lunes, 4 de noviembre de 2024

Y me quema el pecho al pensar cuántos labios habrás besado, mientras yo por ti me he mantenido esperando. Como un ánima que no descansa mi alma ha estado este tiempo, años de espera, que como un pestañear han pasado, a veces se siente tan corto el tiempo, y otras, una vida entera dedicada a pensarlo.

Cuántas pieles habrán probado tus manos, mientras mi corazón se aprieta de sólo pensar que hace tanto no me has abrazado. Se ensaña la vida conmigo, no sé si seguir soñando o hablarle como ya lo he practicado. Pero todo me queda grande, el día y la noche, las luces y su sombra, la sed y mi apetito, las ganas de tenerle a mi lado. 

Y te he soñado tanto. Nuevamente te metiste en mi mente, en mi almohada y en los sueños que no se acaban. Te sueño dormida, te sueño despierta, te sueño día a día y te sueño con mi alma en pena. Y la línea de tiempo suma otoños e inviernos, días fríos sin primavera, días grises sin el color de sus besos. Días que nos separan y días donde él me olvida, días donde no recuerda que le espero, como quien espera que vuelva la luna llena. Días largos que no perdonan, días que me dejan lejos de lo que él añora.


viernes, 25 de octubre de 2024

Aunque sigo pensando en él cada uno de los días de mi desabrida vida, cada vez se siente ésto un poquito más liviano, o quizás me engaño, y sólo es la costumbre de llevarlo a diario en mi bolsito de mano.

Y si no miro sus fotos, su rostro igual aparece. Entonces, me pregunto qué de él me atrapó, y mi cabeza se desordena sin saber qué fue primero, si su esencia, su mirada cansada o su joven voz. O quizás fueron sus manos, su piel canela o su mundo oculto, su inteligencia o lo que íntimamente me enseñó. Y me desprendí de creencias y temores, de prejuicios y pudores, de historias y mentiras, para hacerlo mío, entre su realidad y mi eterna fantasía.

sábado, 14 de septiembre de 2024

Día 5571

Por mucho tiempo he guardado las fotografías que de alguna forma robaron un milisegundo de su esencia, en papel, así como era antes, porque de esa forma me daban una cierta sensación de tenerlo cerca, y el poder tenerlas a escondidas, era como alimentar el secreto de lo que acá yo escribía. Siempre supe donde estaban, bastaba meter mi mano entre mi ropa y unos libros de nubladas hojas para poder encontrarlas, pero luego del último derrumbe que sufrió mi vida, las perdí de vista, por tantos días, por tantos soles y estrellas, por mareas altas y bajas, por tantas lunas menguantes y tantas lunas plenas. Y las extrañé casi tanto como a él le extraño, sabiendo de su fragilidad y delicadeza, hasta hoy que las encontré junto a mis pocos tesoros, arruinadas, marchitas, semidestruidas, como el recuerdo que él de mí guarda, si es que algo de eso en él queda.

Así es, por más del tiempo que he logrado sobrevivir y contar desde aquella vez que se marchó y que con su sutil mirada para siempre se despidió, pues, desde mucho antes y no después, es que sus amarillentas fotografías conviven conmigo y mis letras clandestinas, huyendo de la luz y la verdad, como de mi amor y su realidad.

domingo, 1 de septiembre de 2024

En medio de mis olvidos, lo extraño. Como si ayer hubiese estado conmigo, o como si supiera que aparecerá en mi cumpleaños. Qué extraño! nunca nos hemos tenido, pero me falta como si en algún momento hubiese sido mío.

En las noches, cuando despierto, me duermo pensando en que lo abrazo, a veces simplemente me quita el sueño, y recuerdo y repaso la sensación de nuestro primer beso, ese que nunca he olvidado. 

