lunes, 30 de diciembre de 2013

APROXIMACIONES

Poca fortuna ha acompa帽ado a la tercera y 煤ltima incursi贸n de Jacques Tourneur en el mundo, el g茅nero en s铆 mismo que es, de Val Lewton.
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Tan breve pero m谩s pobre y "ex贸tica" que sus dos predecesoras - no por lejan铆a geogr谩fica o extravagancia precisamente, m谩s bien por el mayor tanto por ciento de metraje protagonizado por estos mexicanos asentados en la que no muchos a帽os antes hab铆a sido su tierra... y ahora albergaba Los Alamos -, apenas ha podido competir "The leopard man" con la fuerza ic贸nica de "Cat people" y "I walked with a zombie", desmenuzadas de arriba abajo por mil cineastas que poco o nada aprendieron del muy sobrio y elegante Jacques Tourneur.
En realidad, tampoco el mismo Tourneur est谩 completamente en esas pel铆culas.
Con la salvedad de la extra帽a y fr铆a "Days of glory", el cineasta que surge a continuaci贸n de "The leopard man", particularmente entre "Experiment perilous" y su piedra rosetta, "Canyon passage", el mismo que se consolida hacia el final de esa d茅cada una vez dejada atr谩s la Segunda Guerra Mundial, que todo lo alter贸, hab铆a aplicado abundantes recursos pero s贸lo una parte muy limitada de su mirada en aquellos tres primeros largometrajes, gobernados por el magnetismo irresistible de Lewton.
Ser谩 el subsiguiente proyecto de Lewton, "The seventh victim" (firmada por Mark Robson), la obra m谩s radical y evolucionada de la fulgurante carrera del gran productor ucraniano, aunque no la 煤ltima en que brill贸 su sello y no hace falta m谩s que acudir a la postrera que lo lleva, la apasionante "Apache drums" de Hugo Fregonese.
El misterio, ambiental y ancestral, anclado en otras vidas, otras civilizaciones incluso, que irradian los fotogramas y proporciona un aura especial a "Cat people" y "I walked with a zombie", se transfigura vertiginosamente, en apenas meses, en terror "moderno", espor谩dico e insospechado, con una narrativa anti-t贸pica, sin respeto alguno por reglas establecidas, sin hilos conductores meditados para albergar romanticismos, un mecanismo alimentado por una fuerza m谩s poderosa que miedo o leyenda alguna: la ignorancia.
ImageTodas las acciones - vi帽etas, s铆, pero ¿qu茅 otra cosa podr铆an ser? -, dispuestas como en una carrera de relevos, de manera que cualquier desplazamiento espacial de un personaje, introduce al siguiente, est谩n presididas por una dureza y una falta de sensibilidad que puede pensarse que responden a la "americanizaci贸n" del cine amparado por Lewton y a su contagio del cine negro, pero que es por encima de todo un claro fruto de la incultura.
Nada parad贸jico tiene por tanto que sea el depositario del 煤nico ascua de conocimiento, el regente de ese Museo desangelado, el perfecto negativo de cuanto sucede en el film, salpicado de muertes y peligros sin culpables ni responsabilidades, tan naturales, tan inevitables como la lluvia o la noche, porque han encontrado el mejor aliado posible en la falta de luces de los habitantes del film, ya sean ricos o pobres, viejos o j贸venes, oriundos o forasteros. 
Esta pareja de buscavidas (incorporados por Jean Brooks y Dennis O'Keefe) expulsados de las grandes ciudades americanas - de las que s贸lo conocieron bien los peores barrios - que van en busca de oportunidades a costa de otros incautos, de turismo o que fueron a parar con sus huesos a ciudades fronterizas y los iletrados que muerdan el anzuelo de sus gimmicks, son la actualizaci贸n de tantos y tantos ya vistos en viejos Tod Browning.
Ese mirada a un territorio donde se har谩n fuertes los Hank Quinlan del futuro, que a煤n parece naive, inconquistado, es el "punto d茅bil" de este film, el elemento que impide sea trascendente y que quiz谩 lo ha privado de ascendencia cr铆tica.
ImageTourneur, exigido por esta estructura ingobernable, que no le debi贸 resultar nada c贸moda, no acent煤a ni apenas esboza correlaci贸n de fuerzas que dote a cada acci贸n de su correspondiente consecuencia, aplic谩ndose de verdad en peque帽os detalles de delineaci贸n de personajes.
No hay ley ni por tanto m谩rgenes para salirse de ella (un polic铆a se desentiende de su tarea porque lo fundamental es tener los zapatos lustrosos), buenos ni malos (y hasta alg煤n plano revela que tampoco nada profano ni sagrado, como ese momento fugaz en que vemos a la adivinadora de cartas ante el espejo, por un segundo caracterizada como una Madonna antes de dar una calada al cigarro), s贸lo una sucesi贸n de movimientos inesperados - a煤n sin emisario, para eso habr谩 que esperar a "The seventh victim" - de esa sombra negra que es la muerte.
Producto de esa tarea que emprende Tourneur, resulta no forzada ni postiza, sino perfectamente ajustada c贸mo filma la redenci贸n de los protagonistas, los 煤nicos personajes que de alguna manera Tourneur se esfuerza por comprender.
Desde que aparecen en escena, ego铆stas y aprovechados, hasta la escenificaci贸n final en la procesi贸n, media el 煤nico proceso tourneriano, tan inexplicado y subterr谩neo como perfectamente plasmado en la oposici贸n moral a todo lo que impl铆citamente combate y trata de rechazar: el desorden, el destino.

jueves, 5 de diciembre de 2013

D脡CIMO SEFF

Cr贸nica para la Revista D茅tour acerca de lo visto en el X Festival de Cine de Sevilla celebrado el pasado mes de noviembre.
Enlace aqu铆.

martes, 3 de diciembre de 2013

MIENTRAS DUERMES

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Oculta entre dos de sus pel铆culas m谩s famosas, "A place in the sun" y "Shane", que alguna vez fueron, sobre todo la segunda, enarboladas por la cr铆tica americana como hitos de su cinematograf铆a, ejemplos de que desde sus c贸digos y ancestros llegaban tan lejos como los europeos - inmigrantes o no -, "Something to live for" es la obra m谩s emocionante y realista filmada por George Stevens en muchos a帽os.
Tal vez a finales de esa d茅cada de los 50 su delicada partitura de piano hubiese sido sustituida por una balada de saxof贸n, sus escenarios y peripecias nos parecer铆an modernos, contempor谩neos y ahora estar铆amos hablando de un cl谩sico, de un film eterno.
En contrapartida a esa p茅rdida, definitiva si nada lo remedia, queda una obra tan 铆ntima y exultante en sus corrientes apariencias como inabordable a la caricatura, protegida por una especie de aura que no permitir铆a hacer de ella un "mal" uso.  
Estos dos amantes al filo del alcoholismo son la personificaci贸n misma del deseo.
No ya de estar juntos; de vivir, de seguir, de sentirse mirar hacia adelante con la misma convicci贸n de quien recapitula.
La prodigiosa escena paralela en que se encuentran es el mejor ejemplo de ese ansia. Llamadas telef贸nicas que no llegan por instantes a conectarlos, ella que se siente al fin con fuerzas para tirar el trago de bourbon por la ventana, 茅l que en la excitaci贸n de verla, casi recae en viejos vicios, la lluvia, el teatro en penumbra...
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Nada puede haber m谩s realista que un trozo de celuloide como ese, que a uno le parece haberlo vivido nada m谩s verlo. Buena paradoja si pensamos que lo film贸 uno de los cineastas m谩s adosados a un concepto de fatuo enlatado hollywoodiense, especialmente aqu铆 en Europa, donde no hubo con 茅l ni piedad ni sosiego.
Esto ya poca importancia tiene.
Al final del d铆a solo quedan las grandes pel铆culas en la memoria; paup茅rrimas como "Echoes of silence" o ricas como "My sister's keeper", contagiosas y entusiasmantes como "Le temps de l'脿venture" o intimidantes y oscuras como "We are what we are".
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Si ya parec铆a "pasado de moda" Stevens cuando hac铆a "Penny serenade", "The more the merrier", "Vivacious lady" o "Bachelor bait", injustas perdedoras todas frente a los elixires de las screwball comedies y los melodramas m谩s vigorosos de los 30 y 40, ¿qui茅n iba a esperar nada verdaderamente grande de su cine en 1952 si nadie hab铆a reparado siquiera en su "Nazi concentration camps"?
La calma elegante de este otrora brillante publicista "ca铆do" en la abstinencia, Alan, que de repente se siente inspirado de nuevo - por un par de botas, por una ma帽ana cualquiera - (Ray Milland) y la esperanza de rehabilitaci贸n que atisba en dos tardes junto a 茅l Jenny, actriz de segunda encorvada sobre su propia debilidad (Joan Fontaine), se combinan en un efecto intangible pero dif铆cilmente soportable para la sensible mujer de 茅l, Edna (Teresa Wright), que querr铆a ser Pen茅lope y descoser de noche lo cosido durante el d铆a.
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Y no pensar, ni en ellos, ni en el beb茅 que trae dentro, ni en la chica que 茅l encontr贸 tirada en una habitaci贸n y ayud贸 sin intereses particulares, corporativamente.
Maravillosamente dialogada, con esa amplitud para ser igual de efectiva en escenas con dos personajes o en otras con m煤ltiples relaciones cruzadas (la escena de la fiesta en casa del insufrible Baker - Douglas Dick, "especialista" desde "Rope" y "The accused" -, un modelo de disposici贸n espacial), "Something to live for" se mantiene en todo momento contenida, agazapada detr谩s de las barreras de los sentimientos no expresados.
Sus tristezas y sus decepciones se intuyen en el futuro mayores, cuando se vuelva la vista atr谩s y se recuerden los episodios pasados.
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Edna probablemente habr谩 conquistado un nuevo lugar, uno que nunca supo deb铆a tomar al comenzar el film, cuando vencida con su ayuda, de antemano, la gran batalla de 茅l, hab铆a adquirido "en propiedad" ese suced谩neo de lo que anhelaba, el agradecimiento.
Alan, que de haber sido libre, pudo parecer una versi贸n tranquila del Jack Lemmon de "The apartment", probablemente se marchitar谩 como el Fred McMurray de "There's always tomorrow".
Quedar谩 Jenny, all谩 arriba en las tablas, renacida. Y parecer谩 invicta, hasta que un d铆a deje de girar la rueda.

