XII Jarama María de Villota (2025)

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Duodécima edición de esta carrera, ¡cómo pasa el tiempo! Yo la corrí en su octava edición, allá por 2021, con protocolos anti-covid y todo. Y sobre todo, iba a correrla en 2023, pero me dio el ictus y no pude disputarla. Hoy, dos años después, he querido volver y quitarme la espinita clavada (será la primera de las dos carreras que en 2023 no pude correr, por esa misma razón).

La filosofía de la carrera es la misma: se entrega un litro de leche, no dan camiseta (la pagas aparte) y te dan el «¡Hola!». Y cosas que no han cambiado pero se parecen: la entrega del dorsal en un centro comercial de La Moraleja y que es una carrera muy familiar, con muchos niños corriendo y muchas familias caminando… ¡y hasta vi un tío con un perro!

Mucho frío por la mañana temprano, pero al menos lucía el sol. Dieron la salida pasada la hora y a correr. En la primera vuelta vi que habían sustituido la vuelta por el interior por un paso por boxes y salida de nuevo a la pista. Y en la segunda vuelta observé que desde el arco de salida/meta te hacen ir por la izquierda para luego cambiar de sentido e ir por el centro hasta un nuevo cambio de sentido que te obliga a ir por la derecha (todo ello sin salir de la recta de salida). Vi también que había gente repartiendo agua en el carril de la derecha, pero cuando pasamos ya no había nadie. No había puntos kilométricos marcados, pero al paso por la primera vuelta ya vi que no íbamos a llegar a los 10K.

Así, llegué a meta con sólo 9,71 kilómetros en mi gps, por 9,82 de la edición de 2021. Pero no me importó. Que no dieran agua, que no hubiera kilómetros marcados, que más da, lo importante es correr en Navidad. Hacer deporte y compartirlo con los demás. Y si es en el Jarama, mejor.

Feliz Navidad.

XLV Trofeo José Cano – Canillejas (2025)

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Cada vez que vuelvo a correr en Canillejas tengo menos cosas que contar, pero sigo disfrutando al máximo de esta carrera. Todas aquellas críticas han dejado paso a una de las mejores carreras de Madrid, y por eso es una leyenda, un mito. Quizá se les pasó ya, a los organizadores, la fiebre por las inscripciones y en vez de lamentarse por todos aquellos que no se han apuntado y tirar balones fuera, se centran en hacer felices a todos aquellos que participan. Sigan así, ese es el camino.

Y ahora, la crónica:

Yo me encontraba bien, pero salió un día frío, para mi gusto, y las ganas de correr se me pasaron. Pero al poco de iniciar la carrera empecé a sentirme mejor y, bueno, le di zapatilla (a mi nivel actual). Además mi compañero José Mª, que también corría, me sirvió de objetivo sin saberlo. Iba delante de mí, inocente de que yo le perseguía, y estuve a punto de pillarle en el km. 5, justo donde la carrera se pone exigente, pero claro, yo las exigencias, las justas. Así que lo vi alejarse y pensé: «luego en el llano, lo pillo». Pues el llano llegó en el kilómetro 7 y no lo pillé hasta pasado el km. 9, y todavía me decía «sigue, sigue»: si me había desfondado, cómo iba yo a seguir.

El caso es que llegamos los dos juntos a meta y recordamos la edición de 2023 que corrimos juntos. Muy emotivo.

Ahora, hasta final de año, tengo que correr dos carreras más, que son las dos que me quedaron pendientes ese maldito 2023: los 10K del Jarama y la San Silvestre Vicalvareña.

Y para ir finalizando, unos pocos de datos, tres:

  • 1865 finishers (de 2205 inscritos).
  • Posición 1023 (222 de 479 de mi categoría), un minuto por debajo de mi marca de 2024.
  • Coste del dorsal: 16,30 € (15 euros + gastos).

XXXVI Medio Maratón de Valladolid (2025)

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Una media maratón más, esta vez en la ciudad del Pisuerga, apenas a dos horas y media en coche de Madrid. Me fui el sábado después de comer, recogí el dorsal y marché a dormir a Zamora (a una hora de Valladolid), pero incluso podría haber ido el domingo puesto que los corredores de fuera de Valladolid podían recoger el dorsal, en la salida, la misma mañana de la carrera.

