "Oh no" no es bueno, nunca es bueno, ¿verdad?

—No lo es, se agotó la carga. Tengo que irme.

—¿Cuándo nos veremos de nuevo?

—¿Tú a mí? en unos segundos. ¿Yo a tí? no lo sé, depende cuanto tarde en recargar el nucleo temporal para regresar a este momento.

—¿El...qué?

—La máquina que me permite via.. —Sus palabras quedaron en el aire, que justo en ese momento vibró y se iluminó mientras desaparecía junto con la singularidad temporal. Su plato cayó al suelo.

A los pocos segundos, el aire vibró de nuevo.

***


Yo.

martes, diciembre 06, 2016

Voces

Lo segundo que supe de Viridiana, después de su nombre y antes de que me la presentara Felipe, fue que tenía una voz peculiar.

-Te voy a presentar a una amiga, se llama Viridiana, tiene una voz peculiar.

Viridiana era delgada como un suspiro, de cabello largo y quebrado, con ojos grandes y párpados caídos. Su voz era baja, gruesa y rasposa como lengua de gato. Hablaba despacio, midiendo la fuerza de su voz y de sus palabras, como olas rompiendo contra un acantilado.

Felipe salía con una amiga de Viridiana, y como en ese momento de mi vida yo no tenía nada mejor que hacer que acompañar a Felipe, comenzamos a frecuentarnos los cuatro, y como pasa siempre en esas cosas que pasan sin darse cuenta, de pronto Viridiana y yo salíamos sin Felipe ni su amiga.

Pasaba a recogerla a su casa y caminábamos por su colonia, que era muy bonita. Recuerdo las calles de adoquín y las banquetas rotas por las jacarandas que tapizaban el suelo de violeta. Dábamos vueltas a la manzana y regresábamos a su casa a sentarnos sobre la caja de una camioneta abandonada bajo una de las jacarandas, que era muy baja y tupida. Ahí seguíamos platicando hasta que se prendían los faroles de su calle y su voz densa y obscura se mezclaba con la umbra.

Una noche, en la obscuridad debajo de esa jacaranda y como pasa siempre en esas cosas que pasan sin darse cuenta, le dije que la quería. Ella dijo que sentía lo mismo.

Un par de días después, me dijo que en realidad no lo sentía.

Yo hice lo que mejor sabía hacer en esos casos. Di la vuelta sin decir palabra y me fui de su vida.

Hace unos años, caminando por un centro comercial, escuché esa voz baja, gruesa y rasposa como lengua de gato. Busqué a Viridiana con la mirada pero no la encontré. Lo que encontré fue a una extraña que pasó de largo sin reconocerme. En ese momento me di cuenta de que realmente nunca la conocí. Nunca supe su nombre completo, nunca supe la fecha de su cumpleaños o su comida favorita o su color preferido o qué quería hacer de su vida. Puedo recordar cada inflexión de su voz, cada tono, el sonido de cada palabra suave y pesada, pero no recuerdo lo que nos dijimos tantas noches.


Tal vez sea porque mi voz nunca dijo nada que importara, nada que nos hiciera recordarnos más allá de aquella jacaranda. O tal vez, como pasa siempre en esas cosas que pasan sin darse cuenta, sea porque lo último que dijo fue lo último que nos importó. 


martes, noviembre 15, 2016

Human.

Para 1997, yo tenía ya un puñado de años leyendo y amando a la ciencia ficción. Fue entonces cuando se estrenó Contact, una película basada en la novela homónima de Carl Sagan. Para estas alturas, muchas personas saben cuanto amo a Sagan y sobre todo a Contact, que es, para mí, la mejor película de ciencia ficción que se ha hecho (no, 2001 no es una buena película, no importa lo que les hayan hecho creer durante años). 

Recuerdo perfectamente haber ido a verla solo, y justo en el momento en el que Ellie empieza a viajar por el tunel de gusano, algo se encendió en mí. Cuando dice: "Some celestial event. No, no words. No words to describe it. PoetryThey should've sent a poet. So beautiful. So beautiful... I had no idea" yo lloraba a mares, porque nunca, visualmente, la SF había coincidido tanto con mis lecturas, con lo que sentía.

Casi veinte años después, vi Arrival, y de nuevo, como en aquella ocasión, se me salieron las lágrimas.