viernes, 11 de octubre de 2013

NICKELODEON

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A principios de la d茅cada de los 50, cuando hab铆an pasado poco m谩s de veinte a帽os del final de la era silente, muchas de las estrellas de aquellos tiempos segu铆an muy presentes, si no f铆sicamente, s铆 al menos en el recuerdo del p煤blico que abarrot贸 las salas de cine en que se forjaron sus mitos.
El conocimiento o la cercan铆a temporal del espectador respecto a historias que versasen sobre esos a帽os, ya no se podr铆a dar m谩s "de primera mano" en cuanto la siguiente generaci贸n, digamos la tercera o quiz谩 cuarta desde el nacimiento del cine, llenara las plateas.
Esa pr贸xima hornada ser铆a la primera para la que iba a ser "煤til" o hasta imprescindible la Historia y, secundariamente, la cr铆tica de cine.
De cualquier auditorio, quienes podr铆an advertir tergiversaciones o inexactitudes en el tratamiento de cualquier aspecto del cine mudo sin acudir a hemeroteca alguna, recurriendo s贸lo a sus propios recuerdos, eran relativamente una minor铆a. Y eran personas maduras.
En plena efervescencia y renovaci贸n de varios g茅neros, evolucionando todos con celeridad tras el par茅ntesis de la guerra, no es casual entonces que las m谩s incisivas pel铆culas filmadas utilizando como materia prima - m谩s o menos fresca, a veces s贸lo su hermoso cad谩ver - el viejo cine mudo (obviamente las reconocidas "Singin' in the rain", "Sunset Blvd." o "The bad and the beautiful") est茅n concentradas en apenas un par de a帽os para tratar de acaparar el mayor abanico posible de p煤blico, nost谩lgico o 谩vido de novedades, pero se decanten por satisfacer sobre todo a la mayor铆a, a quienes nunca mantuvieron un contacto directo y menos a煤n cotidiano con 茅l.    
Participando, como las mencionadas, en distintas proporciones de esos g茅neros y centrada tambi茅n en los estertores del mudo, cuando la grandeza de tantos directores, t茅cnicos e int茅rpretes se vio interrumpida o malograda por la llegada del sonoro, "Hollywood story" es otra de las grandes pel铆culas fascinadas con esa memoria y sin duda la m谩s desconocida de todas.
Su director, William Castle, no ser铆a popular hasta bien entrados los a帽os 50, ya con esa nueva "promoci贸n" de chicos y chicas a la que me refer铆a, haciendo cola a la entrada de los teatros. A ellos b谩sicamente se entreg贸 Castle a partir de entonces y le fue muy bien.
Desde su debut a mitad de los 40 y hasta que lleg贸 su gran 茅xito y faro para el futuro, "The tingler" en 1959 (coincidente con otro de los mayores que cosech贸, "House on Haunted Hill"), Castle ven铆a filmando cuatro o cinco pel铆culas al a帽o, a veces m谩s, en todo tipo de terrenos: aventuras, westerns, b茅licas, thrillers...
"Hollywood story" es en buena medida una m谩s de ellas, indistinguible sobre el papel de otros r谩pidos policiacos como los de la serie "The whistler", con los que hab铆a cobrado cierta notoriedad un lustro atr谩s.
Se eleva "Hollywood story" sobre todos los dem谩s vistos y recordados porque est谩 tan bien construido, medido y contado que resulta, antes que agradable y modesto, verdaderamente apasionante.
Un muy buen reparto, con Richard Conte y la bonita Julia Adams m谩s algunos de los grandes secundarios del cine americano (Henry Hull, Jim BackusRichard Egan, Fred Clark... raro el que no ten铆a m煤ltiples habilidades y talentos), un gui贸n muy h谩bil de Frederick Kohner y unos decorados obra de un verdadero conocedor de los "dos cines", Russell Gausmann (unas im谩genes de "The phantom of the Opera", su debut, aparecen un instante), dotan al film de la necesaria verosimilitud.
Tal exactitud circunstancial o el encaje sin estridencia alguna en la estela de ese recordado (pero apenas escenificado) a帽o 1929 es lo m谩s parecido a un "control de calidad", que aseguraba unos est谩ndares que poco despu茅s el cine perdi贸, a veces en beneficio de mayores audacias, que no ser铆an eternas.
Supongo que eran los tiempos (grosso modo de esplendor artesanal, t茅rmino que para alguno debe sonar a contrasentido) en que hab铆a gente que sab铆a si las cosas se hac铆an bien o mal.
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Donde se esmera y m谩s brilla "Hollywood story" no es tanto en esa perfecci贸n formal, tan extendida, sino en la disposici贸n emocional de sus piezas dentro del misterio sin resolver que narra.
Utiliza, como las otras obras antes mencionadas, una voz en off, m谩s efectiva (y menos efectista) que la de "Sunset Blvd." porque el tono (y el mismo narrador, un personaje tangencial) ni a帽ade misterio o un matiz evocador ni conduce el juego de apariencias y de miradas entre los protagonistas, que funcionan independientemente.
Quiz谩 suceda eso porque "Hollywood story" no mitifica el cine mudo y menos a煤n quiere convertirse en su forense. Era el pasado y nada m谩s.
En cualquiera de estas pel铆culas, con cuotas parecidas a las antes descritas respecto al p煤blico, intervinieron reci茅n llegados pero tambi茅n quienes tuvieron importancia y se hab铆an labrado una reputaci贸n en el esplendor de los a帽os 20. Muchos de estos 煤ltimos nunca aceptaron (ni acertaron a comprender que el cambio s贸lo obedec铆a a razones comerciales) por qu茅 no pudieron coexistir ambos mundos y uno sepult贸 al otro sin remedio.
Aqu铆 hay varios colaboradores del joven Castle que lo conocieron muy de cerca: varios actores, el mencionado Gausmann, el director art铆stico Bernard Herzbrun, etc.
La mirada realista, dignificada, que tiene el film para con aquellos a帽os, que no sea un subproducto ni una baratija que recogiese las migajas de un "Sunset Blvd.", se nota en el trabajo de todos, incluso en el de los veteranos figurantes con o sin frase que aparecen en el rodaje que contiene el film, de vuelta al mundillo tras a帽os fuera de 茅l.
Dirigirse a un p煤blico m谩s reducido, ser un complemento fabricado "en serie" propicia en esta ocasi贸n, sorprendentemente si no fuera porque en esos a帽os abundaban las sorpresas, un tratamiento nada derivativo y sin hip茅rboles de lo que sus "mayores" en buena medida hicieron (y no quiero decir que la 煤nica que encuentro superior a ella, "Singin' in the rain", no est茅 precisamente conseguida en los aspectos par贸dicos o ir贸nicos).
De su fluidez y concisi贸n resulta una rara gema del cine negro, un poco exc茅ntrica - sin un resuello pero sin perder tampoco el humor -, curiosamente un traje a a medida para uno de los actores que por desgracia s贸lo hace un cameo, Joel McCrea.