El domingo fui con tiempo, aparqué el coche y me fui a la salida caminando tranquilamente. Mucho ambiente de carreras se respiraba en la salida, muchísima gente, sobre todo, y yo allí tratando de no rozarme con nadie a causa de una fractura de clavícula que me hice en el mes de agosto. ¿Y por qué corrí, entonces? Pues porque no sé hacer otra cosa. Bueno, sí sé hacer más: espero terminar este año mi segunda «carrera» (de estudios, me refiero) y este mismo año me han dado una medalla en el trabajo (algo haré bien). Pero correr… correr me hace sentir vivo. Igual que a otras personas les hace sentir vivos viajar, comer en restaurantes caros o visitar parques de atracciones. Por eso corro… y porque a Truca, nuestra perrita, también le chifla.

Pero estábamos en Valladolid, sin Truca, tratando de no caerme ni darme ningún golpe en el lado derecho. Me puse al final del pelotón y allí esperé el momento de salir. El tiempo amenazaba lluvia y se mantuvo así toda la carrera, a veces lluvia muy finita y a veces no llovía, pero siempre nublado. O sea, ideal.

Claro estaba que no esperaba para nada mejorar, y simplemente bajar de dos horas era bueno para mí. Los entrenamientos fueron malos desde la rotura de clavícula. Nada más rompérmela tuve que parar, por mi bien, y después tuve que adaptarme a una menor distancia y un ritmo más lento.

Al principio de la prueba mi obsesión era pillar al globo de las dos horas, al que rebasė en el kilómetro 3. A partir de ahí me dediqué a sufrir, con intermitentes pausas cuando te cruzabas con la cabeza de carrera, pero sufrir al fin y al cabo. Yo ya me había desfondado en mi loca carrera para atrapar el globo de las dos horas, y el siguiente, el de las 1:50h, siempre se mantuvo inalcanzable para mí y, ni los geles ni la botellita de Aquarius, mitigaron siquiera un poco ese sufrimiento.

Pero bueno, al final ni tan mal. Terminé en 1:56:56, que es un tiempo un poco peor, apenas un minuto, que mi marca en el NYC Half de marzo (1:55:53), por lo que, estando como estaba, fue un triunfo total.

El triunfo de estar vivo despues de un ictus y sus secuelas asociadas (léase fractura de clavícula por un torpe traspiés).

Es lo que hay.

VI Trail Villanueva de Valrojo (2025)

Cartel Trail Villanueva de Valrojo
Cartel promocional Trail Villanueva de Valrojo

La idea de correr este trail surgió el año pasado volviendo del I Trail Entrelobos, porque coincidían en fechas y, decididamente, el Trail de Villanueva estaba la mitad de lejos de Zamora, así que me dije que, de poder correr en estas fechas, mucho mejor en Villanueva. Y sí, pude; y sí, Villanueva fue la elegida.

Ya había estado antes en Villanueva de Valrojo, famosa por sus carnavales, pero para mí sería el pueblo de Carlos, compañero de entrenos de no sé, quizá dieciséis años, antes de ser funcionario; que nos llevó a otro compañero y a mí un día hasta allí, para compartir un día junto a su familia, propietarios de un negocio familiar de panadería (que todavía sigue funcionando).

El caso es que me apunté a la distancia de 19K, que se corría junto a las de 12K y 5K, y ya vi que en la salida éramos un puñado de corredores (29 en el de 19K, 27 en el de 12K y 25 en el de 5K), por lo que ya intuía que iba a correr solo.

El trazado del trail no se separaba nunca de las vías forestales, como el Trail del Serrucho, así que no tenía mucha dificultad técnica, salvo el desnivel del trazado pero eso casi fue a partir del kilómetro 6. Fue subir hacia lo alto de la sierra, los de 12K se iban por su lado, y ya me quedé solo, sin ver a un voluntario siquiera. Primero un poco de cresteo, luego una cuesta abajo para acabar volviendo a subir un poco más allá. Que yo iba subiendo y miraba para atrás y no veía a nadie. Y miraba adelante y veia a lo lejos el rojo chillón de la chica que me precedía hasta que llegó un momento que también dejé de verlo. Eso sería allá por el kilómetro 11, en el que circulábamos por un sendero desde el que se podía ver Ferreras de Arriba. Así que iba atento al track en el reloj porque como me perdiese iba a fliparlo. Allí donde no podías preguntarle ni a un paisano y el sol pegaba de lleno. Pero, bueno, di con el giro correcto y en lo más alto de la cuesta apareció un puesto de avituallamiento que era el mismo que servía para dividir la prueba de 12K de la de 19K, en el que ahora sí te desviaban hacia meta. Así que un vasito de agua y en marcha.

