Cadena perpetua

Cómo te molesta ahora recordar la estúpida sonrisa que se te dibujó al escuchar tu sentencia: te amaré toda la vida.

Mi iglesia

No busco perdón. Cuando entro en ti los pecados, simplemente, dejan de existir.

Presión

Así era Juana, tenía esa patológica costumbre de apretar; apretar lo que no se debe o apretar donde no se debe, lo mismo da. Siempre fue posible reconocer esa impresión de fuerza desmedida, enfermiza, en lo que pasaba por sus manos: Los filtros de cigarrillos, los bricks de leche, la parte superior de la pasta de dientes, los hombres…

Toroide

yo, iluso, no me daba cuenta de que cuando ponía punto final tú añadías, como quien no quiere la cosa, otros dos puntos a su lado. Muy cerquita, sin espacios. 

Tricromía

Tú me hiciste ver que el sol era azul, las nubes amarillas y el amor negro.

Petición desesperada a una pareja perfecta

En la cama o donde quieras, pero fállame ya.

Babel

No hablo tu lengua, me dijiste en la tuya. Sólo la tienes que sentir, te respondí con la mía.

Pena capital

Quizás mañana, es la respuesta que acabas de recibir. Como la de ayer, y la de hace una semana, y hace un mes. Pero volverás pasadas veinticuatro horas, o veintitrés. Con la sonrisa intacta y el rubor también. Para que Danilo te vea hermosa, para que sea esa imagen la que se lleve. Después te podrás derrumbar.

Resignación

Giras sin parar enredándote y desenredándote en la sábana, tus ojos absorben toda la luz que se filtra por la persiana, bufas, maldices en silencio. Oyes cómo se abre y se cierra la puerta del piso, te colocas bocabajo, cuentas sus pasos, trece, como siempre, cierras los ojos intentando no apretar. Inmóvil, escuchas cómo él se desviste al ritmo de tu corazón, sientes que el colchón te empuja hacia su lado cuando se acuesta, llega a tu nariz esa mezcla de tabaco y alcohol cuando se abalanza sobre ti y no puedes creer que aún te parezca excitante. Aprietas ahora un poco los párpados junto con los labios cuando él te besa, respiras lento, en silencio, aunque en tus oídos retumbe el bombeo de tu sangre, que sube de intensidad al sentir sus dedos ensalivados en tu coño seco. Abres por fin, al tiempo, las piernas, los labios y los párpados. Porque ya se han humedecido, también al tiempo, tu coño, tu boca y tus ojos.

-Ésta fue mi aportación a los viernes creativos, del blog Escribe fino, el pasado domingo. Un poco tarde, sí, pero necesité estar un par de días con la canción de Perl Jam dando vueltas en mi cabeza.


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Herramienta

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Condensación

Expulsé una bocanada de palabras calientes que, sobre tu piel, cayeron como agua fría.

Degüello

Con las tildes no había problema, bueno, esos pocos grados menos de inclinación con los que las pronunciaba me producían un leve tic, casi imperceptible, en el párpado superior derecho, pero nada más. ¡En cambio las diéresis! Como si fueran pares de horribles asteriscos, ahí sobre las pobres úes, eso sí que no lo pude soportar.

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Como cuchilla

Como cuchilla

Despecho

Te maté tantas veces que ya no recuerdo cómo fue la primera. Cada vez me costaba más, por aquello de innovar, de no repetir. Y tú, adicta a la muerte y las novedades, siempre pedías más; volvías a la vida sólo por el placer de morir otra vez, por el placer de que yo te matara una vez más. Pero mi repertorio se acabó, y por eso ahora será él quien te mate, repetirá una a una cada muerte que yo te infligí. Aunque eso no te importará porque la novedad ya no estará en la muerte, sino en el asesino.

Dualidad (diálogos de pareja)

Complicidad

 

 

                                      …

 

 

 

 

                                                                                                                                 …

 

 

 

Crisis

 

 

                                                                                                                         …

 

 

 

                                     …

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Báscula

Báscula

Ganador mensual ReC

Ayer fue la final mensual de Relatos en Cadena de la SER. Una final con un emocionante tête à tête entre «Arrullo» y «Caramelos», el estupendo micro de Paloma Hidalgo. Mi resoplido al escuchar que me nombraban ganador es el sonido de toda la tensión que alcancé a acumular yéndose en un instante.

Desde aquí quiero agradecer todos los votos y los buenos deseos recibidos. Y desearle a Paloma que siga en su empeño, que con la calidad que tienen sus textos los más seguro es que nos veamos en la final anual.