Y me desconozco, con jamás nadie he sentido parecido, menos aún, por tantos años. Ha de ser mi interés restringido, quizás lo cosifiqué, o me hicieron un mal, o mal yo me enamoré de un extraño. Él cree que no lo conozco, pero yo lo conozco como a la palma de mi mano.


martes, 23 de julio de 2024

Como un libro, un día todo ésto llegará a su fin. Aquel día será ese donde ya no espere su correo o un mensaje que haga vibrar mi impaciente teléfono. Un día en que ya más nada importe. Viva, agónica o quizás muerta, llegará el día en que ya nada de él he de esperar. Y en ese entonces, lejano como en otra galaxia, un zumbido despertará mi alma, o será una caricia la que envolverá mi corazón, y así tal vez sea como nuevamente se aparezca, vestido de negro inmaculado, desgarrando aquella última página, para seguir escribiendo un nuevo capítulo de este extraño caso de amor. 

miércoles, 3 de julio de 2024

Despierto como si hubiese dormido entre sus brazos, o a lo menos cerca, a su lado. Mi corazón palpita rápido y fuertemente, provocando ese dolorcillo que cada tanto me asusta. Mi mente, también se acelera y mi memoria evoca lo que en sueños sucedió, sacudiendo -literalmente- mi interior como cuando éramos uno, pero sin haber dejado nunca de ser dos.

Despierto y lo pienso. Despierto, y aún lo siento, aunque quizás nunca fue mi tiempo, y el suyo era sólo engendrado por mi alter ego y un poco de su propia tentación. Y cómo de algo quejarme, acá yo sólo (d)escribo, esto no es un reclamo, es sólo la sed que él me provoca, aún cuando me habló de su corazón desierto, de sus manos llenas y del bolso que cargaba, es cierto, siempre me advirtió.


viernes, 28 de junio de 2024

Tal como la equimosis de cuando mordía mis brazos, él fue cambiando de color hasta desaparecer. Del mismo modo, como sus mordidas, así, sin haberse dado cuenta, de esa misma forma, se fue.

Y a pesar del tiempo, me habría gustado tanto poder conocerle, pero sólo alcancé a conocer la sombra de su sombra, tenue, suave como su piel. Quizás así se hubiera percatado de mi existencia, para no llegar a mirarme con el mismo cristal que hoy mira a su nueva audiencia. Me trató igual, me pidió lo mismo, pero no soy quien para emitir juicio. Simplemente me convertí en nadie y nadie ya me ve, menos él con su mirada evasiva y su corazón marchito, que con tanta libertad, parece morir de sed.

Conformidad encuentro en mis sueños. Una y más veces ha vuelto a mis utopías nocturnas, con su cara envuelta en sonrisas, con sus hombros cansados y su dulce mirada enamorada, misma que cada día me hace volver a creer en él.

miércoles, 26 de junio de 2024

Le temo tanto a mi corazón, tanto. A veces nos preguntamos, cuánto más, cuántas pérdidas, cuántos duelos más nos faltan para poder comenzar.
Le temo a mi corazón, le temo por su falta de emoción y por su rápido palpitar. Le temo porque ya no le escucho, y no sé si es que mudo ha quedado o simplemente ya no me quiere hablar más.
Le temo a mi corazón, le temo tanto como a mi boca que aún a él desea besar, le temo como a mis dedos, que se retuercen para no molestarle más.
Le temo, le temo desde hace tanto. Le temo desde el día en que a él lo encontré entre líneas, desde que se cobijó en mis sueños y desde el momento en que supe que era cerca de él donde quería estar.

lunes, 3 de junio de 2024

Ciertamente, no recuerdo alguna otra vez en que me haya detenido a reflexionar de esta forma. El ruido en mi cabeza ya es ensordecedor, y hace mucho que no escucho más allá de lo que hablan mis otras voces o lo que murmulla mi constreñido corazón. Desorientada, disminuida...  perdida.

El tiempo es exponencial a la distancia que nos separa, a las vidas que vivimos, a lo que nos importa y hasta aquello que creemos que ha pasado desapercibido. 