Creo que, más que de la película en sí, eso dice mucho de mí y mi relación con la ciencia ficción. En mis círculos sociales es ya un gag mi fanatismo por el género, pero creo que entre las bromas y el desdén, se pierde un poco (o mucho) el verdadero significado que tiene para mí, como me define, como permea todo lo que pienso y digo.

Arrival está basada en un cuento de Ted Chiang, "Story of Your Life" ganador de un Nebula. El cuento es muy bueno (leanlo), pero siendo Chiang, es muy técnico, dependiendo mucho de matemáticas y teorías lingüisticas, y yo pensaba -hasta ayer- que era casi imposible de adaptar al cine. Pocas veces me ha dado tanto gusto estar equivocado.

No sé como lo hicieron, pero lograron llevar la escencia del cuento a la pantalla (incluso diálogos y escenas directas). Por supuesto que, siendo Hollywood y necesitando más gancho para la gente que "Miren, una historia entre aliens y humanos que intentan comunicarse con dibujitos", incluyeron mucho más drama militarizado, pero funciona muy bien y al final ayuda a la historia principal, que es, ante todo y sobre todo, una historia de amor.

Y es ahí donde Arrival logra en unas cuantas escenas, simples, en silencio, lo que Interstellar no logró en tres horas de pretensiones sin sentido. Logra, con ayuda de un contexto que sólo la ciencia ficción puede brindar, demostrar que al final, el amor y el sacrificio es lo que nos convierte en los seres más increibles de nuestro propio universo personal, lo que nos convierte en humanos.

Y ese es justamente uno de los mayores logros de la ciencia ficción, humanizar y llenar el vacío de un universo indiferente a nuestros sueños, miedos y esperazas. 

¿Cómo no voy a amar a mi ciencia ficción?


Vean Arrival, no importa si no les gusta o le encuentran errores, ese no es el punto de la ciencia ficción, se trata de ofrecer opciones, de tratar de ver al universo con otros ojos, con otra mentalidad, de intentar pensar como los demás, como los otros. Eso es lo que más falta nos hace actualmente.


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viernes, octubre 14, 2016

De botas y otras cosas.

Me robaron las botas en el gimnasio.

¿Quién va a un gimnasio, termina su rutina de pesas, hace un poco de cardio, entra al vestidor a bañarse, ve unas botas usadas, nada llamativas y piensa “Ya chingué”?

Misterios del universo.

Así que tú, el que se robó mis botas: si me estás leyendo (lo que aparte de ladrón te haría stalker, you  fucking creepo), no te deseo mal, pero ojalá pises chueco, te fractures el tobillo, no lo traten bien, le de una infección necrosante, te amputen el pie y nunca más puedas ir a un gimnasio y robarte unas botas. 

Pero no te deseo mal.

***

Por cierto, según yo, este blog cumplía años en noviembre, pero veo que en realidad la primera entrada fue en agosto del 2004. Así que éste chiquero cumplió doce años.

Doce años. Holy shit.

Ni siquiera recuerdo la mitad de lo que escribí en todos esos años, pero no importa. Las entradas siguen ahí, y cuando, por alguna razón, he leido algo que escribí hace 5, 8, 10 años, puedo ver claramente quien era yo en ese momento. 

De entrada, era un pendejo que escribía del culo. Sigo escribiendo mal, pero por lo menos trato de minimizar las atrocidades -con diferentes niveles de éxito- y poner un poco más en orden las ideas. Pero sobre todo, veo a un tipo que sigo reconociendo, con el que me sigo identificando en muchas cosas (en algunas no, nada, pero es normal, de eso se trata envejecer crecer). Veo a una persona con la que perfectamente me podría sentar el día de hoy y platicar.

Y si tú, mi yo del pasado, por alguna razón entraste en una singularidad temporal y al editar una entrada en el 2006, ves este draft del 2016, quiero decirte que todo está bien por acá, ahí la llevas. Un consejo nada más: no contestes esa llamada y bloquea ese pinche número para siempre. Pendejo.

***

Justo ayer me enteré de una situación bastante culera sobre una persona que alguna vez fue muy cercana a mí, y lo primero que pensó mi parte sociópata* fue: "Ja". ¿Qué decisiones de vida (o, mejor dicho, pendejadas) tienes que tomar para convertirte en lo que alguna vez odiaste, criticaste y despreciaste? ¿Cómo es que puedes caer tan fuerte desde un tabiquito? 