Por ese camino ya me encontré con muchos senderistas, que salieron más tarde que los corredores, y qué bien que todos tuvieron palabras amables hacia mí: «venga», «ánimo», «que ya lo tienes». Qué gente más buena, leche. Solo por ellos no flaqueé en esa recta larga y llana hacia la meta. Porque al principio sí, era rápida porque era bajada desde la sierra, pero luego era una recta larga y pestosa.

Al final llegué en 2:15:45, a más de 7 minutos el kilómetro, pensando que había sido el último. Pero no, al final entraron dos más, media hora después que yo. Posición de la general: antepenúltimo.

Qué suerte poder correr, poder estar vivo.

XVI Carrera KLM Norte vs Sur (2025)

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Vuelta al asfalto en Madrid, a pesar de que mis entrenos con Truca sean de campo. Pero todos, de campo y tranquilos. Si hay que pararse a recoger la caca de Truca, se para, o a saludar a otro perro, o a hacer una foto… Pero bueno, como sabéis por anteriores entradas mi objetivo en esta nueva etapa era bajar de los 50 minutos en un 10K, así que esta carrera, de las más rápidas de Madrid, era la más indicada, como he dicho, no así mi entrenamiento, si bien los dos días de funcional en el «Olimpia Kárate» me han venido muy bien como trabajo de base.

Las cosas han cambiado mucho desde la última vez que la corrí, en 2016: ahora hay algún cambio en el recorrido, que yo creo que ha mejorado la carrera y se puede correr más y mejor, sin sufrir en esa cuestecilla de Cibeles-Pta. Alcalá. Además, tampoco había esa masificación al principio, o sí… pero ha dejado de importarme.

Tenía ligeras molestias, antes de salir, en la zona interna del muslo izquierdo, con algo de dolor al apoyar todo el peso en esa pierna. Por eso hice primero un calentamiento en estático, luego un poco de trote (lo mío) y al final alguna arrancada que, como me dolía, no fue de intensidad.

Salí atrás del todo, para no molestar a nadie y primer kilómetro en 5:21. Se me ponía mal la marca, puesto que tenía que hacer todos los kilómetros en torno a cinco minutos, pero cinco «pelaos». El segundo a 5:07 y la doy por perdida, ya me centro en disfrutar de la carrera, en la suerte que tengo de poder seguir haciendo lo que me gusta y todo el rollo ese. Sé, porque además se veían muy bien, que los kilómetros 4 y 5 los paso en 4 y pico, pero el kilómetro 8 lo paso en 5:28, el peor de la carrera. Al 9 llego en 4:48, y en el último me arranco a correr, las molestias del principio no están, así que, que no se diga que no lo intenté.

Al final por Strava me salían 10,08K a 50 minutos exactos. Así que tuve que esperar a los resultados oficiales, que me otorgaron un 49:52. ¡Me habían sobrado ocho segundos! 😂

La verdad es que no fue mérito mío, fue de la carrera, que es muy asequible y es verdad que vuelas. A partir de ahora descanso y, de momento, no me pienso poner un dorsal hasta la Media Maratón de Valladolid… si Dios quiere y San Pedro lo permite. 😉

Que nunca sabes…

Transvulcania Media Maratón (2025)

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Estaba todo pagado, así que… ¿por qué no viajar a La Palma? Unos días de asueto, sol, playa y ambiente deportivo y relajado en la isla bonita. Pues buen plan: dejé las zapatillas en casa y nada más que me llevé el chubasquero, la termica, y los pantalones cortos. Ya subido en el avión, notaba las manos algo mejor y empecé a darle vueltas al tema para llegar a la única conclusión posible: si no tenía en las manos la fuerza suficiente, la maratón era un sueño imposible pero… ¿y la media maratón? Eran poco más de 24 kilómetros, casi todos cuesta arriba y con poca probabilidad de caerse. Era un sueño, mi sueño.