El agua, ya no muestra mi reflejo; bajo la luna, tampoco encuentro a mi sombra, y entre mis tesoros, él ya no está. Y yo, tampoco he de permanecer en el rincón en donde estuve secuestrada. La liberación de su conciencia borró todo rastro de mí, olvidando mi nombre y las noches en que le juré pertenencia eterna. Así mismo, las veces que le busqué,  inoportuna fui, sin darme cuenta del acoso del que lo convertí en víctima, obligándolo a contestar cuando la realidad es que ya había dejado de estar para mí.

Si me olvida, el perdón habré obtenido, pero si alguna vez me busca, el cielo y todas sus estrellas, nuevamente podrían ser míos.

miércoles, 29 de mayo de 2024

Cómo se extraña a alguien que desde antes no estaba. Cómo se siente que alguien hace falta si desde antes, faltó. Cómo creer que perdiste a un amigo si siempre supieron que no lo eran. Cómo necesitar a esa persona, si en cada momento complejo, se escapó.

Y tampoco puedo contarle sobre mis luchas o las búsquedas que he hecho para encontrar mi lugar. Ni sobre mis miedos o mis nuevas pérdidas; o sobre mis logros, mis sueños o mis locos deseos por estar mejor. No puedo enseñarle mi escondite, mis pertenencias, ni mi nueva y pálida zona de confort.

A quién, entonces, le cuento de mis zapatos o mis perros. A quién puedo dibujarle mis secretos. A quién podría leerle y dedicar esta historia, o a quién podría hablarle en prosa. A quien, sino más que a él, le daría todo, le compraría por cada día una estrella y le regalaría el cordero que escondí en la caja de cerillos que encontré en el mágico camino amarillo.

Luego, más me pregunto, pues cómo se compatibiliza el futuro con lo que ya pasó, el presente con lo vivido, o lo que soñé con lo que nunca sucedió. Cómo tararear nuestra canción si nunca tuvimos una. Cómo saber qué regalo elegir, qué ropa usar o la mejor cita que pudiese imaginar.

Distinguir entre el bien y el mal, cuando me hacía bien pero todo me hablaba de un final. Diferenciar las gárgolas de las bestias, mi presencia del demonio que representé o la carroña de las sobras que no supimos apreciar.

Un sueño de la realidad, podría haberlos separado?, como esta historia con su final. Distinguir la noche más oscura con su pesar, sus dilemas de su seguridad. Apreciar el tiempo, los silencios, el ritmo de un palpitar. Mis deseos o su ciencia, dormir o un nuevo brusco despertar.

Cómo poder seguir fantaseando, o seguir intentando detener este absurdo y asesinar mi ansiedad. Distinguir la vida que no vivo o dejar que se ensañe una horca o un cuchillo. Pretender que me olvido o seguirlo amando sin haberme dado un motivo.



viernes, 19 de abril de 2024

En la pequeña Villa Alemana siguen brillando las estrellas a pesar del otoño, ese que se niega a llegar. Sin embargo, se oscurece más temprano, las mañanas están más frescas y la gente comienza a vestirse de gris. 

Observo y me invento historias con cada personaje que pasa cerca mío, como matando las horas, mientras espero en la camilla a que el suero se termine, que el dolor se vaya y que el nuevo día sea aún más corto que el de hoy. 

Hay días en que la relatividad del tiempo se olvida de mí, y hace que todo sea más pesado. Los montones de cajas y bolsas siguen acumuladas como las piedras a los pies de una montaña, juntando polvo y maltratando y endureciendo mis manos al punto de hacerme llorar. Pareciera que me encuentro justo al centro de un rebosante y colmado vacío, donde todos han hecho apuestas sobre si podré sobrevivir. Pero, y si me quedara acá, importaría realmente?, si quien seduce mi alma, tan lejos se encuentra que de nada se ha percatado. No hablamos el mismo idioma y nuestros horizontes distan una eternidad, donde sólo él tiene la fórmula para podernos acercar. La sensación de este amor permanece, pero él hace ya mucho que no está.


martes, 2 de abril de 2024

De pronto, y seguramente, con una copa de algún destilado en su sangre, recordó mi sutil existencia. Mientras yo voy tachando meses, años y vidas, contando los días desde que en mi opaco camino él apareció.
Amenaza, aviso o recordatorio, después de algunas horas reaccionó. Dice que es peligroso, cuando el verdadero peligro es lo que siento, tan alejado de la realidad que él pactó. 