mi茅rcoles, 9 de octubre de 2013

LA VIDA DESATENTA

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Con m谩s pena que gloria, perdidos de vista ya los tiempos en que alguna de sus obras aviv贸 debates muy poco cinematogr谩ficos, "The runner stumbles" cierra en 1979 la carrera de Stanley Kramer.
Relativamente tard铆o en su periplo como director, que se hab铆a iniciado despu茅s de cosechar notables 茅xitos en la producci贸n, a mediados de los a帽os 50, Kramer empez贸 a respirar un aire enrarecido a finales de la siguiente d茅cada por el s煤bito cambio de escenario sufrido por el cine americano. Ya "no contaba" para nadie en esos 煤ltimos a帽os que estuvo en activo.
Como sus pel铆culas recientes hab铆an fracasado, a nadie debi贸 importarle entonces que, siendo a煤n bastante joven, clausurara su irregular trayectoria con otro tropiezo m谩s, para colmo sin que se atisbasen pretensiones de ponerse al d铆a, bajando los brazos definitivamente.
Los grandes medios despacharon el film con los mismos argumentos que pudo esgrimir quien no lo hubiese visto: bobo, pasado de moda, sobreactuado, fofo.  
Han pasado 34 a帽os desde entonces y supongo que alguna copia de "The runner stumbles" seguir谩 dormitando, con su car谩tula retro, un poco m铆stica, en los pocos videoclubs que sobrevivan agarrados a la nostalgia como a un clavo ardiendo.
En otros foros m谩s modernos, el film no circula: es un fantasma.
Para cualquiera que se tope ahora con su espectro y trate de imaginar lo que se esconde tras su eleg铆aco envoltorio, lo cierto es que todas las prevenciones son pocas, o todas sobran.
Nunca le falt贸 arrojo a Stanley Kramer y tampoco esa vez. Quiso componer un melodrama 铆ntimo y radical, cerrado a cal y canto de contaminaciones coyunturales, para albergar una historia de amor y muerte sin los aditamentos de su pel铆culas de los 50 y no vacil贸 en volver la mirada al cine de John M. Stahl, Leo McCarey o Henry King. Y no me resisto a mencionar tambi茅n, por si sirven de algo, a Raffaello Matarazzo y a Keisuke Kinoshita.
Apenas dos estimulantes propuestas contempor谩neas como la popular emprendida por Robert Mulligan y la subterr谩nea de Paul Newman quiz谩 sean los 煤nicos vasos comunicantes contempor谩neos del film y las conexiones para saber que estamos casi en los a帽os 80 y no en mitad de los 40.
Opci贸n en definitiva tan atractiva para unos pocos, como supongo que disuasoria para la mayor铆a, vista su nula fama.
El "experimento" se convierte en su m谩s grande pel铆cula desde la primera clave, marcada por el wanderer interpretado por Beau Bridges, picapleitos barato - cuando despierta de la resaca - defensor (incr茅dulo, por supuesto) del apuesto sacerdote acusado de haber matado a la hermana Rita. 脡l ser谩 el encargado de introducir y hacer las preguntas para que entren los flashbacks en que el Padre Rivard, pendiente de juicio, recuerde.
Los tres escenarios temporales, el pasado (los hechos imputados), el presente en la c谩rcel y el juicio (es decir, el futuro respecto al arranque del film) son dados simult谩neamente.
Un actor de comedia como Dick Van Dyke y una reci茅n llegada al cine desde la TV, con esa t铆pica intensidad (demasiada en "I never promised you a rose garden", el papel por el que presumiblemente le dieron este) trastocada por el cambio de pantalla como Kathleen Quinlan, hacen una pareja que Kramer convierte en cre铆ble y matizan cada palabra de un gui贸n que imagino que le铆do, parecer铆a un desatino.
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La fordiana llegada de ella en tren, su juvenil sonrisa (toda ella r铆e, al estar enmarcada lo 煤nico visible, su cara, por el h谩bito) y una primera mirada paralizada de 茅l, lo dicen todo.
Los a帽os que les separan y las creencias que les unen se borran en un instante para 茅l. Ella parece ajena.
La narraci贸n de su mutuo acercamiento, pausada, ordenada, sin las crispaciones de otras veces, sobria por muy arrebatados y cr铆ticos que sean los episodios vividos, sirve para hacer crecer esa primera impresi贸n.
Para 茅l, ella le da un sentido por fin al mundo, lo reconcilia consigo mismo y borra a帽os y dudas y vac铆os.
Para ella, 茅l es un cataclismo, alguien que dinamita un convencimiento que tal vez cre铆a producto de una sensibilidad especial, un don.
Kramer no se empe帽a en ocultar el origen teatral del texto y conf铆a la puesta en escena a los tama帽os de plano y su cadencia.
Como Bergman, no trata de aislar y alejar de sus dominios a los protagonistas, a sitios donde, figuradamente, Dios no pueda escucharles decir y decirse la verdad.
Al fin y al cabo, se tendr谩n que enfrentar a un dilema m谩s antiguo, m谩s sagrado y m谩s urgente que todos los libros y las reliquias que han condicionado sus experiencias: el que viven dos personas, est茅n donde est茅n y vengan de donde vengan, que descubren que necesitan estar juntas.
Qu茅 poco importa entonces lo que un juez, un testigo "presencial" o un jurado, diluciden.
Sin ella, no hay ellos, ni ya tampoco, 茅l.

viernes, 4 de octubre de 2013

UNA AMIGA

Dos escenas, encadenadas de varias situaciones, introducen a Fr茅d茅ric.
La primera tiene una precisa y esmerada voz en off, es brillante, "exterior" - suena un poco a Moravia -, tal vez discursiva, altiva. Refleja su mirada curiosa y 茅l piensa que segura de s铆 en los rostros de las mujeres que desea o simplemente atisba, en el tren, en los escaparates, en un bar.
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La segunda, on铆rica, algo rid铆cula, pasada de moda, desopilante - un poco del Woody Allen de entonces - e "interior", cuenta una fantas铆a que pocos hombres no habr谩n tenido, la de disponer de un artificio (una especie de amuleto colgante, qu茅 m谩s da) que al instante venza la voluntad de las chicas atractivas que se cruzan en su camino para que se vayan con 茅l. Una de ellas, si se est谩 atento, se reconoce al instante: es Hayd茅e Politoff, la coleccionista de cinco a帽os atr谩s.
Tal vez haya otra capa m谩s de significaci贸n, ya referente a la pareja protagonista, en "L'amour l'apr猫s-midi", un inside joke o m谩s probablemente una coincidencia: los actores, Bernard Verley y Zouzou encarnaron poco antes a Jesucristo y Mar铆a Magdalena en dos films faro del cine libre de aquellos a帽os y tan diversos de este, "La voie lact茅e" y "Le lit de la vierge".
Importa detenerse en ese arranque porque Eric Rohmer lo utiliza para edificar afectivamente sobre los hombros de Fr茅d茅ric esta historia que pudo surgir del arranque de "Psycho" de Alfred Hitchcock como "The apartment" de Billy Wilder (confesamente en ese caso) lo hac铆a de "Brief encounter" de David Lean.
En esos mediod铆as de jornada partida, somnolientos - aterradores dice 茅l, porque toma conciencia del tiempo que pasa y no le es regalada ninguna aventura excitante - Fr茅d茅ric baja la guardia y pone en peligro su matrimonio con sumo placer y pocos remordimientos.
¿Inmoralmente? Cada uno juzgar谩 eso seg煤n sus experiencias o valores; habr谩 quien piense que es un film perturbador y a otros parecer谩 anecd贸tico, pero el hecho es que Fr茅d茅ric recibe a cambio de su atrevimiento por materializar su pulsi贸n, un enigma, y en cuanto mide su propia val铆a seg煤n c贸mo lo descifra, se deprime.
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S铆, Chlo茅 es un manojo de nervios, inestable, artera, lo opuesto a esas chicas perfectamente silenciosas que 茅l anhelaba porque sab铆a que no las ver铆a m谩s.
Rohmer desde luego no toma partido por 茅l y pocas veces su muy enga帽osa y mal llamada "neutralidad" crom谩tica (y de vestuario), s贸nica y de direcci贸n de actores, fue m谩s discretamente eficiente que con estos dos amantes antip谩ticos, torpes, exhibicionistas en su indecisi贸n.
As铆, no duda en poner en el mismo plano a las dos vertientes que dec铆a al principio se daban de Fr茅d茅ric, despersonaliz谩ndolo. Queda especialmente bien registrado como 茅l trata de sobreponerse a sus dudas y llevar la iniciativa, filmando siempre en planos con tama帽os mayores, que alteran el ritmo s煤bitamente. Ella le escucha un poco aturdida; est谩 claro que quiere ser, a voluntad, su sue帽o o su pesadilla.
Adopta Rohmer, in extremis, como 煤nica referencia moral al tercer personaje en liza, H茅l猫ne, la mujer de Fr茅d茅ric, aprovechando o mejor dicho, aumentando una ventaja: de ella casi nada sabemos.
Apenas una mirada de H茅l猫ne en una cena con amigos anuncia que sospecha, que sabe. 
Es el 煤nico 谩ngulo (h谩bilmente) casi ciego de esta narraci贸n "post-hawksiana", especie de variaci贸n hiper-realista (y ser铆a interesante trasladarla al campo o a un pueblucho, esos que tanto odia Fr茅d茅ric, para que fuese un drama gris, un Germi), inactiva (circular, cobarde) y exasperante (no despertaba ni despertar谩 "vocaciones") de las comedias del maestro atravesadas por la influencia (est茅tica, de puntos de vista y psicol贸gica) de tantos irresistibles Hitchcock.
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De aquel movimiento, aquel estallido preciso y regocijante del cine que le apasionaba, Rohmer fue decantando un contratipo, que sorprendentemente ha terminado siendo destacado a partir de un cierto momento, sin que mediaran las complejidades formales de un Bresson respecto a Lubitsch o Pabst, como esencialmente moderno. Tal vez sea poco aconsejable entonces conocer su obra empezando por los a帽os 80, como nos ha pasado a tantos. Hay que ir a "Le signe du Lion", a "La carri猫re de Suzanne", a "Louis Lumi猫re", a los films donde se ve mejor a Chaplin, a Renoir, a Griffith.
Cualquiera de los aderezos cultos o cl谩sicos (la hija de Fr茅d茅ric y H茅l猫ne se llama Arianne para sugerir que es pura, inocente, v铆ctima potencial de lo que sus padres hagan; la antigua novia de Fr茅d茅ric, es Mylenne, para simbolizar aquel primer y probable 煤nico amor adolescente, etc.) no son utilizados para encriptar la narrativa pues no tendr铆a sentido volver a enturbiar lo que arduamente se ha conseguido parezca cristalino.
Puede perfectamente suprimirse el sonido y como pocos o como muchos a帽os despu茅s, en films m谩s puramente alineados con esos planteamientos ("Perceval le gallois" o "Les amours d'Astr茅e et de C茅ladon"), todo lo importante queda comunicado por la puesta en escena. 