Misterios del universo.


***

Hoy en la mañana, en el gimnasio, junto a mí se estaba cambiando el Papitas.

El Papitas (apodo que tuvo su origen cuando el Javi, momentos antes de tomar vuelo, correr y soltarle la patada voladora más increible y pendeja que he visto en mi vida, dijo: "No hay pedo, está papita") era cadenero en varios antros queretanos. Ya saben, el clásico mamado prepotente, amo y señor que decidía quien era digno de entrar a su reino y quien era un cualquiera que tenía que esperar como perro faldero tras la cadena (desde entonces siento desprecio y odio hacía todo ese tipo de personas que ostentan y abusan del poquito poder que tienen de una manera inversamente proporcional: entre menos poder, más lo exprimen).

El Papitas era personalidad conocida y "temida" en aquellos tiempos, ya que ese tipo de fauna lleva su falsa sensación de poder a donde van, pensando que viven rodeados de una cadena todo el tiempo (esa fue una de las razones que detonó la patada voladora del Javi en la mitad de la explanada de una feria agropecuaria (¿?)).

En ese tiempo yo tendría unos 17 o 18 años, y en mi mente, el Papitas era un tipo enorme e imponente (siempre admiré al Javi -que pesaba como 50 kilos y era flaco como la leche deslactosada- por su autopercepción completamente jodida y la miopía de sus alcances greco-pugilísticos) que se codeaba con los círculos más selectos de la ciudad.

Hace rato, junto a mí, ya no vi al Papitas, vi a un señor algo cansado, a la mitad de sus cuarenta, usando ropa y tenis de viejito. Es más chaparro y flaco que yo, sin nada de aquella aura de poder y fuerza. Sentí un poco de pena, porque seguramente dentro de muchos años me veré igual. 

Muchos años, dije ¬¬

Ahora pienso que tal vez el Javi siempre lo vio así y por eso lanzó aquella impresionante y pendeja patada voladora.**


***

Por último, mi SF sigue fuerte, acompañándome. La amo con la fuerza de mil supernovas explotando.


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    ᵖᵉʷ     ᵖᵉʷ
   ᵖᵉʷ                       ᵖᵉʷ
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   ᵖᵉʷ  
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*Hace tiempo, una amiga psicóloga, medio en broma y medio en serio, me dijo que yo tenía algunos rasgos sociópatas marcados. ¿Quién soy yo para negarlo?

**No, en serio, algún día les contaré sobre esa legendaria patada voladora y como cambió el curso de la historia queretana.

viernes, mayo 23, 2014

Uhh, ok.

Por alguna razón entré hoy a mi blog y veo que hace cuatro entradas, cumplí 35 años.

Pues ayer cumplí 37 años.

Que días aquellos cuando posteaba dos o hasta tres veces al día. Que días aquellos cuando, al empezar este blog, estaba a la mitad de mis veintes. Que días aquellos, cuando todo era tan diferente.

Gracias querido blog, te debo las cosas más amargas y más felices de mi vida.



Yo.

viernes, junio 21, 2013

Uh...

De pronto extrañé mi viejo y amado blog, y pues, nada. Aquí vine a dejar esto.







Que raro es cuando algo que alguna vez (mucho tiempo, muchos años, muchas personas) fue tan importante, tan presente y tan angular para uno, poco a poco se vuelva un recuerdo.

Como todo, pues.


Yo.




martes, octubre 16, 2012

De nada.


Es curioso, desde hace un tiempo en twitter (hey, ya todos estamos en twitter, de hecho, no sé que estoy haciendo aquí) he notado una alza en azotes, quejas y un aumento general en la cantidad de arena vaginal y el mame. Y está bien, para eso inventé twitter. 

De nada.

En lo personal me parece curioso porque, por el momento (y también desde hace un tiempo), no he usado twitter para quejarme. Y no es que me falten motivos -porque el mame y la quejadera siempre, siempre encuentran pretextos-, simplemente, no me encuentro con ánimos. No sé si se debe a la edad, a lo decrepito, a lo senil o a la edad, pero no le veo el caso. Podría decir que he alcanzado, a base de patadas en el culo, un nirvana online en el que sólo hay cabida para banalidades y sexo anal.