Y él se ensaña conmigo, y la alevosía de quererlo yo.

martes, 19 de marzo de 2024

Mientras esperaba que su dulce té de limón se enfriara, la pequeña comenzó un nuevo, repetido y largo viaje por sus resguardados recuerdos, y como cada vez que lo hace, una agradable sensación de suave presión en su pecho la devolvía a la vida. Sabemos que son sólo segundos, pero son suficientes para cambiar su rostro, su aura se torna dorada y hasta pareciera que su perfume cambia en este acto de verdadera magia. Así le llama, porque ella sabe que ha descubierto el verdadero secreto de la alquimia del que tantos hablan.

Es por eso que, cada instante de su historia se guarda celosamente encriptado su piel, la que impoluta, se convierte en delicadas esquelas donde va escribiendo noche a noche su sentir, y sus vellos, son testigos de todo ésto, erguidos como soldados o más bien, como los juncos en alguna fría mañana bajo un cansado sol de invierno. La temperatura de su diminuto cuerpo sube poco a poco en reacción a las imágenes y emociones que recorren desde su cabeza hasta la punta de sus pies, pasando, obviamente, por su amaestrado corazón enamorado.

Y tú sabes cómo ella lo ve mientras cierra sus ojos? A mí me ha contado que es tan fácil traerlo a su mente, que es algo natural desde el momento mismo en que cruzaron sus caminos, a pesar del tiempo y la distancia que va más allá de lo físico y terrenal. Ella siente que ya es imposible desarraigarlo, porque lo intentó con mil fórmulas y ninguna resultó. Trató todo cuanto creyó que haría efecto, pero si yo tan solo la miro, y veo que ella se sonríe con el mero hecho de saberlo vivo. Y así es como un espasmo sacude nuevamente su corazón, porque no olvida la sensación de sus caricias, ni menos la ternura de su mirada o el sabor de su sudor.

Su té ya se ha enfriado, y una profunda inhalación la despierta de esta disociación. El día hace horas ha comenzado, y ella levita por dondequiera que vaya, jugando a la vida real, esperando las exiguas letras del humano que robó su corazón.

 

miércoles, 13 de marzo de 2024

En este proceso no sólo encontré cada una de las cosas que me recuerdan su existencia, también lo encontré a él. Tan lejano y sutil como siempre, suave como su andar, liviano como sus sentimientos, frío como su rostro cuando camina junto al mar.

Y yo, me encuentro aquí, abusando de la caridad de los que aún me quieren, y son tantos que no los quiero y o puedo contar. Sumida en una pausa, buscando una nueva identidad. Paso los días como atrincherada y escondida en medio de una guerra, o bien, descansando en una pausa de una tempestad eterna.

Y vuelvo a comenzar, entre las ruinas de mi madriguera, acarreando cada mínimo recuerdo hasta el que será mi nuevo hogar. Y él, dónde quedará después de esta tormenta, seguirá del otro lado o se atreverá a verme en sus brazos, despertar. Huirá entre letras sueltas o será que esta vez quiera abrazar mi humilde soledad. 

Nada te pido, Hombre del Sombrero, y quizás es que tampoco nada puedo dar. Me basta con saber de tu existencia, y me sobra con que de vez en cuando, te detengas y me puedas mirar. 

Mis tesoros, mis recuerdos y secretos, te mantienen fijo en medio de mi pecho, a veces siento que me acelero y otras, que me muero al pensar en tu escarchado corazón de acero. Pero hay tantos detalles que me devuelven una y tantas veces a la vida, como la sensación de cada vez que me tocaste, el susurro de las palabras que en mi oído recitaste o el reflejo de tu mirada enamorada. Y así es como paso mis días, desempolvando mis maltratadas pertenencias y atesorando los momentos que sin darnos cuenta, sumaron memorias de nuestras otras vidas y restaron la certeza de tu ciencia.