Así, el viernes fui a recoger el dorsal del maratón y a hablar con «la organización», que era una chica que andaba por allí , y que me dijo que sólo tenían tres plazas en la media, que me pasara al final del día y ya veríamos si quedaban plazas para entonces. Aproveché para comprar en la feria del corredor el material que me faltaba puesto que allí había de todo: manta térmica, unos guantes (daban lluvia para el día de la carrera), mochila, soft-flask y unas zapas (Hoka Zinal 2). Por la tarde, a la hora convenida, y bajo una fuerte lluvia, me acerqué otra vez a Los Llanos y me hicieron el cambio. Un diez para «la organización» en ese aspecto.

Por la mañana me desperté y ya teníamos un mail de la organización anunciando mal tiempo. Así que bajé a desayunar con el chubasquero y la térmica. Menos los guantes me lo había puesto todo. Y en Puerto Naos había 17 grados… un calor que ni la noche mitigaba. El bus esperaba en la puerta (ventajas de residir en un hotel oficial de la prueba), y en él me quité el chubasquero, pero cuando pasábamos por Fuencaliente de La Palma, a las 6 de la mañana, ya estaba diluviando. Lo sentí por la gente de la ultra y la maratón, que estarían saliendo en esos momentos, mientras me volvía a poner el chubasquero.. y ya preveía yo que eso de tener que sacar y guardar la ropa iba a ser lo habitual.

Ya en la salida, el tiempo era bueno, aunque el faro nos sirvió como refugio de una chaparrada gorda a pocos minutos antes de la llamada al corral. Yo me había dividido la carrera en tres tramos: hasta el pimer avituallamiento (7,5 kms), del primero al segundo (9,5 kms), del segundo a meta (7,7 kms).

El primer tramo, nos llevaba hasta Los Canarios. Una pendiente muy asequible, en manga corta, otra vez, saliendo el sol y hasta vimos un arco iris precioso. Fue un tramo muy disfrutón, que acababa en esa calle en la que van colocando las placas en honor de los ganadores anteriores de la Ultramaratón. Muy chulo.

En el segundo tramo, el más largo, empezó ya mal, metiéndose en una nube de la que ya no saldríamos más. Aproveché que el terreno era llano y me tomé el gel que nos habían dado en la caja del corredor con un poco de agua. Prácticamente fue todo lo que bebí y comí en toda la carrera porque pasada la ascensión a la montaña de Fuego tuve que ponerme el chubasquero, y en plena ascensión a la montaña Pelada los guantes. Y ahí fue el horror. Gente que se volvía. Gente que iba en manga corta que los pasabas y no volvías a verlos más. Gente que te pasaba a ti con un par de bastones allí donde el viento casi te tiraba. Sobre todo ese viento. Viento racheado en los altos, las nubes cruzando de lado a lado, la lluvia lateral tan fuerte que no sabías si era granizo o lluvia. Esos tramos fueron lo peor de la carrera. Tanto que yo me olvidé de la cámara y me centrara en mantenerme en pie. Y así todo el rato, aunque a veces amainaba como cuando pasábamos por el volcán de San Martín o por el de la Manteca cuando ya pensaba que lo peor había pasado. Las zapatillas, eso sí, no me hicieron dar ni un mal paso. Se agarraban a la tierra como si hubieran echado raíces.

El tercer tramo comenzaba a los pies de Las Deseadas, pues justo pasado el avituallamiento, empieza la subida. Y ninguno de los avituallamientos tenía nada para comer, solo líquidos. Yo hice la subida despacito, dejando pasar a todos los que me alcanzaban por detrás, sobre todo si tenían bastones, a esos los quería lejos de mí. Les había visto en el camino girarse sin mirar, blandiendo los bastones y, la verdad, me daban una cosa así tipo «psycho». Al llegar a arriba, en Las Deseadas, había visto también a una chica con hipotermia, ayudada por dos compañeros (luego me enteré de que era una influencer que estaba corriendo en top… con manguitos, eso sí).

Pero como siempre, todo lo que sube, baja; y cuando el sendero en vez de picar para arriba, lo hizo para abajo, convertido en un río de agua por el que nadaban tus zapatillas ya sabías que estabas llegando a meta. Al principio, muy debil, oías la megafonía. Pero aquel rumos fue creciendo y creciendo hasta que ya no pudo más, y entonces apareció la meta del refugio del Pilar. ¡Qué alegría más grande!