martes, 24 de septiembre de 2013

UN PA脩UELO DE SEDA

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Todo termina en 1959.
Guru Dutt hab铆a puesto apasionadamente todo lo que sab铆a y vaciado cuanto so帽aba en la filmaci贸n de su 煤ltima obra maestra.
El gran 茅xito obtenido por "Pyaasa" apuntaba a que "Kaagaz ke phool" deb铆a ser su cumbre art铆stica, as铆 que cuando lleg贸 el fiasco comercial del film, no se repuso.
Un fracaso quiz谩 relativo en n煤meros, pero resulta f谩cil entender la decepci贸n y la consiguiente inseguridad (ya cr贸nica) del creador de semejante obra al ver otros films inferiores cobrar mayor relevancia, m谩s a煤n en esos momentos de descubrimiento internacional del cine indio.
Cinco a帽os despu茅s, Dutt se dar谩 muerte en tristes (y secretas e intrincadas, como su cine) circunstancias, sin haber vuelto a firmar ninguna pel铆cula m谩s. Ten铆a 39 a帽os.
El futuro, que ya no vio, no iba a caminar muchos pasos en su direcci贸n.
Ni los melodramas torrenciales, ni el arrojo de sus protagonistas para perderlo todo si se salvaguardaban la dignidad y los escr煤pulos, ni c贸mo entendi贸 el amor (tan f茅rreo el propio como el profesado) ni la importancia que concedi贸 a la fantas铆a, ser铆an asuntos centrales para los cineastas de generaciones posteriores y s铆 en cambio los fondos de sus relatos acaparar铆an todo el protagonismo: la pol铆tica, la Historia (o ambas juntas a ra铆z del conflicto de Bangladesh y el auge de postulados marxistas), la pobreza insigne, la erosi贸n del tiempo, las peque帽as victorias de los desclasados.  
Aparte del tot茅mico Ray, las predilecciones respecto al cine de su pa铆s se dirigir谩n a los antiguos cr铆ticos Mrinal Sen y (sobre todo) Ritwik Ghatak, al indudable talento pl谩stico de los "bressonianos" Mani Kaul y Kumar Shahani, al muy interesante Adoor Gopalakrishnan, etc., sin posibilidad parece ya para que ni una Aparna Sen, ni siquiera un "cl谩sico" tipo Bimal Roy o un "moderno" como Raj Kapoor, para los que Guru Dutt o Kamal Amrohi fueron una especie de puente, usurpen su lugar.
Las dos obras en que intervino Dutt como productor y actor en ese postrero lapso de tiempo hasta su suicidio, nominalmente dirigidas por los olvidados Mohammed Sadiq y Abrar Alvi (no cuento la p贸stuma "Baharen phir bhi aayengi" que ni se hab铆a empezado cuando muri贸), fueron y parecieron, entonces como ahora, tan indeleblemente suyas como las ocho anteriores que llevan su nombre.
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Quiz谩 por ser la 煤ltima que lo acogi贸 con vida, es "Sahib Bibi aur Ghulam" de 1962 la que tiene una cierta reputaci贸n, no muy merecida.
Promete su apertura y no le faltan bellezas, pero tiene baches importantes de ritmo, le pesan los minutos, varias de sus ramificaciones... hasta algunas canciones, cosa rara, aportan muy poco. Achacar al pobre Alvi todos los defectos ser铆a un poco ventajista.
Escasas referencias en cambio hay de "Chaudhvin ka chand" (1960), el 煤nico film de Dutt que contiene im谩genes en color y jovial complemento de la monumental "Kaagaz...", de la que se descuelga como una pen铆nsula poco visitada, sin populares atractivos.
Se accede desde "Kaagaz..." a ella por un sendero no muy distinto del que comunicaba en el cine de Richard Quine a "The notorious landlady" con su predecesora "Strangers when we meet". Es la misma sucesi贸n de miradas, no tan directa y enamorada y visceral a sus actrices (Kim Novak y Waheeda Rehman), mirada tal vez ahora m谩s relajada, pero igual de embelesada.
Dan estos films la oportunidad - 煤nica, pues sus primeros policiacos, derivativos de una iconograf铆a muy marcada y adaptada a las liturgias nacionales, eran otra cosa -, y especialmente el equilibrado "Chaudhvin ka chand" de ver al m谩s maduro Dutt posible desenvolvi茅ndose en un cine convencional, donde se perciben con la misma nitidez sus finas puntadas por m谩s recio que fuese el telar.
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Qu茅 joven era.
Su talento visual, el cl谩sico 铆mpetu ingenuo de sus interpretaciones, las insinuaciones que tratan de ser altivas y resultan ani帽adas de la bell铆sima Rehman, ver c贸mo captura a toda velocidad una amistad a tres bandas que se dir铆a sacada de un Richard Thorpe de los 50, contemplar c贸mo funciona su concepci贸n del cine musical en contraposici贸n a la abundancia de postizos y ornamentos de tantos colegas suyos, que no hac铆an sino interrumpir la narraci贸n...
Tan divertida y llena de equ铆vocos es su peripecia, varias de sus canciones y las ocurrencias del ubicuo Johnny Walker, que resulta s煤bitamente desoladora su conclusi贸n, con una muerte que sabe sin embargo a consecuencia de la verdad, no a cobard铆a.