sábado, 2 de marzo de 2024

En medio del inevitable caos en el que hace días habito, sucumbí a sus pies. Mientras me embriagaba con caramelos, como para evitar caer en la derrota, mis dedos y, ciertamente, mi mente y corazón (ya tan cansados) se dejaron llevar hasta él, en una balsa construida con descoloridas palabras, pero que logró cruzar los océanos, continentes y planetas que nos separan, logrando así, el milagro que encendió la luz de mi mirada, erizó mi piel y conmovió cada una de las células que me forman, tanto así, que testigos descubrieron que algo en mí me retornaba un poco a la vida, dejando a un lado lo que hoy me hace mal.

Inevitable fue el sonrojarme y el humedecer mis labios en honor a los besos que alguna vez me donó. Inevitable fue mi sonrisa que hace días me había abandonado. Inevitable ha sido el tenerlo presente y habitando en mi pecho, aún cuando soy pasado y desalojé hace tanto ya, su veterano corazón.

Inevitable es olvidar lo que nunca dejé de pensar, recordar y repasar en mi mente, rehusándone a extirpar su imagen de mis retinas, ya ciegas entre tanta oscuridad.

Inevitable ha sido, desde antes del principio, el gobernarme para no escribirle y de esa forma, no molestarle más.

Inevitable es todo esto que siento, cuando él con sólo existir y sin saberlo me rescata de cada calamidad, de mis suicidios adormecidos y de todo aquéllo que podría hacerme mal. Inevitable ha sido sentir que revivo ante su frío despertar, ante sus escuálidas palabras o los besos que hace un millón de vidas, me dejó de dar.

Inevitable es seguir aquí, es seguir escurriendo mis sentimientos a escondidas y hacer como que nada me importa, cuando la verdad es que, inevitable ha sido, el dejarlo de adorar.   

 

miércoles, 21 de febrero de 2024

Entre cajas y bolsas negras fui guardando mis recuerdos. Algunos ordenados, otros como fueron apareciendo y los últimos en los espacios que entre unos y otros fueron quedando.
Entre cajas pequeñas y medianas fui metiendo libros, fotos y todo cuanto fui encontrando. En bolsas negras enterré vestidos, pantalones pequeños y tacos que nunca usé.  Sepulté años de secretos, carteras hermosas y tantas cartas que escribí, medicamentos vencidos, tazas agrietadas y el maquillaje que jamás lucí. Guardé muchas cosas, y ni siquiera sabía que tantas aquí tenía. Encontré cosas que compré y que simplemente guardé, rompí los envoltorios de los regalos que nunca le dí y traté de olvidar que junto a mis esperanzas, por tantas vidas, guardé. Guardé la foto que por años me acompañó desde el velador y guardé su única carta, mientras saqué, guardé y boté tantas otras cosas, que ya olvidé dónde fue que las dejé.
Entre cajas, bolsas y film alveolar, cuidadosamente guardé algunas copas y finos platos. Envolví mis cubiertos y en mi maleta escondí las pocas cosas que más dinero me han costado; guardé carpetas llenas de antiguos documentos, los recuerdos que atesoro de mi abuelo y los frascos de perfume que me llevan al pasado, cuando de él me enamoré.
Entre cajas de plástico y cartón guardé mi historia y mi ropa, cuadernos y muchas madejas de lana que para el invierno había comprado. En mi mochila dejé cosas pequeñas e importantes, dejé una libreta y los cargadores, por si la energía me abandonaba después del mediodía. Una brújula también guardé, esperando encontrar un norte donde dirigirme, y sabiendo que donde sea que huya, perderé mi dirección y si él me buscase, no me encontrará y yo nunca me enteraré.
Entre cajas, bolsas negras y otras de papel mi casa fui desalhajando, también usé varios baúles, y algunos cajones de mis muebles descuartizados. Así es como regalé parte de mi esencia y lo que queda, lo siguiré ocultando.
Entre tristes cajas y desaliñadas bolsas, me obligaron a pasar por este terrible trance, me forzaron a desnudar lo que pude construir y llamar hogar, y me presionaron tanto, que terminé de asesinar la poca vida que hasta hace unos días, había podido salvar.

jueves, 1 de febrero de 2024

Lo único claro entre nosotros, es que estamos justo uno en el lado opuesto del otro. Es por ello, entonces, que cuando yo busco su nombre en cada constelación, él se escabulle entre los rayos del abrazante sol. Somos tan dispares, diversos y opuestos, que se contradicen nuestras historias y hasta palpitamos con distinto ritmo.