Allí sí hubo qué comer. Y mientras comía vi a algunos que llevaban medalla, que a mí no me habían dado, por lo que fui a por una. Luego a por la bolsa a cambiarme. Entré en la tienda, no había nadie, esperé un poco, no venía nadie la ví por allí así que la cojí como hicieron otros que vinieron detrás de mí. Me cambié y fui a buscar las guaguas, porque no había indicaciones, y preguntando llegué a donde había muchos más esperando como yo. Parece ser que hubo un problema con los buses porque tenían que haber llegado ya, pero allí estuvimos pasando frío, abrigados con la manta térmica que traías de material obligatorio. Aquello pudo durar más de media hora hasta que llegó el primero, en el que no cupimos todos, y luego ya pasó un segundo, muy seguido, en el que sí encontré sitio para volverme a Los Llanos.

Allí en Los Llanos me esperaba mi familia y un calor tan agradable que estuvimos tomando algo al sol… ¡a pleno sol! Pero yo es que necesitaba quitarme el frío del cuerpo.

Tiempo: 4:32:39 (y se me hizo corto). Ojo a los datos: gané casi 100 puestos en la carrera teniendo la sensación de que me pasaban todos, lo que debe indicar la cantidad de retirados que hubo.

Una carrera para volver.

V Zangarun Trail de Ricobayo (2025)

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Como me gustó tanto esta carrera en 2022, me pareció buena idea correr su versión larga (24 km.) a sólo seis días de la maratón de la Tranvulcania. Una gran idea que al final acabó convertidada en mi primer abandono, no ya en carreras de trail, sino en todo tipo de carreras.

El día comenzó gris. Algún claro entre las nubes permitía ver el sol de cuando en cuando. Pocos corredores en la salida puesto que el grueso saldría en la corta, desde Villaflor. Yo a lo mío: a ir tranquilo, sin sufrir, en el vagón de atrás, con cuidado, dejando pasar a cualquiera se me acercase para ir solo, sin ningún tipo de presión.

El circuito consistía en llegar desde Ricobayo a Villaflor, y vuelta, y ya en un jaral, antes de llegar a Villaflor empezó a jarrear de lo lindo, por lo que pronto acabé empapado entre la lluvia que caía del cielo y el agua que acumulaban las jaras. Además tampoco llevaba ni chubasquero ni térmica (cosa poco habitual en mí, que soy el tonto de las térmicas). Pasamos el pueblo y ya de vuelta, a pesar de que había dejado ya de llover, las piedras estaban muy mojadas y las Wildhorse 7 que estaba utilizando resbalaban muchísimo sobre esa superficie. Pues nada, a bajar el ritmo, otra vez, y a asegurar.

A poco más del kilómetro 15, había una bajada, no muy larga pero pindia, así que pasito a pasito la fui bajando. Abajo había voluntarios y no quería dejarme los cuernos delante de ellos. Dos metros, un metro. No quedaba nada para el llano. Medio metro, lo salto. Hop. ¡Estoy en tierra firme! Cojo velocidad y, ostras, un arroyo por aquí, a saltarlo y… kaput.

Me di una leche que ni la vi llegar. Tanto que no me podía levantar. Ya vinieron los voluntarios, entre ellos una enfermera, a ayudarme, me preguntaron si podía seguir, les dije que las manos me pinchaban mucho y que no, que prefería retirarme. Me chequearon, descartaron lo importante (otro ictus) y me llevaron a ver a los médicos en meta, que simplemente observaron en mí una leve hipotermia. Me dijeron que fuera a casa, me diera una ducha caliente y si observaba que no se me pasaba lo de las manos que acudiera al hospital.

Y como no se me pasaba acudí a urgencias que me diagnosticaron una luxación de los dos índices, producto de la caída, me prescribieron antinflamatorios y calmantes y, ya en Madrid, me dieron ocho días de reposo.

Y así, de buena mañana, una buena idea, terminó con el adiós a mi objetivo de año: la maratón de la Transvulcania.

II Trail La Senda del Oro (2025)

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Para seguir con el entrenamiento de la Transvulcania Maratón, encontré esta carrera que se disputaba en el pueblo de Pino del Oro, que a pesar de su nombre no tiene nada que ver con Pinito del Oro, pero esa es otra historia. Eran 14 kilómetros de inicio y poco menos de 500 metros de desnivel positivo, y se disputaba el Sábado Santo. Así que me apunté y no me arrepiento de ello.