Aquí pueden leer los tres microrrelatos finalistas:

Autor: Javier Armentia
En vela

El leve crujir de la viga de la que cuelga su padre se funde en su memoria con el ruido que tantas noches había oído venir desde la habitación de su hermanita.

 

Autor: David Andrés Figueroa Martínez
Arrullo

Lleva horas durmiendo en su cunita como un ángel, debe ser que lo arrulla el leve crujir de la viga de la que cuelga su padre.

Autor: Paloma Hidalgo Díez
Caramelos

Desde la habitación de su hermanita se ve el tobogán. Cada vez que mira por la ventana, vuelven su cabeza rizosa, su abrigo azul y sus manos pequeñas agitándose al bajar. También los columpios, en los que la empujaba flojito porque le daba miedo volar. Y el banco donde estaba sentado aquel hombre tan simpático que regalaba caramelos, sólo a las niñas guapas y a los hermanos que se las presentaban.


Y en el siguiente enlace pueden escuchar el podcast:

 

Obsesión

Siempre te molestó que guardara recuerdos de otras, supongo no te gustará saber que aún conservo tu aroma en mi mano.

Desquicio*

El leve crujir de la viga de la que cuelga su padre boca abajo me está poniendo nervioso, otra vez. Si tan sólo se acompasara con el sonido del goteo sobre su cabeza.

 

*desquicio.

(De desquiciar).

 

1. m. Á. R. Plata y Guat. desorden (‖ confusión). Todo en aquella sociedad era desquicio y corrupción.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados

Arrullo

Lleva horas durmiendo en su cunita como un ángel, debe ser que lo arrulla el leve crujir de la viga de la que cuelga su padre.

Este microrrelato ha quedado ganador semanal en el concurso Relatos en cadena de la SER.
Aquí el Podcast:

 

http://www.cadenaser.com/actualidad/audios/relatos-cadena-ventana/csrcsrpor/20130207csrcsr_11/Aes/

Tormentas

Odio los paraguas, nunca me han gustado. Me parece que resaltan el egocentrismo, esa individualidad malsana en la que sólo importas tú por encima de los demás. Generalmente las personas que los portan caminan en linea recta sin salirse de ella nunca, van amenazantes, retando a quienes no los usamos a que nos apartemos de sus caminos so pena de clavarnos sus pinchos en alguna parte de nuestras caras, usualmente los ojos. También los odio porque, si el viento es muy fuerte, puedes salir volando; como Laura que un día tormentoso cogió su paraguas, salió enfurecida, y nunca más volvió.

Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos, llevo todo el año esperando para enviaros esta carta, esta vez no quiero ningún regalo, lo único que os pido es que me devolváis a mamá. Papá me dijo que se había ido con vosotros la madrugada de reyes del año pasado, cuando me desperté acalorada a beber un vaso de agua y lo encontré temblando al lado de la chimenea, se bebía el brandy que os habíais dejado y echaba más carbón al fuego.

Posdata: Por mal que se haya portado mi padre no le traigáis el mismo carbón de hace un año, apestaba.

La luz

Llaman al timbre, no al telefonillo, al timbre de casa, dos, tres veces seguidas; son esas viejas testigos de Jehová de mierda, me digo, mientras voy a paso acelerado, enrabietado, hacia la puerta; la abro de golpe con la intención de asustarles pero el que se queda pálido soy yo. Inmóvil y sin poder articular palabra observo a La muerte en el umbral; sí, La muerte, huesuda, con túnica negra y una hoz en la mano izquierda. Él, o ella(no sé cual es su sexo) al ver lo asustado que estoy me dice que no me preocupe que por culpa de un E.R.E. ya no trabaja llevándose a nadie, yo balbuceo nervioso -pe, pe, pero… ¿a qué viene, entonces?-. Ella (tiene voz de mujer) apoya la hoz en la pared y saca de una maleta que hay en el suelo, en la que yo no había reparado, un formulario mientras me espeta: – Necesito que me traiga una factura de la luz, verá que está pagando de más…

Horror en la casa embrujada Accésit trimestral Wonderland

Horror en la casa embrujada

Camila sabrá lo hace, pero a mí no me parece que entrar en la casa embrujada sea una buena idea. Quiero ir a contarles a sus padres  lo que va a hacer, pero los amigos de Víctor me detienen, ellos también le temen.
Después de un rato jugando al escondite aparece Víctor que, sonriente, se pierde entre su séquito vitoreante. Un momento después sale Camila, con la mirada perdida, caminando lento. La acompaño a casa, en silencio,y, en la puerta, le pregunto qué pasó en la casa embrujada. Conteniendo las lágrimas me susurra al oído, los fantasmas no existen.