jueves, 12 de septiembre de 2013

ACTOS ALEATORIOS DE VIOLENCIA SIN SENTIDO

El combate contra la frustraci贸n emprendido por Jos茅 Luis Borau a mediados de los a帽os 70, cuando comenz贸 su empe帽o por hacer un cine, donde fuese, que materializara las ideas que bull铆an en su cabeza, tuvo un agridulce punto y final en el a帽o 2000 con "Leo".
La falta de un reconocimiento amplio, y sobre todo duradero, a su obra marc贸 toda su carrera, la m谩s ambiciosa y empecinada emprendida por cineasta espa帽ol alguno, convencido de pocas cosas mientras ve铆a c贸mo se suced铆an los fracasos y los pasajeros triunfos, tan incomprensibles los unos como los otros.
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"Leo", no por ser la 煤ltima y llegar en un momento de especial atenci贸n de los medios al cine nacional, corri贸 mejor suerte.
Su pel铆cula m谩s "aut茅ntica", "Furtivos" (1975), casi la 煤nica vista fuera como "l贸gica" por parte de un cineasta espa帽ol (m谩s a煤n entonces, en que no era dif铆cil conectarla con una parte de "Tristana" y hab铆a despertado inter茅s el cine de Saura) quedaba lej铆simos y la retah铆la de reproches vertidos contra todas las que hizo a continuaci贸n hab铆a sido imaginativa y habitualmente ventajista.
Para colmo, "Leo" llega despu茅s de su film m谩s extra帽o y uno de los pocos que me parecen realmente fallidos, "Ni帽o Nadie", un aparente canto de cisne, por su tema y tono, para su periplo, sin que fuese posible atribuir esa vez su fracaso a razones idiom谩ticas (como las casi se puede decir que invisibles en su versi贸n original o mejor dicho, verdadera, "La sabina" y "On the line / R铆o abajo") o de comprensi贸n de unas intenciones nada "conmemorativas" ("Tata m铆a" y su muy sui generis celebraci贸n del 30 aniversario de la Guerra Civil).
As铆 las cosas, con "Leo" cae disimuladamente - pese a pantomimas de premios incongruentes por tard铆os, que s贸lo sirvieron para delatar una ceguera previa - el tel贸n del cine de Borau, sin pompa, en escenarios feos e impersonales - un pol铆gono industrial y alrededores, un gimnasio vetusto, un Madrid a deshoras y de pensiones apuntaladas -, con una historia tan febril como ins贸lita y unos protagonistas al borde de la indigencia marcados por el pasado y como era habitual en su cine, muy poco simb贸licos.
Poco antes se hab铆an estrenado - debieron haberlo hecho, m谩s bien, en la mayor铆a de los casos - las fenomenales "J'ai pas sommeil", "Carr茅ment 脿 l'Ouest", "Oublie-moi" y "La vie ne me fait pas peur", "O fantasma", "Ossos" o "Pola X", pel铆culas que contextualizan, emparentan (sin "conocerse"; a veces por simple afinidad electiva de soluciones muy poco comunes tomadas o de trampas salvadas con parecido ingenio) y normalizan la existencia de "Leo", que poca relaci贸n ten铆a con el cine espa帽ol de su 茅poca salvo lo que pudiera compartir con otros dos films bastante m谩s famosos y recordados, "Carne tr茅mula" de Pedro Almod贸var y otro como "Leo" de despedida, "La buena estrella" de Ricardo Franco, otro director aficionado a complicarse la vida y condenado a no llegar casi nunca donde pretend铆a por muy poco conveniente que fuese para su carrera. 
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Ni impregnada de "sucia" poes铆a, ni propugnando una gastada met谩fora social (agitada con un buen trago de thriller, que siempre permite tomarse libertades) ni siendo un dilettante Resnais de segunda mano, todas ellas opciones tentadoras y de mejor comercializaci贸n, no se aprovecha ni regodea "Leo" sin embargo con sus circunstancias y pretende algo mucho m谩s realista, como es habitual en el cine de Borau, escogiendo, eso s铆, senderos empinados y poco transitados.
El mayor de todos, su sorprendente estructura.
Habr谩 pocos cineastas a los que les haya preocupado y hayan rondado tanto con sus pel铆culas el lenguaje y las historias que edifican cada vida que no hayan filmado nunca ni un film metaling眉铆stico ni uno situado en el pasado.
Cuidada con celo cada palabra (nada bonitas ni elevadas) e incardinado con precisi贸n el eco que cada una de las im谩genes que componen la memoria del personaje central que interpreta Ic铆ar Bolla铆n tiene en el argumento, el efecto que provoca la visi贸n del film es curiosamente de imprevisibilidad, de misterio, constantemente retroalimentado pero tal vez no desvelado del todo.
No puede desembocar en otro sitio "Leo" que no sea en la tragedia, contra la que parece luchar desde muchos flancos sin gran convencimiento, entregada de antemano a completar un c铆rculo de abuso, desesperanza y miseria.

domingo, 25 de agosto de 2013

FOCO 5

Edici贸n para 2013 de la revista brasile帽a FOCO dedicada al cineasta norteamericano John Milius
Texto enlazado aqu铆.

viernes, 23 de agosto de 2013

EL OFICIO DE LAS ARMAS

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Los habituales problemas de comunicaci贸n presentes a todos los niveles en el cine de Nicholas Ray alcanzan quiz谩 su m谩ximo "esplendor" en la pen煤ltima de sus pel铆culas contempor谩neas.
No lo parece desde luego por su escenario y la inici谩tica peripecia narrada, pero es evidente (por una canci贸n que suena  en su devenir, tan sorprendente como aquel tren que aparec铆a de la nada en "Akahige" de Kurosawa) que "The savage innocents" acontece en esos a帽os 50 en que fue escrita la novela en que se basa ("Top of the world" del suizo Hans R眉esch) y filmada, contrastando con la, hasta la fecha, 煤ltima incursi贸n de Ray en los tiempos que le pertenec铆an, "Bigger than life".
Inspirador de tantas vocaciones y sentidas conexiones en forma de cr铆ticas, homenajes, referencias o declaraciones por algunos de los inminentes integrantes de varias vanguardias, Ray se encontraba en ese crucial a帽o de 1959, antes que Rossellini, en un viaje nada buscado y sin retorno planeado, ya puesta bastante tierra de por medio con los urgentes retratos que hab铆an entusiasmado a muchos por su clarividente visi贸n de una generaci贸n (dos en realidad), donde parec铆a haberlo dicho todo y donde moment谩nea y extempor谩neamente a煤n volver铆a, quiz谩 demasiado tarde, con "We can´t go home again" en 1973.
Acude Ray a esta cita con sus tiempos se dir铆a que con reticencia, en los confines del mundo, donde muy pocos espectadores iban a encontrar asidero alguno con que identificarse y con un prop贸sito noble, el de captar la belleza de esos paisajes blancos, eternamente rectangulares con la ayuda de Aldo Tonti y situar all铆 una historia propia, que pensaba deb铆a ser secundaria.
Ser谩 un detalle sin importancia pero s贸lo en un film de Nicholas Ray es preciso y no resulta redundante un t铆tulo como este que califica como inocentes a los que viven de la naturaleza y no conocen la maldad antes o despu茅s de entrar en contacto con la religi贸n, el comercio o las leyes.
Por ese detalle - pero bien predominante en la elecci贸n hecha: el pr贸logo del film muestra a un oso arponeado, manchando tr谩gicamente de rojo la pureza del entorno y ni un contraplano de los cazadores, hombres sin motivo mayor para cometer tal acto que el de seguir viviendo - se anuncia una pel铆cula que luego no veremos y que resume a su creador y cuanto busc贸 denodadamente.
Y es que cualquier intento de superponer lo sublimado f铆sicamente de semejante escenario por el objetivo de la c谩mara a lo que ocurre entre los hombres y mujeres que habitan "The savage innocents", desafortunadamente estaba condenado a ser un bello fracaso.
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Una abrumadora mayor铆a de las mejores escenas de su carrera hab铆an sucedido en interiores, a menudo en penumbra, tantas veces con di谩logos penetrantes y abstractos o silencios elocuentes y fugaces, un cat谩logo de miradas y gestos breves, momentos, en suma, de tal intensidad que casi hac铆an olvidar su contexto, la composici贸n, el paisaje, los objetos.
En esos a帽os donde acontece la explosi贸n del neorrealismo y ser谩 recordado, en otra clave, tambi茅n como un ejemplo de cine certero, audaz, vivo, Ray, como Minnelli, es tambi茅n o hasta por encima de todo, un cineasta "de estudio", que hab铆a aprendido a sacar partido a las condiciones creadas para de ellas extraer la verdad que le interesaba.
Poco pod铆an hacer entonces los icebergs violentamente despe帽ados sobre el mar, las planicies heladas y esa luz azulada m谩gica frente a uno cualquiera de los momentos en que resplandece la sensibilidad de su creador por boca o mediante los cuerpos de estos personajes primitivos.
Sobre conflictos de comunicaci贸n, como dec铆a al principio, se hab铆a construido su cine, especialmente los de su director y protagonistas con su interior y el exterior y los de las pel铆culas que alumbr贸 con las que vivieron a su par, a las que relativizaban o pon铆an en cuesti贸n por el mero hecho de mirar de una forma tan lacerante a parecidos asuntos.
"The savage innocents" presenta adem谩s una barrera "insalvable", la de Ray con unos seres en los que era innecesario o imposible encarnar la complejidad de los que hab铆a hecho suyos, un reto que ya hab铆a afrontado parcialmente con los furtivos de "Wind across the everglades".
Restringido en primera instancia s贸lo al amor propio del esquimal interpretado por Anthony Quinn (un adaptado rebelde, contradiciendo un manido t贸pico) y m谩s tarde al intercambio que protagoniza con el oficial al que da vida Peter O'Toole, Ray edifica admirablemente sobre la sencillez y el vac铆o (no hay pasado ni por tanto heridas) un film tolerante con sus criaturas y sin embargo tan rebosante de adhesiones como "Wild River" o "Run of the arrow", no por casualidad westerns m谩s o menos modernos y casi 煤ltimos engarces del cine de su 茅poca con el de otras d茅cadas.
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Es en esa 煤ltima parte de la pel铆cula en que ambos se encuentran, de tan poco peso cuantitativo en su conjunto - veinte minutos sobre m谩s de cien -, sin detenerse un momento m谩s de lo preciso, cuando m谩s intenso resulta lo comunicado.
Casi no har铆a falta ni un metro m谩s de celuloide para definir qu茅 fue lo que distingui贸 a Ray.
Especialmente inolvidables son el encadenado de esos pasajes en que Inuk apremia a su hijo a "aprender r谩pido" con su detenci贸n por violar unas normas que desconoce, la muerte por congelaci贸n del compa帽ero de O'Toole - sosteniendo el plano once prodigiosos segundos -, tres o cuatro di谩logos bajo la ventisca (guardada hasta ese momento esa baza, la de la palabra, resuena ahora, impresionante) y la escena en el igl煤 con un O'Toole, no parece nada casual, recordando en movimientos, ropas, peinado y dicci贸n al malogrado James Dean; cu谩nto le hubiese gustado a Ray tenerlo con 茅l.