La mañana salió fresca, de primavera, pero fresca. Podía haber sido peor; podía haber llovido… pero también mejor, como el Domingo de Resurrección, que salió el sol. Es lo que tiene el tiempo.

La salida se daba a las 10:30 y yo ya salí de los últimos. Tanto que, encima, me despisté con un problema de configuración de la cámara y fui andando tratando de arreglarla. Oía pasos a mi espalda, así que pensé que todo iba bien. Pero al poco, los pasos se fueron acercando y ya oí decir a uno de ellos: «¡no adelantes, que no podemos adelantar!» Entonces me volví y eran los escobas de la carrera. Iba el último. Dejé la cámara y arranqué a correr como alma que lleva el diablo. Pero sin poder resolver los ajustes de la cámara, por lo que me salió toda la película movida. Vaya. Al menos hay película que, como siempre, os dejo al final de esta crónica.

Y ya está la crónica hecha, pues mi carrera fue recreativa al máximo. Lo peor fue la bajada y la consiguiente subida al Duero; que no me rompí la crisma (y pude) y que al final entré en meta en un tiempo total de 1:55:03, el 96 clasificado de 116, a un ritmo medio de 8:13 min/km.

Proxima cita: el trail largo de Ricobayo, 24,7 kilómetros a tan solo 6 días de la Transvulcania. ¡Ole, ole y ole!

United Airlines NYC Half 2025

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No sé ni cómo nos enteramos de esta carrera. Bueno sí, el medio maratón de Nueva York, el que cruza Times Square, etc. Eso sí lo sabíamos, pero cuándo apuntarse, no. Supongo que sería a raíz de un mail de NYRR, que lo veríamos, y sin mucha esperanza, nos apuntamos.. y nos tocó a los dos.

Así llegó el momento de viajar a NY, más que nada por pasar un fin de semana allí después de mucho tiempo sin ir (mi hijo y yo, claro, mi mujer ha ido más). La marca no me preocupaba demasiado. Tampoco tenía dudas en que lo iba a terminar. Ahora estoy haciendo más o menos 18-20 kilómetros los domingos, por montaña, así que una media, por asfalto, no iba a suponerme ningún reto. Es más, tenía claro que lo iba grabar con una pequeña cámara, lo que da cierta idea del carácter lúdico con el que afrontaba la carrera.

Llegamos el miércoles por la noche y fuimos directamente al hotel. Elegimos para hospedarnos el Luma Hotel (muy buena opción), en la calle 41, al lado de Bryant Park, relativamente cerca de la meta, linea de Subway directa a la salida y a dos pasos de la feria del corredor en la 5ª Avenida. Elegimos para recoger el dorsal el mismo jueves para que nos dejase tiempo para turistear hasta el domingo, día de la carrera.

El dorsal se recogía en el Center415, que es un local para eventos, no es el Jacob Javits Convention Center, por lo que tuvimos algo de cola para entrar, aunque iba rápido, pero al estar en la 5ª Avenida nos dio tiempo para visitar las flagship stores de Adidas, Nike y Hoka. New York es el paraíso de las compras.

Y así transcurrieron nuestros días en Nueva York, con buen tiempo y pocos turistas: muchas caminatas, muchas tiendas y hasta una visita al MoMA que me encantó. Qué grande es esta ciudad, tienes que verla, al menos una vez en la vida.

El día de la carrera yo salía a las 7:50 de la mañana y mi mujer hora y media después, así que me tocó madrugar para estar allí con tiempo para pasar el control de seguridad (allí te montan arcos detectores de metales en cualquier sitio). Y luego a esperar a que abrieran el acceso a mi oleada. Eso sí, fui abrigado para no coger frío, el cielo amenazaba lluvia, y toda la ropa era para tirar después a uno de los contenedores de reciclaje.

Un embudo para acceder a los corrales enorme, pero una vez en tu corral yo pensaba que nos pararían en algún punto, pero no fue así: andando, andando llegabas a la salida y a partir de ahí, a correr.

