Después de muchas carreras a sus espaldas (maratones, medias, etc.) por parte de mi compañero de vida, Francisco Martínez Corbalan, (Tiki), por fin nos apuntamos juntos a una marcha andando de 6,5 km (la subida al calvario de MUTXAMEL) nuestro maravilloso pueblo.

Nos levantamos con mucho ánimo, un buen desayuno y bajamos andando hasta el polideportivo y aunque la mañana era fresca, pronto entramos en calor al ver el ánimo de la gente. Salimos con muy buen ritmo y aunque en algún momento me sentí un poco cansada, no perdí el ánimo y seguía adelante, siempre gracias al apoyo de Tiki, que siempre iba a mi lado, el recorrido era bueno y aunque en algún tramo hubo descoordinación de por donde teníamos que ir, llegamos a meta con muy buen tiempo, tanto es así que Tiki quedó 1° de los chicos y yo 2° de las chicas.

Una muy buena mañana, haciendo deporte con quien más quieres.

GRACIAS TIKI. TE QUIERO

Y GRACIAS A TO TRAPO POR EL APOYO Y EL RECIBIMIENTO.

Loli

Clasificaciones: https://multiesport.es/event/evento-deportivo-4/#CLASIFICACIONES2

Tras la última gran carrera del mes de junio (Lavaredo Ultra Trail 120K) y un verano tranquilo, relajado y entrenando únicamente lo que el cuerpo y la cabeza me pedían, llegó el día de volver a ponerse el dorsal, si bien, no era una carrera que tuviese en la cabeza volver a hacer o que quisiera que fuera el arranque de la nueva temporada.

La causa por la que me pongo el dorsal aquí, es porque el pasado año, lamentablemente y tras el catastrófico episodio de la DANA sufrida en la provincia de Valencia y la consecuente suspensión de la carrera, tenía el dorsal para este año, así que siendo así, estas cosas no se desaprovechan y menos cuando vas a correr en casa y por las montañas que tanto conocemos.

Como quien va a hacer un examen, y ha estudiado, pero no todo lo que quisiera, llegaba a la salida con una mezcla de las dudas habituales de casi cualquier corredor ante una prueba exigente, y además dudas razonables por la falta objetiva de volumen de kilómetros y desnivel, me embargaba ese punto de nervios e inseguridad previa a la carrera.

Todavía con la noche llegando a su fin, pasamos un pseudo-control de material donde
únicamente se exige el teléfono móvil y mi gran amigo Jota y yo estamos listos para salir a disfrutar y sufrir nuestra carrera.

Un fuerte abrazo y el deseo de toda la suerte, dan paso a la salida siempre espectacular, con decibelios y entusiasmo al mismo nivel. Salimos trotando, tranquilos entre aplausos y ánimos de la gente que se agolpaba en las calles.

Como bien sabemos todos… la “fiesta” empieza fuerte con la subida al Puig Campana por el km vertical… no hay calentamiento mejor, se calienta sí o sí.

De toda la carrera, el único momento de mala suerte que puedo contar, tuvo lugar aquí y no más de 20 minutos después de la salida. En las primeras sendas y zig-zag de las faldas del Puig, vamos en fila india y con esta, no son ni dos, ni tres, ni cuatro las veces que me ha pasado y supongo que tú que estás leyendo esto, alguna vez lo habrás sufrido… y es el acto mal entendido por algunos corredores de no pasar por la ducha bien la noche de antes, bien la mañana de la carrera o incluso ambas, bajo el argumento de que “total voy a sudar” … dicho lo cual, ese paso por el maravilloso ratito del agua y jabón, evita al resto del grupo de corredores y sobretodo a la gente que va detrás suya, el mal rato de tener el rebufo de ese aroma parecido al de un aula de bachillerato. No creo que haga falta mucha más descripción.

Lo curioso… es que hasta la fecha, siempre me había pasado con corredores hombres, y en esta ocasión sorprendentemente para mí, era una mujer. La higiene personal lógicamente no tiene género, es cuestión de costumbre y pudor.