domingo, 11 de agosto de 2013

LA NOCHE DE LOS TIEMPOS

Una imagen temblorosa de un ciruelo deshojado, a煤n cargado de frutos, conecta "Elieg铆ia dorogi" con la anterior incursi贸n de Aleksandr Sokurov - su eleg铆a oriental, "Vostochnaia elieg铆ia", cinco a帽os antes; una iconograf铆a la japonesa de la que se impregna buena parte de su obra - en un recurrente g茅nero de ensayos que a煤n ha tenido un episodio posterior a ese a帽o 2001.
Provisional (pero ya lejana) cumbre de su cine, tan grande como los m谩s grandes Godard en ese mencionado campo f铆lmico, estos 47 misteriosos minutos, como muchos alumbrados por Jean-Luc, debieran tener el privilegio de pasar a integrar el propio tema sobre el que reflexionan, se aproximan o tratan de asir.
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No tanto la capacidad de las im谩genes para describir el viaje o la memoria asociada a lo experimentado, m谩s llana y acotadamente, c贸mo el arte ha reflejado la necesidad del arraigo como fin 煤ltimo de toda b煤squeda.
Libre, el film desprecia - quit谩ndoles la importancia otorgada por los intereses de unos pocos - a la religi贸n, el militarismo o el progreso encaminado a la desconexi贸n y el aislamiento, como lo hicieron tantos Renoir o Pasolini, pero con un arma a煤n m谩s sencilla: mirarlos sin contextos, con una curiosidad que parece tratar de descifrar c贸mo nos hemos dejado dominar por quienes no eran otra cosa que prisioneros de sus ideas.
Un profundo, radical dir铆a (por exigente) humanismo, se expande entonces por todos los rincones del film, soberbiamente sonorizado y musicalizado y m谩s amplio de lo que pueda pensarse por su escaso metraje y por pertenecer a una serie, en la que apenas tiene alg煤n elemento de apoyo.
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Como en "The old place" o "Allemagne ann茅e 90 Neuf Zero", las dos obras del maestro concebidas una d茅cada antes y que m谩s en com煤n pueden tener con "Elieg铆ia dorogi", Sokurov compone im谩genes filmadas en fronteras (territoriales, la del d铆a y la noche) o paisajes en apariencia desprovistos de signos vitales (espacios a veces pensados para todo lo contrario) mirando desde un punto de vista externo, adolescente y on铆rico c贸mo hemos deformado el mundo.
Que el cine est茅 ausente de esa reflexi贸n, que no haya conexiones, citas, vasos comunicantes con su propio oficio, puede hacer pensar que Sokurov no es en realidad "s贸lo" un cineasta o al menos no en el sentido que el propio Godard una vez dijo, augurando la supervivencia fuera de este arte a tantos buenos o grandes directores si el cine dejase de existir, pero la absoluta intemperie para unos cuantos - no necesariamente mejores, aunque se jugaran m谩s en cada envite y se viesen obligados a avanzar de alguna manera desesperada a alg煤n sitio nuevo cada vez -, entre los que desde luego habr铆a que incluirlo a 茅l mismo.
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Unos mon贸logos cruzados en un bar de carretera que nunca podr铆an convertirse en conversaci贸n y todo el 煤ltimo tercio del film - que da la clave y abre la puerta al siguiente rodado por Sokurov, "Rusk铆i kovcheg" -, momentos ambos con curioso protagonismo holand茅s (hermosas pinturas de Pieter Saenredam), se esfuerzan en buscar un "nuevo" y un "煤ltimo" escenario de entendimiento y equilibrio para los que vivimos pero termina llegando a conclusiones antropol贸gicas sumamente desoladoras por m谩s que alberguen la grandeza de las artes: queda la construcci贸n, el verso, la pincelada, la nota... o el fotograma.
Y no hay nada m谩s.

jueves, 8 de agosto de 2013

DONDE HABITAN LAS SIRENAS

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Tres a帽os antes de su muerte acaecida en 1951 y firmando por primera vez junto a su mujer Frances un gui贸n - hac铆a m谩s de cuarenta a帽os que se conocieron y ya ella estuvo tras su celebrada opera prima, "Nanook of the North" all谩 por 1922 -, Robert Flaherty filma la 煤ltima pel铆cula de su carrera en los pantanos de Petit Anse, Louisiana.
Una monta帽a de horas filmadas durante m谩s de un a帽o con la complicidad de un atrevido y joven fot贸grafo ingl茅s, Richard Leacock, numerosos retos t茅cnicos despu茅s, finalmente alumbraron un film 煤nico, "Louisiana story".
Ni con Rudyard Kipling, Robert Frost, Mark Twain o Rabindranath Tagore, ni con Jean Epstein, Cooper & Shoedsack, Alberto Cavalcanti o Joris Ivens - y de todos ellos, algo hay en sus im谩genes, en sus palabras, cadencias o esp铆ritu - emparenta directamente este film no asimilable a corriente alguna que no sea la del agua que lentamente desciende desde el Bayou hasta el Golfo.
Para que pureza sea igual a verdad m谩s belleza, debe hacerse funcionar la ecuaci贸n, b谩sicamente restando el drama y la comedia tal y como suelen exponerse, que resonar铆an fingidos. 
Flaherty "enfatiza" con una concatenaci贸n de im谩genes sin saltos ni aceleraciones, moduladas por la muy c铆clica banda sonora, lo que no le sale subrayar y que otras veces fue uno de los objetivos m谩s llamativos de sus aventuras: el dramatismo de la adaptaci贸n, la invasi贸n (palpable ya o a煤n incipiente) de la naturaleza en pos de un beneficio econ贸mico, que acabar铆a con todos los para铆sos terrestres.
ImageDel peque帽o Alexander, bueno para nada como le recuerda su padre con brusco cari帽o, un mestizo de lenguas, culturas, siglos y revoluciones, que, bendito sea, no sabe lo que es la rebeld铆a, poco m谩s que gestos pueden captarse. Preservar su limpieza es la gran victoria.
Cuando su rifle se encasquilla mientras apunta a un caim谩n, en ese mismo instante suena una explosi贸n detonada por la compa帽铆a petrol铆fera que va a perforar la zona. El chico no se asusta y apenas ladea la cabeza con curiosidad al ver la columna de agua subir por encima de los manglares.
M谩s tarde, en su casa, su padre est谩 firmando el contrato para permitir que se sondeen sus terrenos en busca del preciado combustible. Cuenta una historieta. Alexander r铆e sin advertir tampoco intrusismo.
Que "Louisiana story" tenga un aspecto tan poco ecologista o naturalista a los ojos de muchos espectadores modernos, integrador y omnicomprensivo pero por ello "sospechoso" - por las fuentes de financiaci贸n que ayudaron a concebirlo -, quiz谩 tenga una l贸gica indiscutible pero desde luego desprecia una posibilidad leg铆tima.
De lo que est谩 en plano o sugerido es de lo que podemos saber algo y nada hay aqu铆 de estrategias o trastiendas como en Aristarain.
¿A qui茅n le puede importar que lo llamen cr茅dulo si siente intensas estas im谩genes?
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Cuando en un recorte de prensa se nos anuncia un primer fracaso de las prospecciones, que continuar谩n, el contraplano del ni帽o a煤n confiado en la magia caj煤n, pase谩ndose por las ruinas del pozo tapado que s贸lo arrojaba gas y agua salada, es justo: los trabajadores de la planta eran como tantos que hemos visto en labores agr铆colas o en construcciones, expertos, con una bonhom铆a recia y cre铆ble.
Si el cine ha tenido alguna vez una utilidad, aparte de mil prop贸sitos, esa ha sido la de captar la pujanza del instante. Precisamente esos breves momentos del ni帽o descalzo, afligido, recuerdan poderosamente y al mismo tiempo son la ant铆tesis (y el film lo es en general) de otros famosos ese mismo a帽o de 1948, con el ni帽o Edmund Meschke de "Deutschland im jahre null" y no por ello resultan menos realistas o emotivos.  

