lunes, 4 de noviembre de 2024
viernes, 25 de octubre de 2024
sábado, 14 de septiembre de 2024
Día 5571
domingo, 1 de septiembre de 2024
En medio de mis olvidos, lo extraño. Como si ayer hubiese estado conmigo, o como si supiera que aparecerá en mi cumpleaños. Qué extraño! nunca nos hemos tenido, pero me falta como si en algún momento hubiese sido mío.
En las noches, cuando despierto, me duermo pensando en que lo abrazo, a veces simplemente me quita el sueño, y recuerdo y repaso la sensación de nuestro primer beso, ese que nunca he olvidado.
Y me desconozco, con jamás nadie he sentido parecido, menos aún, por tantos años. Ha de ser mi interés restringido, quizás lo cosifiqué, o me hicieron un mal, o mal yo me enamoré de un extraño. Él cree que no lo conozco, pero yo lo conozco como a la palma de mi mano.
martes, 23 de julio de 2024
miércoles, 3 de julio de 2024
viernes, 28 de junio de 2024
Tal como la equimosis de cuando mordía mis brazos, él fue cambiando de color hasta desaparecer. Del mismo modo, como sus mordidas, así, sin haberse dado cuenta, de esa misma forma, se fue.
Y a pesar del tiempo, me habría gustado tanto poder conocerle, pero sólo alcancé a conocer la sombra de su sombra, tenue, suave como su piel. Quizás así se hubiera percatado de mi existencia, para no llegar a mirarme con el mismo cristal que hoy mira a su nueva audiencia. Me trató igual, me pidió lo mismo, pero no soy quien para emitir juicio. Simplemente me convertí en nadie y nadie ya me ve, menos él con su mirada evasiva y su corazón marchito, que con tanta libertad, parece morir de sed.
Conformidad encuentro en mis sueños. Una y más veces ha vuelto a mis utopías nocturnas, con su cara envuelta en sonrisas, con sus hombros cansados y su dulce mirada enamorada, misma que cada día me hace volver a creer en él.
miércoles, 26 de junio de 2024
lunes, 3 de junio de 2024
miércoles, 29 de mayo de 2024
viernes, 19 de abril de 2024
martes, 2 de abril de 2024
martes, 19 de marzo de 2024
miércoles, 13 de marzo de 2024
sábado, 2 de marzo de 2024
En medio del inevitable caos en el que hace días habito, sucumbí a sus pies. Mientras me embriagaba con caramelos, como para evitar caer en la derrota, mis dedos y, ciertamente, mi mente y corazón (ya tan cansados) se dejaron llevar hasta él, en una balsa construida con descoloridas palabras, pero que logró cruzar los océanos, continentes y planetas que nos separan, logrando así, el milagro que encendió la luz de mi mirada, erizó mi piel y conmovió cada una de las células que me forman, tanto así, que testigos descubrieron que algo en mí me retornaba un poco a la vida, dejando a un lado lo que hoy me hace mal.
Inevitable fue el sonrojarme y el humedecer mis labios en honor a los besos que alguna vez me donó. Inevitable fue mi sonrisa que hace días me había abandonado. Inevitable ha sido el tenerlo presente y habitando en mi pecho, aún cuando soy pasado y desalojé hace tanto ya, su veterano corazón.
Inevitable es olvidar lo que nunca dejé de pensar, recordar y repasar en mi mente, rehusándone a extirpar su imagen de mis retinas, ya ciegas entre tanta oscuridad.
Inevitable ha sido, desde antes del principio, el gobernarme para no escribirle y de esa forma, no molestarle más.
Inevitable es todo esto que siento, cuando él con sólo existir y sin saberlo me rescata de cada calamidad, de mis suicidios adormecidos y de todo aquéllo que podría hacerme mal. Inevitable ha sido sentir que revivo ante su frío despertar, ante sus escuálidas palabras o los besos que hace un millón de vidas, me dejó de dar.
Inevitable es seguir aquí, es seguir escurriendo mis sentimientos a escondidas y hacer como que nada me importa, cuando la verdad es que, inevitable ha sido, el dejarlo de adorar.
miércoles, 21 de febrero de 2024
jueves, 1 de febrero de 2024
lunes, 29 de enero de 2024
Quizás nadie podría imaginar que llevaba meses, largos meses, pensando en si saludarle o no en su día. Qué tontería.
Quizás nadie podría imaginar que en su ausencia, se ha mantenido su presencia; pues ni él ha de sospechar que lo mantengo vivo, aún en mi propia agonía.
Pero llegó el día y desde ese primer minuto, algo en mí comenzó a oprimir mi corazón, hasta que de pronto no supe si fue un infarto o una explosión, pero mi demencia redujo mi compuesta decencia, violó mi poca nobleza, respeto y honor, obligándome a lanzarle una piedra, deseándole lo mejor.
Ya no me escondo, ya qué sentido tiene, si no me quiere ver. No alcanzo pa estar en su vida, y no sé si estoy cuerda o ya terminé de enloquecer. Sueño con su rostro, y cada tanto, hasta puedo tener la sensación de las caricias que emanan de sus ligeras manos. A veces siento la estela que dejó su perfume, otras, siento que vive en mí y que es por eso que en medio de este desierto, logro aún existir.
Porque él fue no sólo mi propia luna, ni tampoco mi propio cielo lleno de estrellas. Él fue infinito, con su sonrisa tímida, su mirada cansada y sus pasos suavecitos. Fue día y fue noche, fue luz y oscuridad; fue un poema, una canción y parte de mi imaginación. Él fue vida cuando pensé que moría. Fue mi agua y también mi sed. Fue invento y descubrimiento. Fue todo lo que quise, lo que quiero y lo que siempre he de querer.
Quizás nadie podría imaginar que desde aquí yo aún le espero. Que sea lo que haya sido, en mi corazón su nombre quedó prendido, que en mi almohada hay espacio para que descanse su cabeza, y que en mi armario, hay un lugar donde poder guardar sus tesoros y grandezas.