Y respeto a los que lo hacen, en verdad; cada quien hace lo que puede para sanarse o –en su caso- destruirse. Yo mismo he usado twitter como tiradero mental muchas veces y me ha servido, por eso me agradezco el haberlo inventado.

De nada.

Yo sólo venía a dejar esta pequeñísima reflexión y a quitarle un poco de polvo a este lugar, pero ya estando aquí, me doy cuenta de cuanto me ha atrofiado twitter para escribir. Antes, cuando este blog y yo éramos más jóvenes y más bellos, las palabras fluían como un frio manantial de la montaña bajando por las rocas hasta convertirse en un claro riachuelo en medio de un hermoso valle en donde los niños reían,  jugaban y se orinaban; las estupideces brotaban de mis dedos tan fácilmente como brota el sudor de una gorda comiendo pozole. Pero ¿ahora?, ahora no, ahora me cuesta, ahora siento que en cualquier momento me pasaré de los 140 caracteres y entonces tendré que reescribir las palabras, reordenar las ideas, cambiar mi percepción de la vida o, como casi siempre, usar un insulto más corto.

Porque esa es una de las ventajas de twitter, que nos ha enseñado a ser estúpidos, insultantes y quejicas de una manera concisa, sucinta y directa. Nunca en la historia de la humanidad se habían escrito tantas pendejadas con tan pocas palabras (para pendejadas con muchas palabras, están los blogs). Gracias a twitter, de ahora en adelante los epitafios serán mejores, más ingeniosos e informativos. O tendrán hashtags, porque la gente seguirá siendo estúpida hasta la tumba.

Bueno, regresemos a twittear sobre comida, series y sexo anal.



P.S. De nada.

jueves, julio 05, 2012

De la nada.


Soñé contigo, cosa que no pasaba hace muchísimo tiempo.

Estábamos en una cama, tratando de dormir después de una fiesta. Como suele pasar en los sueños, estábamos ahí sin explicación. Yo miraba el techo sin hacer conversación para no volver aún más incómodo el momento. Supe que me quedé dormido y tú también (a dream within a dream). Desperté y te encontré recargada en mi pecho, respirando suavemente. No quise moverme para no despertarte, pero, como si me escucharas pensar, abriste los ojos y miraste directamente a los míos. Y sin decir nada, me besaste. Fue el beso más largo que jamás nos dimos.

El sueño saltó sin transición. Estábamos en un sauna, tu recostada de espaldas sobre mis piernas, la toalla cayéndote hasta la cadera. Y esto lo recuerdo bien (en cuanto desperté, escribí todo lo que pude sobre el sueño, mientras aún lo tenía fresco en la memoria): en tu espalda, dibujados perfectamente, estaban esos tres lunares, ese pequeño cinturón de Orión en el que no pensaba desde hace años.

Un nuevo salto: Un departamento cliché, platicando sobre todo y nada. Televisión al fondo, un libro en mi mano entrecerrado a media lectura. Tú preocupada por algo, yo levantándome y abrazándote diciendo palabras que no recuerdo, tu sonrisa, tímida al principio, franca y abierta al final.

Último salto. Caminando por la calle, tomados de la mano. Ibas a trabajar y te acompañaba a tu auto, estacionado a lo lejos sobre una calle llena de hojas secas. Usabas un saco que te quedaba enorme y acomodabas tu cabello corto. Parecías un niño vestido de adulto y te lo dije, reíste y tu cabello comenzó a crecer y crecer y tus ojos a iluminarse. Retiré los mechones que cubrían tus ojos y miré tu rostro resplandeciente. Eras hermosa.

Me alejé y mientras abrías la puerta de tu auto, te dije algo, no sé que fue, pero recuerdo la sensación y tranquilidad al decirlo. Me pediste que esperara y caminaste hacía mí. Me tomaste de la cara y mirándome a los ojos, me diste un beso, luego te alejaste sonriendo.

Eso fue todo, no recuerdo nada más. Por lo general, después de este tipo de sueños, el despertar suele ser agridulce por el choque repentino con la realidad. En este caso no fue así, simplemente sonreí tranquilo y agradecido. Volví a dormir y soñé sin recordar nada.

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