 

Peajes (Ganador)

Lola Sanabria

Baja la calle sin prisas. Y aun así, llega el primero. Pide un café y lo toma a sorbos cortos. Van llegando. Se sientan a la mesa. Las cartas mugrientas se traban entre los dedos. Partida tras partida, el reloj guillotina los minutos. Hora de cenar, dice uno. Y todos se levantan. ¡Os atan corto vuestras mujeres!, ríe él. Y se queda solo. Pide un chato de vino. Remolonea. Vuelve despacio a casa. En el recibidor se encuentra con su imagen en el espejo. Sube la mano derecha y se acaricia la cara. Como hacía su madre cuando era niño.

Podcast Wonderland 18-12-2012 a partir del minuto 37:00

http://www.rtve.es/alacarta/audios/wonderland/wonderland-18-desembre-2012/1617960/


 

Elahogado

Le decimos así porque siempre está empapado. Algunos dicen que fue su madre en la bañera otros que fue su padre en el río, pero él nunca ha confirmado nada, no le agrada hablar de eso. Sólo le gusta contarnos cuentos, los que le contaba su padre, dice. Para eso se va turnando, cada noche donde uno distinto. A mí me toca los martes. Y todos los miércoles por la mañana mis padres discuten porque no hay dinero para llevarme al psicólogo, después de que mi madre me ha dado el beso de buenos días aprovechando para palpar las sábanas.

Columpio

Aún recuerdo la última vez que te vi, te estabas columpiando. Hacia atrás y hacia delante con una fuerza inusual. Como si algún ser invisible te estuviera empujando o como si quisieras, además, arrancarte la cabeza, de cuajo.

Crisis

Podría decirse que fue la crisis, o que mis padres me criaron supremamente práctico, el hecho es que tras pensar en cómo hacer para que dos llegáramos a fin de mes saqué la conclusión de que lo mejor era que lo hiciera sólo uno pero que llegara bien, así me convertí al canibalismo.

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Wonderland 2.0

Por segunda vez un micro mío ha sido el ganador semanal del concurso de microrrelatos de Wonderland en Ràdio4, fue «Horror en la casa embrujada», escrito originalmente para concursar en Relatos en Cadena de la SER con la frase de inicio «Ella sabrá lo que hace».

Aquí lo pueden leer:

 https://relatosenlinea.wordpress.com/2011/04/07/horror-en-la-casa-embrujada/

Aquí lo pueden escuchar desde el minuto 9:

Y aquí, en el podcast de Wonderland del 2 de Octubre de 2012, a partir del minuto 49:

http://www.rtve.es/alacarta/audios/wonderland/


Zozobra

Como cuando se carga el cielo, gris plomizo, anunciando una tormenta; así también, de tanto en tanto, se saturan mis ojos. Y aunque no se tornen grises y aunque nunca descarguen, la tormenta, el tormento, sigue ahí. 

Colisión

Hasta chocarse con una pila de maderos había avanzado Joan entre la muchedumbre. La capucha de la sudadera le hacía culpable, no sospechoso, aunque la llevara puesta para ocultar sus auriculares. No los vio venir, pero ellos a él sí, exaltados por los insultos y algunas piedras que habían chocado contra sus escudos sólo buscaban descargar su ira. No los escuchó Joan, no los vio Joan hasta que fue demasiado tarde, hasta chocar con ellos, habiendo, sin quererlo, desobedecido sus órdenes. Ya se sabe que chocarse con una pila de maderos, en estos días, es como chocarse con un camión.

Wonderland

A veces la vida te da pequeñas alegrías, pequeñas alegrías que son grandes empujones, grandes empujones que te impulsan a continuar tu camino y a hacerlo con una sonrisa en la boca. Aquí comparto una de esas pequeñas alegrías, una que para mí ha sido muy grande, tanto como inesperada, pues era la primera vez que me había animado a participar en este concurso de microrrelatos de Wonderland de Ràdio4. Quedar como ganador semanal, y al primer intento, me alegra muchísimo.

Aquí el audio (Si eres impaciente salta al minuto 6:24):

Aquí el texto: Recuerdos no muertos.