Qué difícil se ha hecho escribir un final cuando aún no termino de sentir el principio. Hasta hoy mi piel se eriza y mi pecho se estremece con sólo pensar en él y en cada uno de nuestros encuentros, esos que siempre sentí como si fueran una única y primera vez.
Pero la vida se muere poco a poco, como muere esta suave y tímida esperanza de volverlo a ver. 

Qué difícil se ha hecho escribir un final, si aún no sé cómo pudimos tener un principio. Las voces se mezclan y cuesta tanto poder entender, los días me dicen mucho más de lo que mis noches acostumbran a oír, y mi cabeza no procesa lo que debe imaginar para dejarlo de querer. 

Lo único claro entre nosotros, es que no podemos estar uno junto al otro. Pero nadie dijo que allí yo quería quedarme, yo solo quise acercarme para poder acariciarle. Quise cuidar su sueño y de vez en cuando, sensualmente despertarle. Quise poner bálsamo en sus heridas y ser el licor de sus bebidas. Quise ser su abrigo y su suave y gruesa bufanda. Quise ser su cielo y horizonte, ser su escape al mar, su madriguera y cualquier cosa que él quisiera imaginar.

Qué difícil se ha hecho escribir un final, si desde el principio no hubo un nosotros, tampoco un tú y yo, sólo fuimos cómplices de engaños y mentiras, no fuimos amigos, ni camaradas, quizás sólo amantes fortuitos, fugitivos de nuestros problemas, sin resistencia, sin maldad y sin caretas.

Pero me enamoré. A pesar de todo eso y de todo lo que ahora sé, me enamoré.  Me enamoré de su mirada y de sus labios carnosos, de sus besos y de sus largos tiempos silenciosos. Me enamoré de sus alas abiertas y de su sinuoso andar, de sus secretos, de sus problemas y de los sueños que no podía recordar. Me enamoré de su inusual idioma, de su voz, de su aroma. Me enamoré de lo que nunca me dijo y de las mentiras que sin darse cuenta pronunció. De sus tiempos, de sus noches interminables y de su basta inteligencia, de sus bruscas caricias y de las canciones que imagino que aún me dedica.

lunes, 29 de enero de 2024

Quizás nadie podría imaginar que llevaba meses, largos meses, pensando en si saludarle o no en su día. Qué tontería.

Quizás nadie podría imaginar que en su ausencia, se ha mantenido su presencia; pues ni él ha de sospechar que lo mantengo vivo, aún en mi propia agonía.

Pero llegó el día y desde ese primer minuto, algo en mí comenzó a oprimir mi corazón, hasta que de pronto no supe si fue un infarto o una explosión, pero mi demencia redujo mi compuesta decencia, violó mi poca nobleza, respeto y honor, obligándome a lanzarle una piedra, deseándole lo mejor.

Ya no me escondo, ya qué sentido tiene, si no me quiere ver. No alcanzo pa estar en su vida, y no sé si estoy cuerda o ya terminé de enloquecer. Sueño con su rostro, y cada tanto, hasta puedo tener la sensación de las caricias que emanan de sus ligeras manos. A veces siento la estela que dejó su perfume, otras, siento que vive en mí y que es por eso que en medio de este desierto, logro aún existir.

Porque él fue no sólo mi propia luna, ni tampoco mi propio cielo lleno de estrellas. Él fue infinito, con su sonrisa tímida, su mirada cansada y sus pasos suavecitos. Fue día y fue noche, fue luz y oscuridad; fue un poema, una canción y parte de mi imaginación. Él fue vida cuando pensé que moría. Fue mi agua y también mi sed. Fue invento y descubrimiento. Fue todo lo que quise, lo que quiero y lo que siempre he de querer.