Como es habitual en Nueva York mucha gente animando, avituallamientos de agua y Gatorade cada dos pasos y rampas, muchas rampas. El primer gran escollo iba a ser el puente de Brooklyn, era la primera vez que se cortaba para correr, y no sabía si iba a hacer mucho viento o no. Pero fue una maravilla, fácil de correr por él. A partir de ahí llega la parte más «pestosa» de la carrera: el FDR drive. Es como la M30 de Madrid, cortan los carriles de subida para los corredores pero los tres de bajada siguen intactos. Mucho ruido, y las vistas, cuando las tenía, eran del East River. Aun así, por allí pasamos por el avituallamiento de Maurten, ni tan mal, pero estaba deseando abandonarlo, y a la altura de la calle 42 salimos.

Pues la calle 42, desde el East River es un cuestón, pero se llevaba bien, ibas contando las avenidas según las pasabas: la 1ª, la 2ª, la 3ª, Lexinton Av., Park Av., Madison Av., la 5ª y después llegas a la 6ª avenida pasando por Bryant Park y en la 7ª avenida giras a la derecha y todo es magia. No es que hubiera gente, es que estaba abarrotado: todos aplaudiendo, gritando, haciendo ruido en ese gran anuncio publicitario como es Times Square. La sensación es la misma que cuando pasas por la Puerta del Sol en el maratón. Solo por vivir ese momento, había merecido la pena el viaje. A partir de ese momento todo lo demás sobra. Sobra el penar por la 7ª, bordear Central Park South, las subidas y bajadas por Central Park que no disfrutas, que solo tienes ganas de terminar ya. ¿Quién se acuerda de haber pasado por Bethesda Terrace, o haber corrido a solo uno metros del Strawberry Fields memorial, o el monumento a Alicia en el País de las Maravillas? Nadie. Solo queda terminar el trabajo de una vez… y parar. Y eso fue precisamente lo que hice yo en 1:55:53.

Después la medalla, la manta térmica, las fotos y caminar hacia la salida hacia Columbus Circle, para ante la estatua de Cristobal Colón, erigida por los genoveses, dar las gracias al almirante por habernos descubierto… América.

13º Trail del Serrucho 25K (2025)

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Ha tardado muy poco en llegar la primera prueba de 2025. Tenía mucho interés en poder correr este fin de semana en el Trail de Los Arribes, en Fermoselle (Zamora), pero como me era imposible, me decidí por correr mi primer trail en la Comunidad de Madrid, el Trail del Serrucho, en Alalpardo, que este año llegaba a su decimotercera edición.

Había dos modalidades, corto y largo, y yo me decidí por el largo de 25 kilómetros. Estuve viendo primero algunos vídeos de anteriores ediciones y vi que cuando se ponía peor era en los años en los que había llovido, pero que los años secos se corría muy bien. Así que como este año no había llovido prácticamente nada, iba a ser muy disfrutón. Y así fue. Porque básicamente el 90% del recorrido es por pista forestal y los tramos de senda son escasos. Además el desnivel acumulado era de 500 metros (en 25 kilómetros) por lo que pude correr tanto en llano como en las cuestas arriba (todas menos la de después del avituallamiento del km 20, que no me apetecía correr… y no lo hice). Luego, cosa que no he visto nunca en los trail zamoranos, estaban todos los kilómetros marcados… hasta diría que bien marcados pues a mí me salieron 24,81 km, lo que para 25 km está muy bien. Y sin olvidarme del cronometraje, con esa alfombrilla en la salida que nos ha permitido tomar el tiempo neto. Muy bien por la organización.

Yo me puse atrás del todo en la plaza de toros donde comenzaba (y terminaba) la carrera y los primeros metros me resultaron muy fáciles debido al paso lento al que íbamos (tremenda la imagen del reguero de corredores). A partir del kilómetro 2 nos separamos los del 14K de los del 25K y ya se podía correr de otro modo. Como he dicho no paré en toda la carrera. Casi me equivoco en el km 15 por seguir a otros corredores que iban delante de mí, pero doy gracias a que siempre me bajo los tracks, lo que esta vez me evitó un esfuerzo innecesario. Y poco a poco finalicé la carrera sin síntomas de fatiga ni lesiones en 2:36:47.

Lo que eché de menos en meta fue una medalla finisher, sobre todo después de correr casi 25 kilómetros. Pero bueno, esto es Madrid. Cogí una coca-cola en el avituallamiento en meta, y vi que estaban haciendo paella que seguro que estaría buenísima, pero tuve que ir a coger el coche del aparcamiento y no me pude quedar a degustarla. A veces la vida tiene otras prioridades.