Cierras tu ojo izquierdo, el derecho lo centras en su entrecejo, que observas entre la mirilla. A puntas con decisión, llevas mucho tiempo imaginando este momento, sabías que no sería fácil, que aflorarían todos los recuerdos, que tu corazón intentaría ablandarte, que al mirar aquellos ojos que te enamoraron verías el reflejo de un asesino, que ante esa imagen, la de alguien que nunca quisiste ser, aflojarías el gatillo y te derrumbarías.

Y la miras a los ojos, y los tuyos se mojan. Y te limpias las lágrimas, dándole tiempo de lanzarse hacia ti, de morderte, convertida ya, y contagiarte.

Aquí el enlace a la entrada original en el blog: https://relatosenlinea.wordpress.com/2011/05/17/recuerdos-no-muertos/
Y aquí el enlace del podcast del programa completo:

http://www.rtve.es/alacarta/audios/wonderland/wonderland-18-setembre-2012/1530297/»>http://www.rtve.es/alacarta/audios/wonderland/wonderland-18-setembre-2012/1530297/

En picado

No recuerdas cuánto tiempo hace que no salías de casa un lunes a las once de la mañana, llamas el ascensor y miras la puerta de tu piso, de tu ático, sabiendo que pronto tendrás que dejarlo, maldices a Alejandra por abandonarte y dejarte tirado con la hipoteca, entras al ascensor y maldices a tu jefe, a tu ex-jefe, por haberte echado a la calle, el ascensor se para en el séptimo, -¿baja?- pregunta tu vecino, tu respondes un sí amable con voz firme, tu vecino entra con su hija de once, tal vez doce años, y te dan los buenos días, tú respondes después de tragar saliva con la voz un tanto entrecortada, de repente tu corazón ha empezado a palpitar más rápido, más fuerte, la proximidad de tu vecinita, aquella que no reconoces, te pone extrañamente nervioso, miras en su imagen reflejada en el espejo las gotas de sudor que bajan por su cuello descubierto y empiezas tú a sudar como un cerdo, te centras en el pezón de su pecho incipiente que se adivina bajo su camiseta de tirantes y sientes cómo se te pone dura, tu corazón te palpita en la garganta, el ascensor se detiene en el segundo, -¿baja?- pregunta una anciana, y tu asientes con la cabeza, forzando una sonrisa que te sale amarga, mientras dentro de tu cabeza estalla un grito sordo: -¡Sí, al infierno!-. 

De repente

Nunca aceptaba visitas repentinas, por eso no la quiso recibir. Pero ya sabemos que La muerte no pide citas.

Pesadilla de una noche de verano

Una sed terrible te despierta a media noche, no te quieres levantar pero tu boca está tan seca que tu lengua parece haberse convertido en esparto, de mala gana y con los ojos entrecerrados vas a la cocina, enciendes la luz y, cuando tu visión se hace clara, la ves ahí; y te quedas como medio aterrorizado sin saber qué hacer, la ves ahí dentro de la pica y un escalofrío recorre tu espalda, la ves ahí flotando en el agua con la que llenaste el bol que no quisiste lavar antes de irte a la cama, la ves ahí, inmóvil, muerta, y tu profundo asco te dice que te vuelvas a la cama y lo dejes para mañana, como si fuera a desaparecer sola, como si las cucarachas muertas simplemente se esfumaran, pero no, ya por pereza dejaste el bol sucio y además está tu lengua de esparto rascándote el paladar, ahora te toca hacer algo, ahora no puedes llamar a nadie, ahora estás solo, solo con tu fobia.

Con la torpeza de movimientos del recién levantado coges el bol con dos dedos y lo vuelcas, el agua choca con violencia contra las paredes de la pica y te salpica la cara, sientes ese líquido medio putrefacto de comida vinagre y de cucaracha muerta mojándote el ojo izquierdo, moviéndose como lágrimas dentro de tus párpados y maldices tu suerte, el asco ahora es casi insoportable, rápidamente te lavas la cara con Mistol, quieres hacer lo mismo con tu ojo pero razonas un poco y decides que es mejor hacerlo sólo con agua.