Pero contra estas situaciones, está la solución más fácil… se le pide paso, se le adelanta y hasta luego Mª Carmen… le cedo el dudoso gusto de ir detrás de ti a otro/a corredor/a con el sentido del olfato menos agudo que el mío.

Volvemos a la carrera… con la dupla Jota-Pablo juntos paso a paso tranquilos y cómodos. Entramos en pleno Km vertical, y se produce uno de los grandes momentos de carrera, los primeros rayos de sol, chocando contra las impresionantes paredes de la parte izquierda de la subida, reflejando un color anaranjado precioso, y girando el cuerpo y mirando a la costa, el reflejo del agua y un día limpio y maravilloso.

Sin separarnos en toda la subida, llegamos casi a la cima y ahí sí que al estar más expuestos y el aire algo más fuerte notarse algo más fresco, voy trotando hasta el hito y me paro para tomar un gel. Jota está unos metros más atrás, y a partir de ahí comienzo la bajada en la que ya no coincidiríamos él y yo.

El tramo de bajada y la transición hasta la bajada al helipuerto, se hacen cómodas y sencillas. Saliendo de ese 2º avituallamiento comienzo a pensar en el tramo que viene al cual no le tengo ninguna simpatía… el asfalto hasta el mirador de Polop, la posterior subida a la Casa de Dios e incluso la senda hasta la Cueva de la Moscarda… no me “piacce niente”.

Pero salvado este ratito, comienza el que para mi es uno de los tramos más disfrutones y bonitos de toda la carrera, la senda que se toma a la derecha que pasa por el Mas de la Carrasca y la senda que lleva a la zona de “Los Dolomitas Alicantinos” (Sierra de Polop), donde no puedo evitar sacar la cámara y hacer algunas fotos.

Son estos, algunos de los momentos por los que nos gusta este deporte, la luz, el sol, los lugares tan escondidos y bonitos que recorremos, es un espectáculo.

Recorro todo este tramo disfrutando de un trote cómodo y que, aunque ya llevamos 22 Km (1/3 de carrera) y casi 2000 D+, no aparecen signos de cansancio y eso es buena señal. Además, voy cumpliendo con el plan de hidratación y alimentación que me marqué siguiendo instrucciones del “GOAT” de nuestro grupo trail runner de montaña.

Pasamos el avituallamiento de la Font del Pi y nos dirigimos a la Font de Partagat, ya con la subida a Aitana en la cabeza, puesto que, aunque no es el Km vertical del Puig, se suele hacer un poco largo. Sin embargo, tengo que reconocer que en esta ocasión, la subida se me hizo más cómoda y rápida de lo que esperaba.

Llegada a cima y nuevamente otro momentazo con vistas hasta el mar donde vuelvo a pensar en lo que me gusta estar ahí y lo bien que me lo paso… me siento una vez más hasta egoísta por no pensar en nada ni en nadie.. nada más que en mí y en mi felicidad en ese momento.

Comienzo el tramo técnico, comprometido y para mí, muy incómodo, del cresteo que lleva a la zona de Tagarina. Voy superando las dificultades de esa roca afilada que por momentos borra lo que podría ser una senda por donde guiarte y pisar con confianza.

Aquí y en este momento, no hay opción de errar, una caída puede ser el fin de la carrera y quién sabe si de algo más serio.

Superado el momento tenso de esta zona, llego a la pista y comienzo un correr bastante ágil para llevar cerca de algo más de 40 km. Alcanzo a uno de los pocos corredores que hay cercanos, el cual no sé de qué zona de Murcia sería… pero no había posibilidad de equivocarme en su lugar de origen…

Vamos hablando de la carrera, la cual él hacía por primera vez y le estaba gustando mucho, aunque no tuvimos ocasión de mucha más conversación al llegar el avituallamiento de la Font de L’Alemany.

Salgo ligero y afronto el tramo de transición hasta la ya clásica “Bajada a Sella” .. la cual a mi particularmente, no me disgusta y suelo incluso ganar alguna posición en carrera. Lo cierto, es que es una bajada poco cómoda por verticalidad, piedra suelta en algunas zonas, saltos, escasa o ninguna senda, etc… pero es otra de las cosas bonitas de esta carrera, lo variado del terreno.