mi茅rcoles, 24 de julio de 2013

CORAZONES DEL MUNDO

Ahora es f谩cil verlo.
Que eran un ef铆mero punto 谩lgido, que el cine de sus creadores perder铆a fuerza, derivar铆a en f贸rmula o se transformar铆a r谩pidamente en otra cosa, en otras cosas, quiz谩 m谩s ambiciosas, pero dif铆cilmente mejores.
"Ren xiao yao", "Saenghwalui balgyeon", "Sharasojyu", "K么h卯 jik么", "Dofka nai meuman", "Huayang niahnhua", "Yu guanyin"... y desde luego "Tianqiao bu jian le".
Intercalada entre las que son probablemente sus obras m谩ximas, "Ni neibian jidian" de 2001 y "Bu san" de 2003, esta especie de a帽adido o ep铆logo de la primera de ellas - y avanzadilla de otra gran pel铆cula posterior, "Tian bian yi duo yun": la carest铆a de agua, la pornograf铆a -, encapsula para siempre las cualidades que entonces parec铆an inherentes al cine de Tsai Ming-liang.
No s茅 si la mayor de ellas pero s铆 la m谩s indeleble, el registro desde puntos de vista todo lo sensoriales posible de los tiempos que viv铆amos, su arquitectura, sus sonidos (y para mis adentros siempre usurp贸 el lugar de la que cierra el film, otra canci贸n, tan diversa, "Waiting for the next big parade"), sus an贸nimas gentes, los objetos y espacios, los colores, etc., era tan certero y evocador, tan bello en "Tianqiao bu jian le" como en "Playtime" de Tati - inequ铆voca conexi贸n - y quiz谩 remit铆a mucho m谩s atr谩s, a tantos silenciosos Chaplin, a "Lonesome" de Fej枚s, a aquella estirpe de films desencantados con los laberintos del progreso, films que son como una b贸veda transparente, aparentemente infinita pero que se rompe si se percibe su equilibrio como sencillo, una simple base ampliable a otros empe帽os de m谩s calado.
Es un formato breve como este (al que tantos deber铆an volver cuando les flojean las ideas o los medios y en el que parece asentado Tsai, en un momento dif铆cil) la mejor soluci贸n para transmitir la indiferencia de la ciudad, dejada atr谩s la hostilidad de otras d茅cadas porque ya sus calles no pertenecen a nadie f铆sico y tan poco importan qui茅nes se quedan como qui茅nes se marchan.
Es tal la perfecci贸n de "Tianqiao bu jian le" que no hace falta ni haber visto "Ni neibian..." ni conocer el pasado ni los nombres de sus protagonistas, incluso sobran los di谩logos (muy escasos y ninguno entre ellos), como ocurr铆a en tantas grandes obras finales mudas en que cada plano era una construcci贸n pura, libre de esteticismo.
Un simple puente, el 煤nico elemento ancestral de comunicaci贸n restante, que cruza la avenida y que ya no est谩 donde sol铆a, es el espacio, tan poco acogedor, que deb铆a reunir a estos dos inadaptados.
Ella no puede encontrarlo y ni siquiera mirar porque la ciudad le devuelve su propio reflejo en mil cristales de espejo. Pierde su documentaci贸n en una absurda discusi贸n con un polic铆a. Ahora ya s铆 que no es nadie.
脡l cree haberla visto bajando una escalera, pero no est谩 seguro porque debe hacer tiempo que es menos de lo poco que sol铆a ser. Vive en alguna parte, se asea en letrinas p煤blicas y pronto estar谩 cualquiera sabe d贸nde que se est茅 rodando un hardcore barato de m茅dicos y enfermeras.
Si se encontraran, tal vez...
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lunes, 22 de julio de 2013

MISCEL脕NEA

ImageA la sombra de los grandes nombres del periodo silente sueco, en particular Victor Sj枚str枚m y Mauritz Stiller, pero tan popular en su d铆a como ellos en su pa铆s, poca trascendencia hist贸rica ha tenido el nombre de Georg af Klercker tras una, lejana ya, tentativa de reconsideraci贸n de su obra en los a帽os 90.
S贸lo una pel铆cula de las casi tres docenas que se le atribuyen - una de las 煤ltimas que film贸 y de las pocas en que adem谩s es actor - ha sobrevivido al olvido, "Nattliga toner", ciertamente de las mejores que hizo.
Ecl茅ctico y m谩s influido por el cine franc茅s, alem谩n y americano de su 茅poca que sus compatriotas, siempre contenido y acumulativo, tan alejado como pudo del siglo XIX (no digamos de otros tiempos anteriores) y preocupado como pocos cineastas contempor谩neos suyos por lo que suced铆a a su alrededor, con una (entonces inusual) escasa presencia de la naturaleza y la tierra en sus films (s贸lo es importante en "I minnenas band" de 1916 de entre las vistas) con af Klercker parece desaconsejable rastrear huellas "de autor" en forma de constantes tem谩ticas o visuales que se repitan en una porci贸n significativa de sus pel铆culas disponibles (sobre un 50% del total) y s铆 dejarse llevar de la mano en un paseo de poco m谩s de un lustro para disfrutar con la depuraci贸n y el grado de riqueza escenogr谩fico alcanzado con cada una de sus piezas hasta culminar en su pen煤ltima pel铆cula y probable cumbre, "Fyrvaktarens dotter".
ImageSi su carrera hubiese proseguido en la d茅cada siguiente (s贸lo est谩 registrado un film suyo aislado en 1925), un buen n煤mero de nuevos ingredientes est茅ticos, contagiados de otras artes, se hubiesen quiz谩 filtrado o impuesto en su estilo, como les ocurri贸 a sus colegas, pero al truncarse su progresi贸n a finales de 1918, la evoluci贸n de af Klercker camin贸 hacia la luz, hacia la limpieza, la abstracci贸n y reducci贸n de intert铆tulos, la direcci贸n naturalista de los actores, la profundidad de campo y el uso de elementos como las elipsis, los flashbacks, el montaje alternativo o los encadenados en pos de la elocuencia; c贸mo dar a ver mejor lo propuesto por muy complejo que fuese.
La fabulosa actriz Mary Johnson, presente en buena parte de su obra, tan pronto ani帽ada como apasionada, t铆mida, en茅rgica o fantasmal, es la perfecta encarnaci贸n de la variedad y adaptaci贸n a todo tipo de historias de su cine.
Ya en una fecha tan temprana como 1914 y codirigida con Ragnar Ring, "F枚r f盲derneslandet" presenta una asombrosa gama de recursos espaciales y una densidad argumental que hablan de una capacidad de aprendizaje y una ductilidad que no har谩 sino resultar m谩s acusada conforme pase el tiempo y alterne con facilidad el ajetreado mundo del circo ("D枚dsritten under cirkuskupolen", perdida durante d茅cadas) con el de la alta pol铆tica ("Ministerpresidenten" en 1916, que conecta con el debut de Dreyer), filme la juvenil "Revelj" (1915) o la muy seria "F枚rstadspr盲sten" (1917), o se aproxime de dos formas tan distintas a la senda entonces abierta por Louis Feuillade ya fuese "alcanz谩ndolo" desde un h铆brido fascinante de melodrama y thriller como "Mellan liv och d枚d" - inmerso en el c茅lebre "Die traumdeutung" de Freud y prefigurando elementos de "Angst" de S. Zweig - o haciendo una variaci贸n que parta del cine del gran director franc茅s como es "Nattens barn", redoblado su misterio al haberse extraviado los r贸tulos que presumiblemente ten铆a.
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Construye siempre sus pel铆culas Georg af Klercker de manera imprevisible. Tres o cuatro actos "can贸nicos" conceptualmente en los que, sin embargo, no ya la progresi贸n de la narrativa, incluso el tama帽o del siguiente plano o el sentido del siguiente r贸tulo nunca forman parte de una rutina, lo que acrecienta la sensaci贸n de invenci贸n permanente, de que las fronteras y ramificaciones de lo contado sean insospechadas.
Un dato llamativo, el hecho de que no suela haber referencias espaciales en su films, que parezcan no suceder en ninguna parte en particular, no es dif铆cil deducir que tenga que ver con los problemas de censura que tuvo af Klercker.
Tan poco dados a la 茅pica, se suceden en ellos con toda normalidad acontecimientos que suelen hallarse casi siempre amplificados, utilizados como detonantes y catalizadores del drama en tantos otros.
En "Nobelpristagaren" de 1917 tenemos a un hombre (eminente) viviendo con dos mujeres y el hijo de una de ellas, adicta a la coca铆na. Le conceden el Nobel de medicina, la m谩s alta gloria nacional, y no puede importarle menos, agobiado por sus problemas dom茅sticos. En "I m枚rkrets bojor", una mujer asesina a su marido y no lo recuerda. Encarcelada de por vida, es liberada sin embargo a帽os despu茅s, por simple piedad. En "F枚rstadspr盲sten", un cura de buena familia es acusado falsamente de "retener" a una prostituta una noche para chantajearlo. En la extraordinaria "Fyrvaktarens dotter", una ni帽a se extrav铆a del cuidado de la amante de un hombre, distra铆da ella... con sus pretendientes; su verdadera madre la encontrar谩 en la playa, sentada en las rocas, sola pero indemne, sin un "aprovechable" momento de zozobra.
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Quiz谩 este desapego al subrayado, esta mirada reacia al adorno, fue lo que llam贸 la atenci贸n del futuro referente del cine sueco, Ingmar Bergman, que impuls贸 la restauraci贸n de "Nattliga toner" y hasta rod贸 un film para televisi贸n a mediados de los 90, "Sista skriket", fantas铆a dialogada entre el productor "seminal" del cine de su pa铆s, Charles Magnusson y Georg af Klercker. Contiene, adem谩s de ese especial inter茅s, una interesante (y amarga) reflexi贸n sobre el final del cine mudo y los grandes hombres que acall贸.