Te pones los guantes que usaba Natalia para lavar la losa, agarras el papel de cocina y lo enrollas en tu mano, respiras hondo, coges la cucaracha de la pica y la tiras a la basura, junto con el bol, junto con los guantes. Te pones la ropa que dejaste anoche en el salón y bajas a tirar la basura, subes, lavas la pica con lejía y te sirves, por fin, un vaso de agua, y otro, y otro. Te desvistes y dejas la ropa en el cesto de la ropa sucia, vuelves a la cama, estás muy cansado pero también demasiado excitado como para dormirte, lo intentas, te esfuerzas por muchos minutos y no lo consigues, sólo logras entrar en un estado extraño de una calma desesperante, casi no te puedes mover, sientes unos pequeños espasmos repartidos por cada átomo de tu cuerpo, tu respiración se ralentiza hasta hacerse imperceptible, los espasmos se hacen cada vez más violentos y te sacuden con fuerza sobre la cama, no sientes dolor, no sientes nada. No sientes tus nuevas patas, ni tus nuevas alas, ni tus nuevas antenas.

Te vas de la cama corriendo a buscar el espejo, escalas el mueble de baño y, en la oscuridad, consigues mirarte, ya lo sabías pero no querías aceptarlo, te has convertido en cucaracha y ahora que no puedes negar la evidencia te pica todo tu nuevo cuerpo, corres sin control por la casa hasta la cocina, tu nuevo hábitat, quieres comer pero, sabes que no hay nada abierto, la única vez que dejaste un bol con comida encontraste una cucaracha, maldices de nuevo aunque en silencio esta vez, te diriges a la pica sabiendo que no encontrarás nada, como cuando abrías la nevera diez veces en la misma tarde esperando encontrar un trozo de comida que nunca estaba y cuando ves el bol sucio, lleno de agua, no entiendes qué pasa, estás seguro de haberlo arrojado a la basura junto a la cucaracha que encontraste en él, es incomprensible, pero todo lo que te está pasando lo es así que entras en el bol, buscando, tal vez, un poco de comida liquida, avinagrada, sientes que el agua te calma el picor, te sumerges en ella disfrutando al máximo de esa nueva sensación, te relajas y el sueño, finalmente, te vence.

Una sed terrible te despierta a media noche…
 

Innato o adquirido

-Además, el pollo rebozado siempre humea demasiado- Grita Mateo mientras da un manotazo, el mundo se detiene un par de segundos que parecen eternos, su mirada y la de Amanda hacen un pulso triste, desesperado. Mateo se levanta rompiendo el silencio con el chirriar de la silla contra el parqué, se dirige con paso firme hacia Amanda, que lo espera indecisa, se detiene frente a ella como pidiéndole permiso, se sienta en sus piernas, la abraza, se echa a llorar, y musita entre sollozos: -No me le quiero parecer, no quiero ser como él, mamá.

La nota

Cuando, como cada tarde, regrese su padre del trabajo, se quitará los zapatos, el saco y la corbata en la entrada, gritará un «hola familia» cargado del mismo falso entusiasmo de siempre, avanzará por el pasillo preguntando en voz alta porqué nunca le responden, llegará al salón y su soledad le hará sentir incomodo, preguntará dónde están, entrará a la habitación principal y al verla vacía correrá a su habitación la de su hija adorada, encontrara la nota y sufrirá, le dolerá tanto el corazón que se lo arrancará de cuajo. Entonces, sólo entonces, ella y su madre serán libres.

De humo y desamor

 Mojá con tus lágrimas el tabaco, secalo al sol, fumate el dolor que te dejó, y su recuerdo se esfumará.

Destino

 Y al otro lado de la ventana, nada de nada, la tierra no se movía, los relámpagos no llegaban, los árboles permanecían quietos, los pájaros no volaban. Todo estaba en calma, desesperantemente en calma, deseaba con más fuerza que algo, cualquier cosa, sucediera. Pero nada de nada, en poco más de una hora tendría que enfrentarse con su destino, ya nada lo salvaría, su madre ya no le creería que le doliera la barriga.

Héroes

 Se entrenaban para estar muertos. En secreto, ocho de la pandilla formaban de cara a la pared y, cuando  el noveno gritaba fuego, caían fulminados y permanecían inmóviles hasta que sus madres los llamaban a cenar. Del gobierno les dijeron que sus padres eran héroes porque habían muerto por su patria. Y ellos lo que más deseaban era ser como sus padres.

elahorcado

Todos le llamábamos elahorcado. Llegaba todas las tardes cuando había caído el sol, por lo que reservábamos la última hora de juegos para saltar a la cuerda. Él era el único que no saltaba, era lento de movimientos y su cabeza constantemente miraba al suelo, pero se divertía sosteniendo siempre el extremo del lazo desde el nudo hecho en su cuello mientras alguno de nosotros -siempre nos rotábamos- lo hacía girar desde el otro extremo.  Lo malo era entrarse de último, porque antes había que ayudarle  a subir al árbol y hacer un nudo en la rama, y ese nudo no podía ser uno cualquiera, porque si a mitad de la noche se deshacía y elahorcado se caía al suelo, te iba a buscar tu casa para que lo ayudaras a subir de nuevo. Y eso no le gustaba a ninguno de los padres.