Quizás nadie podría imaginar que desde aquí yo aún le espero. Que sea lo que haya sido, en mi corazón su nombre quedó prendido, que en mi almohada hay espacio para que descanse su cabeza, y que en mi armario, hay un lugar donde poder guardar sus tesoros y grandezas. 



domingo, 14 de enero de 2024

No sólo coincidimos. Nosotros, conectamos. He ahí, ¿cómo olvidarlo?.

No pregunto, no digo, más sólo pienso y le extraño. Cambio días de vida por una vez más a su lado; cambio lo que me pida, por someterme una y otra vez, a sus suaves manos.

Luego, otra vez nos separamos, nunca nos hemos despedido. No olvido, lo pienso y lo extraño. No hace falta que me quiera o que algo diga, pues con este amor que yo guardo, tengo pa mil vidas, pa sobrevivir y volver a encontrarnos. 

No olvido, no pregunto ni digo. Como un fantasma o si desea como vampiro, como sombra o como un soplo en mi oído, si él se acerca sabré que por mí vino, pues me basta con que exista, pa saber que seguimos conectados y que otra vez, coincidimos.


jueves, 4 de enero de 2024

El tiempo se acabó justo a medianoche, y como si fuese una premonición para el nuevo año, mi pensamiento se encontraba clavado en su imagen. Debió ser esa constante reflexión de querer escribirle o no, de qué decir y qué callar, o bien, la reflexión sobre si ya me olvidó o si nunca en mí pensó. 

Los segundos pasaron a tropezones y corriendo justo delante de mí, mientras me encontraba paralizada aún sin saber si subir o bajar, si correr o esperar, entonces, sólo dejé fluir la energía del momento, arrimándome a los míos para iniciar el ritual que las campanadas acababan de anunciar.

Pasaron los primeros minutos, y una copa de espumante al son de los estallidos de los fuegos de artificio, parecía tener vida con sus burbujitas que no paraban de bailar. Mientras el recuerdo de un antes volvía, como cada año,  a asomar. La larga mesa en la terraza del tercer piso y frente al extenso mar, mantel blanco, música, alegría y apuro, galletas artesanales de brandy, las visitas que no paraban de llegar y el perfume de la pólvora que el viento traía a nuestro hogar. Qué gran tradición, lo que hoy no es sinónimo de celebración. Una obligación social, que desde hace ya tantos años, es sinónimo de incomodidad.

Y los deseos de esperanza y buenaventura otra vez se repiten, con el anhelo de que los minutos corran y ya sea hora de marcharse a descansar. El desgaste energético es inminente, pero allí seguimos, juntos. Parece que de una u otra forma, somos fuertes.

Ya en mi madriguera, acurrucada con mi montón de cojines y almohadas, me pude preparar antes de volver a comenzar. Pero no olvidé que justo a esa hora, no sólo mi pensamiento estuvo junto a él, también lo rondó mi sentimiento y esa especie de esperanza que aún guardo de volverlo a ver. Ya tanto ha pasado en su historia lejana a la mía, que no queda más que eso, un volver a verlo o un pasar un rato en su regazo, quizás el darle unos besos o el poder suavemente acariciarlo, sabiendo que luego vendría un nosvemos o simplemente, un chao. Un devolverse a su castillo meridiano sin mirar atrás, hasta que el monstruo o demonio que ve en mí lo despierte, lo despierte a él o a ese vago y abandonado deseo de volverme a mirar. 

Pasa el tiempo, le llamamos días, minutos, años y vida. Y se nos pasa, como pasa el agua de los ríos al mar. Se aleja el hoy en el pasado y el futuro es presente. Los relojes se atrasan y otras veces se adelantan. Llegamos a destiempo y otras veces no alcanzamos a llegar. También puede que nos vamos, y otras, simplemente allí nos queremos quedar. Y me importa más que todo ello su sonrisa, y me ocupa el pensar que a veces también él puede soñar.