Ahora ya no vibra el pulso que enciende las luces del ardor,
y en los ópalos la luz es un candil de amarilla luna, fui la pasión
que hace estallar el cristal donde la voz del silencio se aquieta
como un río helado, fui el árbol solitario de una navidad fiel
en el oasis de la juventud, fui la sombra de un niño que huye
de su sombra para al fin ser faro de su noche, fui la lluvia
que no cae derrotada en los charcos del hastío, pero hoy tan
solo una huella que ya es lejanía brilla en el talud del recuerdo.