viernes, 28 de diciembre de 2018
Día 3482
viernes, 2 de marzo de 2018
Día 3181
Cualquier persona o una persona cualquiera quizás, ya habría perdido la cuenta, pero ella, como si contara con miles de dedos en sus manos, no ha olvidado contar el paso de las lunas por sobre su cabeza, ni los días ni las noches ni nada que se lo recuerde a él... sin embargo, ha olvidado lo más importante: saber por qué este día pudiera ser diferente como para dejar este registro... será que la Luna llena iluminó su vida o será que lo que comenzó como un nublado día en medio del verano terminó siendo parte de un universo de color que cambió el destino de las horas que casi muertas corrían? Así pareciera ser, cuando durante la tarde recibió la noticia que fue capaz de sacarla de ese estado aletargado que mantenía vidriosos sus ojos, removiendo cada una de sus células y despertando sus hormonas que poco a poco sonrojaron sus mejillas y dibujaron una sonrisa en nombre del Hombre del Sombrero. Nerviosa, como cada vez que él volvía, se repetía la fórmula del encuentro, del reencuentro que por años ella pidió a los cielos... y como si no hubieren pasado más que un par de semanas, ella se dispuso a buscar su rostro entre la invisible multitud. Y allí, cuando parecía que en vano se había mantenido esta cuenta, apareció con su paso rítmico que mecía su cuerpo tal como ella lo recordaba desde hace tantos años atrás. Qué difícil para ella volver a ver su rostro ya iluminado por los hilos de plata que el tiempo le regaló. Sus pequeñas manos parecían temblar y la emoción controló su respiración por largos minutos y por horas, manejando difícilmente la esperada situación que la situaba justo frente a él, y allí, en ese preciso instante donde, a pesar de haber querido evadir tantas veces su mirada, ella logró verlo como antes, sintió su aroma como si de un perfume se tratara y reconoció ese color de piel que tanto le gusta. Encontró sus manos aunque no pudo tocarlas, pudo capturar su voz en su recuerdo y ver cómo esos labios carnosos disimulaban las sonrisas que cada tanto se le escaparon.
Cómo poder resumir lo vivido si lo sentido aún no se acaba, si al cerrar los ojos no puede desarraigarlo y pareciera que aún acá permanece su escencia y esa conmoción que divagó por los rincones de esta casa.