Bingo

-¡Con el mecánico!- Gritó Pascual emocionado, como cantando un bingo, cuando en su cabeza se ataron los cabos sueltos y comprendió por fin quién era el amante de su mujer, en la quinta vuelta de campana.

Ficción

Empaqué todos los miembros en plástico, los marqué con la fecha y los metí en el congelador. Me duché con agua caliente, esperé a que el desagüe se tragara toda el agua rojiza para lavar la bañera, y me di un baño relajante, con jabón perfumado, intentando eliminar el olor de la lejía. Metí la ropa en la lavadora y puse un programa largo, para cuando terminara yo ya habría escrito la palabra fin en mi último libro de autoayuda.

Ser

Aquella tarde, papá, regresó a la tumba entristecido el abuelo, o por lo menos eso parecía. Yo lo espiaba escondida detrás de un ángel, lo vi llorar  desconsolado, pero no me acerqué, después lo vi desplomarse mientras soltaba un grito ensordecedor, estremecedor, e ininteligible. Por el grito lo reconocí, supe que venía a llevarme, como había hecho contigo, supe que no era el abuelo sino ese ser que trajiste esa maldita noche, a través del pentagrama.

Violencia de género

 Tanto la quería que acepté esperar a que estuviera preparada, pero cuando me salió con que estaba embarazada no lo pude soportar; soy un hombre comprensivo pero no soy un santo. La excusa con la que me salió me pareció ridícula, no sé como tuvo la desfachatez. Y en el caso de que le creyera, cómo se lo iba a explicar yo a todos en el pueblo, si hasta cabe la posibilidad de que Dios sea negro. 

Tatuajes

Veo junto a su reloj unos números grabados en su piel, ella gira la muñeca con rapidez, alguien me había hablado de esos tatuajes, de su significado, pero no logro recordar cuál es. La excitación no me deja pensar con claridad, no puedo dejar de recorrerla con mis manos, con mi lengua, la sigo besando, le doy la vuelta, continúo mi camino por los muslos hacia los pies, la tengo que cubrir toda, pero cuando llego al talón izquierdo recuerdo de qué se trataba, al ver un pequeño agujero perfecto junto a otro tatuaje que dice  «AC/DC».

Disfraz

Se dibuja una sonrisa mellada, de medio lado, cargada de melancolía. Se pinta una mirada triste, distante, como perdida. Se construye un caminar cansado, pesado, ralentizado por años de sufrimiento. Recibe los pésames con sobriedad, sin sobreactuar. Llora con fingido sentimiento cuando el féretro es cubierto. Pero de vuelta a casa, esa sonrisa, esa mirada y ese caminar se hacen reales y ya nunca los podrá abandonar.

Juego nocturno

 

Y castiga sin postre al gigante, no sin antes haber dejado sin tele a la bruja, sin jugar al dragón, y sin leer al ogro. Su rabia sigue creciendo, tira de un manotazo todos los juguetes bajo la cama, todos menos la princesa, se acuesta con ella en su regazo, apaga el interruptor de la lampara de noche y, después de unos instantes que parecieron eternos, la frota con su dedo pulgar bajo su diminuto ropaje, con fuerza, mientras repite, fingiendo la voz en un susurro mordido: Esto es lo que te gusta, cariño.

 

Jodido

Joderme -repite Micky saboreando la palabra- joderme -repite de nuevo, con la mirada perdida frente al espejo metálico mientras se frota las manos con violencia bajo el agua- creías que ibas a joderme, creías que ibas a joderme, pero te equivocaste -suelta Micky perdiendo el aliento en la última palabra. Se echa las manos a la cara, recuerda la suya ensangrentada, y se desmorona- no me jodiste -grita Micky, alborotando a los demás reos.

Sopa de letras

-Joderme- repite Micky saboreando la palabra.
Siempre forma palabras con las letras de la sopa, luego las dice en voz alta un par de veces y se las introduce en la boca, masticándolas como si fueran trozos de carne, treinta veces. Todas las noches toca sopa de letras en el orfanato y todas las noches Micky arma las mismas palabras, que repite con fuego en los ojos: Te, Gusta, Joderme, Padre.