s谩bado, 29 de junio de 2013

L 182

(Miguel Mar铆as)

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(1)
Aunque, para mi estupor perenne, no figure en las filmograf铆as, en los libros sobre Bergman o en lo que la pereza ha convertido en mayoritaria obra de referencia y consulta mundial (IMDb), 茅ste (1) es el 煤nico t铆tulo verdadero (en la claqueta (7) se lee, manuscrito con tiza) de la pel铆cula conocida, seg煤n los pa铆ses, como "En passion", "Pasi贸n" o "The Passion of Anna" y otros "alias" que nunca han gozado de un cart贸n en los t铆tulos de cr茅dito originales, sino que suelen aparecer, fantasmalmente, como subt铆tulos de "L 182"... o de la nada, cuando de la copia se han suprimido los fotogramas inmediatamente precedentes al letrero "En film av Ingmar Bergman", "un film de Ingmar Bergman" (como sucede en (2), extra铆da de mi copia en DVD).
As铆 es como la vi por vez primera, en el Festival de Valladolid, y la he visto cada vez que he encontrado una copia no mutilada (en algunas, como la inglesa, han sido cortados planos importantes, con la excusa de que mostraban - obviamente, ya que es uno de los temas que aborda - crueldad con animales... que parece importar m谩s a algunos que la sufrida por seres humanos).
Si insisto en este “detalle” no es por man铆a historiogr谩fica ni por obsesi贸n de precisi贸n filmogr谩fica, aunque tambi茅n, sino porque pienso que altera la visi贸n de la pel铆cula y dice algo acerca de Bergman, por un lado, y de los distribuidores y dem谩s mercaderes del cine, por otro. No es lo mismo enfrentarse con algo cuyo t铆tulo es una mera matr铆cula, el largometraje 182 de la SvenskFilmindustri (no s茅 contando a partir de cu谩ndo, y no he visto otra de Bergman ni de la SF que lo indique), variante despersonalizada del a煤n reciente (seis a帽os) "Otto e mezzo" de Federico Fellini, sobre todo siendo - como es - una pel铆cula que se presenta abiertamente como tal, y no como un fragmento de realidad, que con una que, en abstracto, indeterminadamente, o determinada y singularizada arbitrariamente (de padecer alguien en la pel铆cula, ¿por qu茅 no Eva, o Andreas, o sobre todo el secundario Johan, o incluso Elis?), evoca de nuevo la tendencia contenutista y el aprovechamiento ideol贸gico doloso de los que ha sido v铆ctima, desde 1956, el cine de Bergman, convertido en “religioso” (y en Espa帽a hasta en “cat贸lico”, lo que ya tiene bemoles) o, cuando menos, englobado en la l铆nea jesu铆tica marcada por Paul Schrader en un libro misteriosamente c茅lebre (y que encuentro francamente infumable), en “trascendental” o “trascendente” (en cualquier caso, “serio e importante”).
No es que "L 182" sea una pel铆cula violentamente – como birriosamente se dice ahora - “deconstructiva”, seguramente no es tan “radical” y “contestataria” como otras y como muchos (¡justo tras Mayo del 68!) hubieran deseado o hasta (los m谩s fatuos) exigido (¿con qu茅 derecho?), pero digamos que contin煤a y prolonga una tendencia autoreflexiva y distanciadora (aunque no por ello necesariamente “brechtiana”), reciente y progresivamente afianzada en Bergman despu茅s de la celebrada “trilog铆a”, precisamente desde la muy subvalorada "F枚r att inte tala om alla dessa kvinnor (Esas mujeres, 1964)" y hasta ese momento ilustrada, en grados diversos, por "Persona (1966)", "Vargtimmen (La hora del lobo, 1967)" y "Skammen (La verg眉enza, 1968)". Es decir, que el Bergman de esos a帽os - en una de esas impresionantes series de obras maestras con las que a veces nos sorprenden los grandes maestros - ha abandonado el clasicismo (austero o barroco, seg煤n el caso) de a帽os anteriores y ha dejado de presentarse como un registro transparente y continuado de una parte de la realidad, estructurado en forma de historia o de pieza de teatro. Desde el punto de vista de una supuesta (¿y fijada por qui茅n?) ortodoxia narrativa, Bergman pasa de gran narrador y dramaturgo a deficiente e ineficaz en ambos terrenos. Es como si Bergman hubiera perdido (adem谩s de, supuestamente, la fe) la confianza en s铆 mismo y dudase.
Esta permanente inseguridad, vacilaci贸n, interrogaci贸n, que puede desconcertar y decepcionar a algunos, a m铆 me merece todos los respetos, pues veo como evidente que no es una pose “modernista” ni est谩 motivada por el oportunismo (a menudo agresivo para el espectador) tan extendido en aquellas fechas, y adem谩s la encuentro tan comprensible (si no ineludible) como interesante. No ha sido Bergman nunca (en sus declaraciones) un “fan” de Godard - m谩s bien al contrario -, mientras que Godard s铆 era un admirador confeso de Bergman por lo menos desde 1958 (su art铆culo "Bergmanorama" sigue siendo interesant铆simo y hasta prof茅tico), pero el caso es que precisamente en estos a帽os los respectivos cines de ambos se acercan, en lo que yo tender铆a a considerar un proceso de influencia mutua y rec铆proca, dijera lo que dijera Bergman. Detecto tambi茅n otras dos influencias b谩sicas en este Bergman se dir铆a que involuntariamente “moderno”, una reconocida, la de Luis Bu帽uel, y otra tan silenciada como evidente, la de Alfred Hitchcock (veo en "L 182" citas de "Psycho", "The Birds" y "Marnie"). Bueno, y el cierre de la pel铆cula – aunque con antecedentes muy remotos en la filmograf铆a del propio Bergman – parece evidentemente sugerido por "Wavelength (1966-7)" de Michael Snow (no deja de ser significativo que lo que a ciertos vanguardistas les ocupa toda una pel铆cula, a Bergman o Antonioni les d茅 para un plano o una escena como mucho).
Creo que podr铆a organizarse una especie de interesante ciclo retrospectivo con algunas obras de los a帽os 60 de Hitchcock, Bu帽uel, Bresson, Rossellini, Bergman, Antonioni, Godard y Rivette que permitir铆an descubrir curiosas afinidades y tal vez ocultas influencias, ciclo que, me temo, resultar铆a hoy tan revelador como deprimente, ya que la mayor parte de las pel铆culas, que entonces se produjeron y estrenaron con normalidad, hoy ser铆an irrealizables y, en todo caso, inestrenables, lo que reafirma la m煤ltiple sensaci贸n de caminar hacia atr谩s, hacia el pasado, en sentido opuesto al que siempre se consider贸 el curso de la historia, que se observa ya en otros muchos terrenos, m谩s vastos que el cine.
Esa interrogaci贸n bergmaniana se detecta ya a los pocos minutos, cuando una voz en off – no casualmente la suya – presenta al personaje en el que parece centrarse la pel铆cula, Andreas Winkelman, y se hace brusca y brevemente manifiesta cuando el actor (Max Von Sydow) que lo encarna habla de 茅l y de la dificultad que supone representarlo. Este proceso se repite otras tres veces, con los otros personajes fundamentales. Es algo que hoy resulta impensable, pero entonces apenas sorprend铆a levemente. Bergman consigue, adem谩s, mantener la tensi贸n pese a esas rupturas de la homogeneidad dram谩tica, e incluso crear, mediante brutales elipsis, una suerte de suspense adicional, no ya sobre los personajes, sino sobre la pel铆cula misma.
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