La entrada y llegada a Sella es como siempre muy placentera, me gusta mucho Sella y siempre hay un ambientazo espectacular. No obstante, y aunque era el punto en el que se tiene la “bolsa de vida”, ni me planteo cogerla puesto que no tengo urgencia alguna. Como algo, bebo y en poco más de 3 minutos estoy nuevamente trotando animado por la gente que está sentada con cervezas, vinos, comida, etc…

Ya quedan tan solo unos 16-17 km a meta con escaso desnivel y bastante pisteo, lo cual es zona propicia para mí, pero… después de 50-51km el estómago dijo “hasta aquí amigo” … ya no entra nada más. Tengo algunas molestias y tengo claro que no podré comer ni casi beber en un buen rato.

Las sensaciones de piernas y generales no son malas, comienza a haber signos de
cansancio, pero me veo bien para correr. El día se va nublando, la temperatura cambia unos grados a más fresco, pero empiezo a tener claro que queda poco y que si no tengo un bajón, voy a seguir corriendo todo lo que pueda.

Este tramo algo más monótono, se ve interrumpido en esa monotonía, por otro rincón
realmente espectacular y escondido, como es la bajada por el paso del Goleró, un tramo que por mucho que lo recorra, siempre me parece espectacular y me viene a la cabeza la escalera sinuosa de “El Señor de los Anillos”.

Acabado el encanto del momento, me sigo dando de bruces con la imposibilidad de
comer y casi beber nada, el estómago sigue cerrado y si me fuerzo a tomar algo,
posiblemente el resultado sea el retorno violento al exterior de lo ingerido por la misma
vía, así que… quedando no más de 8 km a meta… no me la juego e incluso llego al último avituallamiento donde ni paro, giro a izquierda y sólo pienso en superar esos últimos 150 m+ y tomar la senda de bajada por la falda del Puig a meta.

Supongo que todos hemos pensado en desniveles que quedan en carrera
comparándolos con otros desniveles de montañas, es decir, me queda un Cabeçó, mequeda un Maigmó, etc… y en este caso, empecé a pensar en que como no era mucho desnivel, que me quedaba poco más que una o dos Serra Grossa. Las comparaciones siempre son equivocadas, puesto que la Serra Grossa o el Cabeçó .. no los haces con 55 km en las piernas, con lo que esos 150+ se te agarran y si hubiese tenido el dato de cuántas curvas tiene ese zigzagueo … las hubiese ido descontando una a una.

Por fin llego arriba y me sale una sonrisa complaciente sabiendo que ya me daba igual el estómago y el comer o beber, comenzaban 5 km de bajada rápida a meta y así fue. Me voy dejando caer a ritmo más vivo de lo que posiblemente el físico a estas alturas fuese capaz, pero el “chute” motivacional de finalizar la carrera supera todos los males, dolencias y cansancios.

Entro en la zona que rodea Finestrat y el último kilómetro y medio se va consumiendo
fácil y rápido, llegando a la bajada que da paso a la bocana de la calle peatonal, a la
acumulación de público que todavía hay en el pueblo y afronto la bajada final para cruzar la meta.

Satisfacción y felicidad me llenan y más cuando gritos de “Pabloooo, Pabloooo” de mi
querida y admirada amiga Cuchi y mi querido amigo Jaime con su pequeña tesoro Alicia, me reciben en la meta con todo el cariño que tanto valoro porque estas y el resto de amistades, también son otro pedazo de mi felicidad personal.

La ultra de “estar por casa” está hecha un año más; con un día espectacular del que poco más se le podía pedir para disfrutar y correr cómodo, y una experiencia más que he superado con más nota de la que pensaba sacar.

Mucha parte del mérito, está en escuchar, aprender y copiar de los que saben más que uno, y tengo la suerte de poder compartir km, largas conversaciones y conocimientos del GOAT del grupo, lo cual me ayuda, a pesar de cumplir años, … a mejorar en este precioso deporte del correr por montaña.

Salud, montaña y felicidad para tod@s.